jueves, 17 de octubre de 2013

Obama: "Si no les gusta nuestra política, argumenten y ganen las elecciones"

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, habló hoy después de que el Congreso aprobara el presupuesto para el año que viene y evitara así el default, 16 días después del cierre del gobierno, y desafió a los republicanos: "Si no les gusta una determinada política o un presidente en particular, argumenten su posición y ganen una elección".
Obama se dirigió a los republicanos y los desafió a ganar las elecciones.
Obama se dirigió a los republicanos y los desafió a ganar las elecciones.
Desde la Casa Blanca, el mandatario llamó a reflexionar sobre lo sucedido estas dos semanas, y atribuyó el shutdown a ciertos sectores que se dedican a hacer "politiquería". "No hay una razón económica detrás de la parálisis del gobierno federal", afirmó Obama, y agregó: "Hay algunos miembros que querían el cese de operaciones administrativas del gobierno".
"Si no les gusta una política o un presidente, argumenten su posición, ganen una elección, hagan presión, pero no quebranten lo que vienen haciendo nuestros antepasados ni el mandato de los estadounidenses", expresó el presidente norteamericano, visiblemente enojado.
"Las últimas semanas han dañado a nuestra economía"
Obama destacó también que en el conflicto "no ha habido ningún ganador", ya que "las últimas semanas han dañado a nuestra economía". Por este motivo, afirmó: "No me sorprende que la gente esté harta de Washington. Tenemos que volver a ganarnos la confianza del pueblo estadounidense".

Indios que ascienden a la clase media quieren autos baratos, pero que no parezcan baratos


La india Tata remodela el Nano para atraer a los jóvenes, pero a un precio más alto

 
Pero la revolución automotriz de bajo costo se desvaneció. Con ventas débiles en India y las exportaciones en picada, el Nano se convirtió en una historia que advierte sobre las ambiciones fuera de lugar, además de un peso muerto para las ventas y ganancias de Tata Motors Ltd., la cuarta mayor automotriz de India y dueña de los fabricantes de autos de lujo Jaguar y Land Rover.
Resulta que las personas que ascienden a la clase media de India quieren autos baratos, pero no quieren autos que parezcan baratos, y están dispuestos a pagar más de lo que creía Tata por un vehículo con una imagen de calidad superior.
Ahora, Tata intenta convertir el "auto del pueblo" en el "auto de la gente cool". Para ello, renovó el vehículo, agregando un sistema de sonido, tapas para las ruedas y acabados en cromo, además de subir el precio y lanzar una nueva campaña de marketing para darle más prestigio.
Si la versión renovada no logra impulsar las ventas del Nano, un pilar de Tata, el panorama podría ser sombrío para la empresa. Tata Motors ha despedido empleados y ha reducido la producción. Analistas indican que sin un repunte de la demanda del Nano, la automotriz podría eliminar más puestos de trabajo el año próximo.
"Este era el producto bandera del mercado de autos de pasajeros. Las ventas decepcionantes son un (punto) bastante negativo para el grupo", indicó Anil Sharma, analista de la consultora IHS Automotive.
Tata apostó en grande al Nano. Gastó cerca de US$400 millones en desarrollar el auto y cientos de millones más en construir una planta capaz de producir entre 15.000 y 20.000 unidades por mes. En su momento también se habló de ambiciosos planes de expansión global, especialmente a otros mercados emergentes como América Latina, pero nunca se materializaron.
Ahora las ventas se ubican en alrededor de 2.500 autos mensuales, un descenso desde un máximo de unos 10.000 en abril de 2012. Esto se traduce en mucha capacidad sin utilizar en la planta en el estado de Gujarat, al oeste de India, y muchos concesionarios de Tata frustrados en todo el país.
Las ventas de Tata en India en septiembre cayeron 40% frente a un año antes. El ingreso neto del segundo trimestre para la empresa en conjunto bajó un 23% interanual, a pesar de un alza en los ingresos gracias a las ventas de vehículos de Jaguar y Land Rover. Fue la tercera caída trimestral consecutiva en las ganancias de la compañía.
La marcada desaceleración de la economía india este año tampoco ayuda. "Creo que sería imprudente decir que no estamos preocupados. Lo estamos", reconoció Ankush Arora, director del negocio de vehículos de pasajeros de Tata.
Cuando la automotriz diseñó el Nano por primera vez, los ingenieros intentaron reducir sus funciones para disminuir los costos. Cuando salió era el auto producido en masa más barato del mundo.
El primer modelo básico no tenía aire acondicionado ni sistema de sonido y venía con sólo un parabrisas. El interior austero no incluía guantera y los asientos muy poco acolchados no se podían ajustar.
Kunal Bahl, un agente de ventas de 28 años, consideró el Nano en 2011 cuando buscaba su primer auto. "No me gustó el sonido del motor, parecía un auto-rickshaw", dijo, en referencia a un vehículo de tres ruedas que es común en India.
Los nuevos modelos tratarán de atraer a los compradores de menos de 35 años y ser "un poco más aspiracionales". El nuevo Nano LX, el modelo más completo, costará US$3.578. Tendrán un sistema de sonido con cuatro parlantes, dos guanteras e interiores mejorados, además del exterior renovado. El lema de su campaña publicitaria es "Celebra lo increíble".

"El que no entiende el peronismo no entiende la Argentina"

¿Cuál es el secreto para llegar a los 90 años? La respuesta la tiene el físico, filósofo y epistemólogo Mario Bunge. "Es facilísimo . Primero, es cuestión de llegar a los 89 años. Después se le agrega uno y se llega a los 90. ¿Y cómo se llega a los 89? Trabajando siete días por semana, aprendiendo todos los días alguna cosa y absteniéndose de fumar, de beber y de leer a los posmodernos, es decir, absteniéndose de consumir tóxicos, sean materiales o espirituales."

-Muchos encuentran rasgos parecidos entre los gobiernos de los Kirchner y el primer gobierno peronista. ¿Es así?
-No lo sé. En la época del primer peronismo, y durante muchos años, yo fui gorila porque en el terreno de la cultura el peronismo no dejó nada positivo. Al contrario, arrasó con lo poco que había. Pero con el correr del tiempo comprendí que el peronismo tenía algunos aspectos buenos.
-¿Por ejemplo?
-El voto de la mujer, transformar los territorios en provincias, hacer un plan de construcción de empresas hidroeléctricas. Hablar sobre la reforma agraria estuvo bien, pero no la hizo. Prometió una cantidad de cosas que no realizó y así engañó a mucha gente. Ya no soy gorila, aunque lo fui, y el motivo principal fue porque Perón degradó la educación y la cultura y, además, realmente no fue muy democrático.
-¿Entonces dice que ya no es gorila?
-No, soy mono tití (risas). No soy ni gorila ni chimpancé.
-¿Y qué cambió en usted?
-Eramos tan apasionadamente antiperonistas que no fuimos capaces de hacer un análisis objetivo del peronismo. Más aún, usábamos categorías políticas europeas. Creíamos que el peronismo era una forma de fascismo. Y no lo es: es original, es un tipo de populismo. Creíamos también que Perón era bruto. Es falso. Era inteligente, no sólo habilidoso, y tenía cultura histórica, al fin y al cabo era profesor de historia militar en el Colegio Militar. Lo menospreciamos y por eso no lo entendemos. Gino Germani, que fue el fundador de la sociología moderna en la Argentina, se fue del país en 1966 y al año siguiente me visitó en Montreal. Le pregunté: "¿Por qué te fuiste de la Argentina? ¿Por la persecución? No -me dijo-, me fui porque fui incapaz de entender al peronismo. Todavía hoy no lo entiendo". Y es así: quien no entiende al peronismo no entiende el país.
-La incomprensión del peronismo es casi lógica, por ejemplo, cuando se ve que conviven la izquierda, la derecha, el centro.
- Sí, pero hay ciertos aspectos que son muy originales. Por ejemplo, Perón quiso modernizar la Argentina. También otros militares progresistas como el general Savio o como el fundador de YPF, el general Mosconi. El partido dominante, conservador, no quería modernizar nada.

-En la Argentina tenemos siempre la sensación de estar comenzando una etapa nueva que nunca es exitosa. ¿Hay responsabilidad de los dirigentes o de toda la sociedad?
-Es una característica argentina: destruir y empezar después de nuevo.
-¿Y a qué lo atribuye?
-No lo sé.
-Entiende más al peronismo que a la sociedad argentina...
-Me fui hace más de medio siglo del país. Estoy mucho más enterado de la política norteamericana y canadiense que de la argentina. Y éste es un país muy complejo, mucho más que los Estados Unidos. Allá hay un solo partido con dos alas: el ala republicana y el ala demócrata. Y, a su vez, el ala demócrata se divide en dos partidos, republicano y demócrata (se ríe).
-Lo que no cambia en usted es su enfoque muy crítico de los Estados Unidos.
-Sí, aunque insté a mis dos hijos canadienses a que fueran a estudiar a los Estados Unidos porque las universidades son mejores que las canadienses. Ser completamente antigringo es absurdo, es de reaccionario: en Estados Unidos está lo mejor junto con lo peor.
-Quizá esté más cómodo en Estados Unidos que en Europa porque allí hay más pensadores posmodernos... ¿Tanto le molestan?
-Sí, paralizan el pensamiento. Cuando se repiten frases imbéciles como las de [Martin] Heidegger, o demenciales como las de [Edmund] Husserl, o muchas de [Georg] Hegel, no se puede pensar en forma racional. Por ejemplo, la definición que da Heidegger en su gran libro El ser y el tiempo : "El tiempo es la maduración de la temporalidad". O en su Carta sobre el Humanismo dice: "El ser es ello mismo". ¿Qué significa todo eso? Absolutamente nada. Es para engrupir a la gilada.
-¿Y usted se considera moderno?
-Soy preposmoderno (risas).
-Si critica a aquellos filósofos, ¿qué queda para los actuales? ¿Respeta a alguno?
-Los pensadores profundos hoy están refugiados en la matemática, la física, la química, la teología y en algunas ciencias sociales como la historia o la sociología. También faltan pensadores profundos en la economía: no hay ningún economista, de izquierda o de derecha, que le llegue a los talones a John Maynard Keynes, el fundador de la macroeconomía moderna. No hay nuevas teorías: falta un nuevo Keynes que no les tenga miedo a las matemáticas, a la estadística.
-¿Por que lo decepcionó el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama?
-No cumplió ninguna de sus promesas y, además, cometió un acto inmoral: aceptar el Premio Nobel de la Paz al mismo tiempo que era comandante en jefe de dos ejércitos invasores. Más aún: reforzó la cantidad de soldados en Afganistán y no cerró ninguna de las 860 bases militares que tiene Estados Unidos en el extranjero.
-¿Le parece que Obama nunca tuvo intención de hacerlo o se encontró con una maquinaria que se lo imposibilitó?
-Los científicos sociales no deberían especular sobre la mente de los personajes. Sabemos que cuando entró en la Casa Blanca, Obama entró en una prisión muy bien custodiada por la enorme burocracia, los militares, el Partido Republicano y la derecha de su propio partido. Tiene las manos atadas, pero en su caso yo habría denunciado eso y habría renunciado a la presidencia. Porque él llegó al poder con la consigna del cambio y nada esencial puede cambiar por los intereses creados, por la corrupción profunda.
-Algunos imaginaron que la crisis financiera internacional iba a permitir que surgiera un capitalismo distinto, más "sensible". ¿Estamos a tiempo de esperar algo semejante?
-Hubo cosas positivas y negativas. Hay que empezar por averiguar por qué China y la India son los dos únicos países en el mundo cuya economía ha crecido en los últimos doce meses. Ambos son proteccionistas y no son neoliberales. La India se ha salvado de los tsunamis financieros, en particular, porque regula el mercado financiero y no permite las especulaciones. Y a China le falta democracia, pero también está avanzando en ciencia y técnica a pasos agigantados. A propósito de esto, ¿sabe cómo se manejan la finanzas internacionales en este momento? Hay un cuento que lo ilustra. En un pueblo turístico de Europa, llega de pronto un alemán muy rico al único hotel del lugar, deja en el mostrador un billete de cien euros y le dice al dueño: "Me gusta mucho el lugar y quiero estudiar la posibilidad de pasar una semana acá. ¿Me permite mirar las habitaciones?" "Sí, suba, las habitaciones están todas abiertas", le responde el dueño del hotel, que sale corriendo y le lleva el billete de cien euros al carnicero para saldar una deuda. El carnicero sale corriendo con el billete para pagarle al proveedor de alimentos para sus cerdos. A su vez, el proveedor de alimentos para cerdos va corriendo con ese billete y le paga a la prostituta una deuda por sus servicios. La prostituta toma el mismo billete de cien euros y lo deja en el mostrador del hotel para pagar la deuda que tiene por haber alquilado las habitaciones. Entonces, al cabo de un rato, baja el turista alemán y le dice al dueño del hotel que no le gusta ninguna de sus habitaciones, toma el billete y se va. Han transcurrido nada más que cinco minutos, nadie hizo nada, nadie produjo nada, pero todo el mundo está feliz porque todas las deudas han sido saldadas (risas). En esto consisten las grandes finanzas. Detrás de estas grandes manipulaciones no hay nada. Hay gente que se arruina, pero nadie se beneficia. Es monstruoso.
-¿Le gustaría volver al país?
-Claro, me gustaría mucho. Pero invertimos el producto de la venta de una casa en un departamento en Montreal y no nos queda plata. Y acá, además, no me necesita nadie. En la Facultad de Filosofía, por ejemplo, no me han invitado. Me invitaron una sola vez, en 1985. Nunca más.
-¿No se siente reconocido por sus pares?
-No, para nada. Mis libros no son usados ni recomendados en ninguna facultad.
-¿Por qué?
-Porque no están al día. Además, mis libros huelen demasiado a ciencia y ese olor no es el perfume preferido de los filósofos argentinos. Y la filosofía de la ciencia estuvo dominada casi desde que me fui por gente que no tiene la menor idea de lo que es la ciencia y que, para peor, defendía a seudociencias como el psicoanálisis.
-¿Usted no tiene una fijación contra el psicoanálisis? ¿Lo habló con su psicólogo?
-(Risas) Es un fenómeno típicamente argentino. En el resto del mundo, el psicoanálisis ha sido olvidado. Pero la Argentina es un país muy conservador. Cuando yo tenía 16 o 17 años, cualquier adolescente se entusiasmaba con el psicoanálisis por el tema del sexo. Nos dábamos cuenta de que [Sigmund] Freud no tenía la menor idea del sexo y las pocas ideas que tenía eran equivocadas. Por ejemplo, el orgasmo vaginal o el complejo de Edipo no existen. Cualquiera se hace psicoanalista sin la menor formación científica.
-¿Cree que muchos no le perdonan ese tipo de posturas en la Argentina?
-Claro, porque les arruino el negocio. En 1985 vine al país invitado por una asociación de psicología y algunos justamente me pidieron: "Doctor, no nos arruine el negocio; vivimos de eso". Lo mismo me dijeron en un congreso en España cuando ataqué a la microeconomía neoclásica y demostré que sus postulados eran falsos. Entonces dos profesores me dijeron: "¿Y qué vamos a enseñar?" Yo les dije: "¿Y por qué no enseñan algo inofensivo como trigonometría?"

miércoles, 16 de octubre de 2013

"La disputa por la hegemonía"

  por Alejandro Grimson

(Por Alejandro Grimson*, El Dipló)


Los resultados de las primarias de agosto se explican por la mala lectura del kirchnerismo de su apabullante victoria del 2011, interpretada como un respaldo absoluto cuando en verdad se trataba de un apoyo heterogéneo y condicionado. En este marco, recuperar la capacidad de construcción hegemónica es crucial para el gobierno.

a más indigente de las teorías políticas es aquella que presupone que los jugadores son perfectos. Desde esa perspectiva, los actos de cada participante del juego son pensados como si fueran la mejor de todas las estrategias posibles, como si cada político fuera la máquina que pudo ganarle a Kasparov. Las decisiones más llamativas y extrañas son justificadas, y aquellas que desnudan una inhabilidad notoria son adjudicadas a motivos secretos y a conspiraciones que no están al alcance de la gente de a pie. Cuando actores importantes cometen errores evidentes se escuchan nuevas adhesiones a la teoría de los jugadores perfectos, que llevan a malabarismos intelectuales y contradicciones flagrantes: en pocos minutos el pueblo se convertirá de agente de la liberación nacional en retrógrado, mientras que las corporaciones, que antes eran pasibles de ser enfrentadas y derrotadas, pasan a ser todopoderosas.
¿Cuál es el talón de Aquiles de los jugadores de la política? ¿Cuál es la dimensión que resulta más difícil de visualizar? Claramente es, al menos en el caso argentino, el tiempo: el hecho de que las cosas serán necesariamente diferentes mañana y que nadie sabe cómo serán.
Hay historiadores a los que les gusta jugar: se preguntan, por ejemplo, qué hubiera sucedido si el 17 de octubre de 1945 hubiese habido represión policial o si Hitler no hubiese invadido la Unión Soviética. En base a un conocimiento detallado del resto de los hechos, la historia contrafáctica busca reconstruir, hasta donde es posible, aquello que no sucedió. En la política argentina de las últimas décadas, por ejemplo, muchos se preguntan qué hubiera sucedido si Chacho Álvarez no hubiera aceptado conformar la Alianza con el radicalismo en 1998.
En este sentido, el triunfo del kirchnerismo con el 54% de los votos en las elecciones de 2011 resultó paradójico: la amplitud de la distancia respecto del resto de las fuerzas políticas habilitó una interpretación parcial y a la postre equivocada de lo que había sucedido. La legitimidad de origen fue tan abrumadora que dejó en un segundo plano un aspecto que había caracterizado momentos decisivos del oficialismo desde su llegada al poder en mayo de 2003: la construcción cotidiana de hegemonía. En efecto, cuando Néstor Kirchner asumió con apenas el 22% de los votos o cuando Cristina Fernández vio sacudido su apoyo social en 2009 toda su potencia política estuvo orientada a la construcción de hegemonía a partir de las leyes propuestas, de las políticas desplegadas y de la propia gestión de gobierno.
Por supuesto, ni siquiera frente a una legitimidad electoral tan apabullante dejan de existir otros jugadores, poderes, corporaciones, políticos. Del mismo modo, nada podía haber incidido en la dinámica de la crisis económica internacional. Esos y otros elementos deberán ser tenidos en consideración a la hora de describir la historia contrafáctica acerca de qué hubiese sucedido si el kirchnerismo hubiese interpretado de modo diferente la elección de 2011, si hubiese tenido en cuenta la dimensión de la temporalidad política en base a la idea de que había ganado una plataforma extraordinaria, pero que en el mediano plazo nada podía asegurar que la conservaría.
El hecho social, el dato insoslayable, es que varias de las orientaciones políticas de los últimos dos años fueron generando una creciente distancia entre el gobierno y una parte de sus votantes, al tiempo que algunos de sus principales discursos parecían más destinados a fortalecer el vínculo con sus propios seguidores que a convencer a aquellos que se iban ubicando en una posición crecientemente dubitativa.

Posibles explicaciones

Descartar las explicaciones simplistas es necesario para comprender la situación actual. Más allá del carácter legislativo de las elecciones de octubre, el resultado de las PASO, desfavorable al kirchnerismo, está a la vista, y en este sentido el mayor error político sería construir argumentos ad hoc para minimizarlo.
¿Cómo se explica la pérdida de votos? Nunca falta quien aplique la ley economicista según la cual el apoyo al gobierno es directamente proporcional a las tasas de crecimiento económico. El pronóstico economicista afirmaba que al kirchnerismo le iría mejor en la PASO de agosto que en los comicios de 2009. El problema de este tipo de modelos predictivos es que no todas las sociedades le asignan la misma importancia a la economía, los derechos humanos, las instituciones, la transparencia o el relato épico. Es más: la misma sociedad valora esos elementos de manera diferente en tiempos distintos.
Otras explicaciones, basadas en el poder de los medios o de las corporaciones, ignoran el pequeño detalle de que en 2011 ese poder era idéntico al de 2013, lo que no impidió que el gobierno obtuviera un triunfo rotundo. Por último, una interpretación que circuló con fuerza afirma que la sociedad ha girado a la derecha, lectura basada en las ideologías presuntas de los candidatos más votados.
Pero la clave está en otro lugar. El principal motivo de la erosión oficialista es la interpretación equivocada que se realizó del 54% logrado en 2011. Para construir estrategias políticas adecuadas es imprescindible no sólo entender por qué ciertos sectores votan a los adversarios; también es crucial comprender los motivos por los cuales apoyan a la propia fuerza. En este sentido, cuando un político reúne millones de votos debe presumirse que logró sintetizar motivos heterogéneos. Y en este sentido hay un dato sencillo: en aquel 54% estaban Massa, Moyano y una parte del peronismo disidente. El 54% expresaba un apoyo heterogéneo que se tendió a leer como un festejo incondicional. En la medida en que el gobierno creyó que tenía el respaldo asegurado, fue menos sensible a escuchar opiniones y críticas de diversos sectores. Pero registrar esas críticas y responder de modo adecuado es una condición sine qua non de la construcción de hegemonía.

La clase media y la sintonía fina

Lo que se expresó en las PASO y probablemente se expresará en octubre es básicamente un cambio de expectativas de la sociedad. Quien no lea ese cambio, antes y después de las elecciones, contribuirá al ruido y a la sensación de confusión que sobrevuela el clima cultural argentino. El cambio puede sintetizarse en que la comparación con los noventa ya no es una matriz de lectura suficiente para la sociedad. Los procesos de movilidad social ascendente modifican expectativas y demandas, y la insistencia en esa comparación puede producir el sentido de quitarles peso a esas expectativas. Lo cual, a su vez, desdibuja la construcción de un horizonte de futuro. Y la disputa por el voto implica siempre una construcción de futuro.
Si hay un punto ciego de esta grieta, éste se condensa en el término “clases medias”. Se ha escuchado a dirigentes oficialistas referirse a las clases medias aludiendo a la Recoleta o a los manifestantes que se reunían a cacerolear en la esquina de Santa Fe y Callao, pero los estudios indican que se trata de un universo mucho más amplio: una encuesta realizada en el Área Metropolitana de Buenos Aires encontró que el 78% de los consultados se considera a sí mismo como parte de las clases medias (1). Así, mientras en una interpretación tradicional, ajustada a una realidad de otra época, las clases medias se definían en contraste con los trabajadores, actualmente la mayoría de la población la define por dos contrastes: con los millonarios y los pobres. En efecto, si el 78% se considera como parte de las clases medias es evidente que la mayoría de los trabajadores se ubican en ese lugar. ¿Cómo es posible? Probablemente algunos signos del lenguaje social distingan a las personas de uno y otro sector social. Un hijo en la universidad, una casita, un autito o quizás hasta una motito pueden, a los ojos de muchos, hacer que una persona ya no se considere pobre. De hecho, la encuesta incluyó a un 20% que se autodefine como perteneciente a la “clase media baja”. Pero clase media al fin.
Si hemos superado aquella predicción recurrente de los 80 y 90 que indicaba que la clase media estaba en proceso de desaparición, evidentemente es resultado de los logros importantes de estos años. Resulta paradójico entonces que quien motorizó esos cambios no incorpore en el análisis las consecuencias de sus propias políticas. La sintonía fina, esencial para corregir la estrategia, refiere a poder escuchar sin interferencias y hacerse entender. En los últimos dos años, sin embargo, las dificultades para escuchar diferentes planteos fueron abonando el terreno político de paradojas: cuando el antikirchnerismo visceral no tenía forma de articularse encontró en el rechazo a la re-reelección un único punto de reunión. En este marco, parte del oficialismo consideró que abandonar explícitamente el proyecto implicaba abrir la interna de la sucesión, aunque las encuestas indicaban que sectores cercanos al Frente para la Victoria no apoyarían una reforma de la Constitución. Así las cosas, la re-reelección podía resultar útil para postergar disputas internas al tiempo que erosionaba el capital político del gobierno.
En cualquier caso, no parece haber habido un análisis cuidadoso de los tiempos políticos, en el sentido de que no era necesario estirar la idea de la re-reelección al punto de que cayera por el simple efecto del resultado electoral. Pero hubo otras paradojas: el oficialismo, por ejemplo, impulsó la elección por voto directo de los miembros del Consejo de la Magistratura. Si la Corte no la hubiera declarado inconstitucional y si las distintas fuerzas anti-kirchneristas, que denunciaron el proyecto como un atentado a la democracia, hubiesen presentado una única lista, probablemente el organismo hubiese quedado bajo control opositor a partir de diciembre de este año.
El problema de la interpretación se encuentra en el corazón de las tensiones políticas actuales. En nuestro mundo político se ha impuesto la teoría de que las interpretaciones producen realidad. Esto puede derivar no sólo en graves errores, sino que puede convertirse en una fábrica de enormes frustraciones. Suele creerse, por ejemplo, que si se afirma con suficiente contundencia que un candidato ganará una elección eso lo favorecerá, o que si se insiste con que la economía está sólida –o débil– eso fortalecerá –o debilitará– a la economía. Y aunque por supuesto es cierto que si se produce confianza o desconfianza eso tendrá un efecto sobre la realidad, la sociedad nunca es tan ingenua como para creer literalmente en las intervenciones de economistas o funcionarios sin considerar otros indicios. Un ejemplo: si el ministro de Economía no para de vociferar que “el que apuesta al dólar pierde” mientras que la realidad apunta exactamente en dirección contraria, se produce entonces “la paradoja de Sigaut”: la interpretación inverosímil del ministro termina alimentando la corrida cambiaria.
Néstor Kirchner lo había entendido bien: cuando Argentina se encontraba todavía en situación de crisis afirmaba “estamos en el infierno”, y al hacerlo sintonizaba con una sociedad acostumbrada a que las máximas autoridades digan que no hay graves problemas. A veces, claro, es muy difícil, o incluso imposible, resolver en el corto plazo ciertos problemas, pero es necesario no agravarlos a través de su negación. En este sentido, el catastrofismo visceral siempre resultó funcional a un kirchnerismo que logró mantener la gobernabilidad. Pero no todas las críticas, ni siquiera la mayoría, y menos aun las surgidas de las propias filas, están orientadas a alimentar la catástrofe. Algunos análisis suelen señalar que los gobiernos, en la medida en que consiguieron éxitos, tienden a cerrarse a los cuestionamientos. Pero en política no hay inexorables y, por otra parte, hay que llamar la atención sobre las consecuencias reales de ese fenómeno.

Lo esencial

Reconocer un problema no es de derecha ni de izquierda; es una condición de la sintonía fina. La ideología se juega en el lugar que cada problema ocupa en la agenda y en las propuestas para resolverlo. Detectar los problemas y separar lo esencial de los errores y los efectos no deseados es crucial para el gobierno. Negarlos, en cambio, sólo contribuirá a alimentar el malestar social. Hay inflación, es un hecho y negarla sólo produce el efecto de distancia con la población. Que su solución sea compleja si se pretende evitar el clásico ajuste no implica que deba minimizarse el problema. Otro ejemplo: Argentina nunca logrará desarrollarse con una fuga de dólares como la de las últimas décadas, por lo cual una regulación del Estado en esta materia es imprescindible. Pero la forma en que se administra la venta de dólares genera una irritación adicional e innecesaria en la población. Otro ejemplo: la solvencia fiscal es crucial para un Estado activo, pero la ausencia de una legislación impositiva progresiva afecta la legitimidad de la recaudación. Al final, el debate público termina centrándose más en el impuesto a las ganancias que en el IVA.
En fin, inmediatamente después de las PASO el gobierno buscó retomar la iniciativa mediante una serie de reuniones con empresarios y sindicalistas y anunció cambios sustanciales en el impuesto a las ganancias y el monotributo que produjeron un fuerte impacto político. Además, la grave amenaza que se cierne sobre el país por los fallos de las cortes estadounidenses genera incluso el apoyo de sectores de la oposición. En ese contexto, ¿es el momento más adecuado para debatir, por ejemplo, sobre el uso de un galpón en Aeroparque?
Aunque las ciencias sociales han desterrado las metáforas biológicas hace mucho tiempo, se escucha con insistencia hablar del “ADN del kirchnerismo”. Sus cosas buenas y malas se explicarían, desde este punto de vista, por sus genes. Pero si analizamos la última década encontramos continuidades y características comunes tanto como cambios y redefiniciones. Nadie se mantiene una década en el poder sin modificar sus estrategias. A la vez, podremos ver diferentes sectores que, acordando con el núcleo central de las políticas oficiales, se distinguen en el énfasis, las estrategias y los estilos. Cada vez se hace más evidente que resulta apropiado hablar de los kirchnerismos, en plural.
En este sentido, buena parte del futuro depende de cómo el propio kirchnerismo entienda su lugar en el juego y su capacidad de construcción hegemónica. Decíamos al inicio que los actores políticos no siempre se destacan en el manejo del tiempo, y en este sentido los resultados de las elecciones de octubre serán leídos como un pronóstico de los comicios presidenciales del 2015. Desde luego, no caben dudas de que una elección configura un mapa relevante. Pero los pronósticos se ofrecen por doquier, a los precios más variados: ¿o acaso las elecciones de 1987 permitían pronosticar el ascenso de Menem o las del 2001 el de Kirchner? ¿Alguien hubiera previsto en el 2009 la victoria de Cristina en el 2011? Leer adecuadamente un resultado electoral implica no sólo preguntarse por el mapa sino también por los posibles caminos que cada uno de los protagonistas recorrerá en los dos años sucesivos. Insistamos: un jugador no necesariamente hará las mejores jugadas, y si queda alguna duda alcanza con mirar la trayectoria de Francisco de Narváez.
1. La encuesta fue realizada por el IDAES-UNSAM en el marco de un proyecto del CONICET.
* Antropólogo.

Discurso 3.0 y #votojoven: verdad y emoción en oraciones cortas



Por Rubén Weinsteiner  para EL PAÍS
El discurso 3.0 se emite desde actores políticos y corporativos hacia sujetos jóvenes de elección, consenso y consumo;  y se despliega ante audiencias de audiencias.  
Twitter, facebook, los SMS, el e-mail, son lugares conceptuales de expresión, que modificaron disruptivamente el discurso por  formato, extensión, recorrido y definición del mismo, transformando los discursos sociales,  creando nuevos géneros que implican diferentes estrategias de intercambio de información, producción, comprensión y lectura de textos, y profundizando  la brecha con los adultos inmigrantes digitales.
La comunicación 3.0, última forma de comunicación humana, se ha desarrollado en todas los esferas sociales, sustituyendo a géneros tradicionales como la carta, el diálogo, la conversación o el debate,  y ha modificado los géneros del discurso de transmisión de conocimientos, como los diccionarios y los métodos de enseñanza, muy especialmente en los sub 25.
Para algunos este cambio abrupto y profundo, representa una amenaza. Teniendo en cuenta que las palabras son el órgano constitutivo del pensamiento,  para los que exploramos nuevas formas de comunicar, las innovaciones representan más que una amenaza,  la oportunidad de explorar las posibilidades a las que nos conduce el lenguaje, que son en definitiva las de la mente humana.
Googlear o cliquear son verbos que no vienen a reemplazar palabras, sino a dotar de representación lingüística a posibilidades nuevas. Escribir 2b or nt 2b no priva a alguien de leer y apropiarse intelectualmente de la literatura de Shakespeare, sino de construir un puente (una traducción, si se quiere) entre los usuarios de esas expresiones y los de otras prácticas comunicativas.
La narrativa y el discurso 3.0 construyen y acumulan en  el campo de las emociones, donde la cognitividad fundamenta y la emocionalidad define.
Junto con las palabras nuevas y las abreviaturas 2.0 y 3.0,  aparecen los emoticones como signos que denotan y comunican emociones como sonrisa, tristeza, llanto, asombro, duda, apoyo,  indignación, deseo, coquetería  etc. Los emoticones y la acotación icónica, son estrategias que operan como pistas perceptivas. Estos  elementos suprasegmentales del discurso,  favorecen la comprensión del mensaje, al posibilitar la metarepresentación de la emocionalidad y las intenciones verdaderas.
Esa emocionalidad exprés, como factor constitutivo central del discurso 3.0, determina la credibilidad del mismo y su viralidad potencial.
El discurso 3.0 de los nativos digitales, tiene una funcionalidad primordial lúdica,  donde la comunicación presenta aspectos muy personales,  al ser los jugadores “amigos” y “seguidores”. Vemos  dos rasgos  emocionales  muy marcados en esta forma de comunicación, el humor y la identidad. Por eso los jóvenes necesitan establecer en su discurso 3.0, con vehemencia los rasgos emocionales principales de su persona. En esta tarea, el humor y la protesta juegan un papel importante: ser gracioso y ser mordaz son formas  rápidas y efectivas de conseguir ser conocido,  valorado y viralizado en este entorno (aunque, por supuesto, no las únicas).
La narrativa y el discurso 3.0 de una marca política, para desarrollar una propuesta de valor, dotada de emocionalidad y verdad, deberán  revelar el grado de aptitud de la marca, para satisfacer demandas y proponer nuevas perspectivas.
El discurso 3.0,  emocional y directo, se caracteriza por articular oraciones cortas,  de cómo máximo siete palabras, donde cada palabra debe luchar por su supervivencia,  y donde la percepción del valor de verdad y potencia de emocionalidad de una oración,  resultan inversamente proporcional a su extensión.
Oraciones cortas, emoción  y valor de verdad
Volviendo a Shakespeare,  en Macbeth escribía:  “La Reina, mi Lord, murió” una oración emocional, directa y perfectamente twitteable.
Un lugar efectivo, para que una oración corta construya emocionalidad e  instale percepción de verdad, es al final de un largo párrafo. Esa oración corta le da sentido y a la vez resuelve la función de ese párrafo.
Una buena estrategia de pinzas,  para que dos oraciones cortas se constituya en “anillo de la verdad y emoción” de un párrafo largo, es ubicar a la primera como una especie de subtitulo y a la segunda como oración final despegada del párrafo más largo, pausa mediante y  rodeando el párrafo.
George Orwell lo utiliza en “Animal farm”
It was a pig walking on his hind legs.
Yes, it was Squealer … And finally there was a tremendous baying of dogs and a shrill crowing from the black cockerel, and out came Napoleon himself, majestically upright, casting haughty glances from side to side, and with his dogs gambolling round him.
He carried a whip in his trotter.
El subtitulo que abre, construye sentido, el párrafo largo puede ser tedioso, pero prepara al auditorio y empodera a la oración final, con la que se define emocionalmente el tramo del discurso.
Otro ejemplo interesante lo vemos en Anthony Burgess, autor de “La naranja mecánica” cuando en la escena final y con la música de la novena sinfonía de Beethoven, el personaje dice:
Oh, it was gorgeosity and yumyumyum. When it came to the Scherzo I could viddy myself very clear running and running on like very light and mysterious nogas, carving the whole litso of the creeching world with my cut-throat britva. And there was the slow movement and the lovely last singing movement still to come. I was cured all right.
Burgess nos presenta aquí una última oración con cinco palabras muy cortas, que no solo define un párrafo importante, resuelve, construye sentido y cierra el libro, luego devenido en película.
Lo que define el carácter corto de una oración corta, es el conjunto de oraciones que rodean a esa oración. En un mundo de oraciones de 25 palabras, las oraciones de 7 adquieren un poder especial.
Las oraciones cortas, se constituyen en atajos cognitivos  en la construcción del sistema de preferencias del voto joven. El discurso 3.0, con sus oraciones cortas debe plantear el “para qué”, el candidato quiere llegar al poder,  y por otra parte, generar identificación.
Los sujetos de elección jóvenes,  necesitan para relacionarse emocionalmente e identificarse con una marca política,  atribuirles a estas, voluntades, particularidades, valores, obligaciones, promesas, diferencias y capacidades subjetivas.
Ese es el eje de la racionalidad instrumental del voto joven. Para los adultos,  identificación es solo empatía, para el joven,  identificación, es amor.

Discurso 3.0 y #votojoven: verdad y emoción en oraciones cortas



Por Rubén Weinsteiner  para EL PAÍS
El discurso 3.0 se emite desde actores políticos y corporativos hacia sujetos jóvenes de elección, consenso y consumo;  y se despliega ante audiencias de audiencias.  
Twitter, facebook, los SMS, el e-mail, son lugares conceptuales de expresión, que modificaron disruptivamente el discurso por  formato, extensión, recorrido y definición del mismo, transformando los discursos sociales,  creando nuevos géneros que implican diferentes estrategias de intercambio de información, producción, comprensión y lectura de textos, y profundizando  la brecha con los adultos inmigrantes digitales.
La comunicación 3.0, última forma de comunicación humana, se ha desarrollado en todas los esferas sociales, sustituyendo a géneros tradicionales como la carta, el diálogo, la conversación o el debate,  y ha modificado los géneros del discurso de transmisión de conocimientos, como los diccionarios y los métodos de enseñanza, muy especialmente en los sub 25.
Para algunos este cambio abrupto y profundo, representa una amenaza. Teniendo en cuenta que las palabras son el órgano constitutivo del pensamiento,  para los que exploramos nuevas formas de comunicar, las innovaciones representan más que una amenaza,  la oportunidad de explorar las posibilidades a las que nos conduce el lenguaje, que son en definitiva las de la mente humana.
Googlear o cliquear son verbos que no vienen a reemplazar palabras, sino a dotar de representación lingüística a posibilidades nuevas. Escribir 2b or nt 2b no priva a alguien de leer y apropiarse intelectualmente de la literatura de Shakespeare, sino de construir un puente (una traducción, si se quiere) entre los usuarios de esas expresiones y los de otras prácticas comunicativas.
La narrativa y el discurso 3.0 construyen y acumulan en  el campo de las emociones, donde la cognitividad fundamenta y la emocionalidad define.
Junto con las palabras nuevas y las abreviaturas 2.0 y 3.0,  aparecen los emoticones como signos que denotan y comunican emociones como sonrisa, tristeza, llanto, asombro, duda, apoyo,  indignación, deseo, coquetería  etc. Los emoticones y la acotación icónica, son estrategias que operan como pistas perceptivas. Estos  elementos suprasegmentales del discurso,  favorecen la comprensión del mensaje, al posibilitar la metarepresentación de la emocionalidad y las intenciones verdaderas.
Esa emocionalidad exprés, como factor constitutivo central del discurso 3.0, determina la credibilidad del mismo y su viralidad potencial.
El discurso 3.0 de los nativos digitales, tiene una funcionalidad primordial lúdica,  donde la comunicación presenta aspectos muy personales,  al ser los jugadores “amigos” y “seguidores”. Vemos  dos rasgos  emocionales  muy marcados en esta forma de comunicación, el humor y la identidad. Por eso los jóvenes necesitan establecer en su discurso 3.0, con vehemencia los rasgos emocionales principales de su persona. En esta tarea, el humor y la protesta juegan un papel importante: ser gracioso y ser mordaz son formas  rápidas y efectivas de conseguir ser conocido,  valorado y viralizado en este entorno (aunque, por supuesto, no las únicas).
La narrativa y el discurso 3.0 de una marca política, para desarrollar una propuesta de valor, dotada de emocionalidad y verdad, deberán  revelar el grado de aptitud de la marca, para satisfacer demandas y proponer nuevas perspectivas.
El discurso 3.0,  emocional y directo, se caracteriza por articular oraciones cortas,  de cómo máximo siete palabras, donde cada palabra debe luchar por su supervivencia,  y donde la percepción del valor de verdad y potencia de emocionalidad de una oración,  resultan inversamente proporcional a su extensión.
Oraciones cortas, emoción  y valor de verdad
Volviendo a Shakespeare,  en Macbeth escribía:  “La Reina, mi Lord, murió” una oración emocional, directa y perfectamente twitteable.
Un lugar efectivo, para que una oración corta construya emocionalidad e  instale percepción de verdad, es al final de un largo párrafo. Esa oración corta le da sentido y a la vez resuelve la función de ese párrafo.
Una buena estrategia de pinzas,  para que dos oraciones cortas se constituya en “anillo de la verdad y emoción” de un párrafo largo, es ubicar a la primera como una especie de subtitulo y a la segunda como oración final despegada del párrafo más largo, pausa mediante y  rodeando el párrafo.
George Orwell lo utiliza en “Animal farm”
It was a pig walking on his hind legs.
Yes, it was Squealer … And finally there was a tremendous baying of dogs and a shrill crowing from the black cockerel, and out came Napoleon himself, majestically upright, casting haughty glances from side to side, and with his dogs gambolling round him.
He carried a whip in his trotter.
El subtitulo que abre, construye sentido, el párrafo largo puede ser tedioso, pero prepara al auditorio y empodera a la oración final, con la que se define emocionalmente el tramo del discurso.
Otro ejemplo interesante lo vemos en Anthony Burgess, autor de “La naranja mecánica” cuando en la escena final y con la música de la novena sinfonía de Beethoven, el personaje dice:
Oh, it was gorgeosity and yumyumyum. When it came to the Scherzo I could viddy myself very clear running and running on like very light and mysterious nogas, carving the whole litso of the creeching world with my cut-throat britva. And there was the slow movement and the lovely last singing movement still to come. I was cured all right.
Burgess nos presenta aquí una última oración con cinco palabras muy cortas, que no solo define un párrafo importante, resuelve, construye sentido y cierra el libro, luego devenido en película.
Lo que define el carácter corto de una oración corta, es el conjunto de oraciones que rodean a esa oración. En un mundo de oraciones de 25 palabras, las oraciones de 7 adquieren un poder especial.
Las oraciones cortas, se constituyen en atajos cognitivos  en la construcción del sistema de preferencias del voto joven. El discurso 3.0, con sus oraciones cortas debe plantear el “para qué”, el candidato quiere llegar al poder,  y por otra parte, generar identificación.
Los sujetos de elección jóvenes,  necesitan para relacionarse emocionalmente e identificarse con una marca política,  atribuirles a estas, voluntades, particularidades, valores, obligaciones, promesas, diferencias y capacidades subjetivas.
Ese es el eje de la racionalidad instrumental del voto joven. Para los adultos,  identificación es solo empatía, para el joven,  identificación, es amor.

lunes, 14 de octubre de 2013

#votojoven: el mapa no es el territorio


Por Rubén Weinsteiner para EL PAíS


Con el voto a los 16 años se incorporan 1,2 millones de nuevos votantes al padrón nacional. En el nuevo escenario el 36% de los votantes tiene menos de 30 años, lo que llamamos voto joven.
Obteniendo una victoria del 50% en este segmento se obtendrían 18 puntos en el total nacional, lo que junto a un despliegue moderado en el resto de los segmentos se construiría una ventaja indescontable en cualquier escenario.

En las elecciones de 2008, Obama derrotó a Mc Cain 52,9 % a 45,7, la diferencia que le permitió compensar derrotas en segmentos importantes y construir esos 7 puntos fue el 68% de apoyo entre los menores de 30 años.
En las elecciones de 2012 volvió a conseguir una importante ventaja en ese segmento frente a Mitt Romney, quedandosé con el 60% de los votos sub 30, y también ahí construyó la diferencia que le permitió consolidar su victoria .
Tanto es así que Obama alcanzó los diferenciales mayores en el segmento joven y de esa manera consiguió la victoria en cuatro de los estados clave por la cantidad de electores para el colegio electoral que asignan, sin los que no hubiera alcanzado la presidencia: Florida, Ohio, Pennsylvania y Virginia.

En la provincia de Buenos Aires, cada año son 250.000 los chicos que hacen el cambio de documento al cumplir los 16 años. En Córdoba 112.000 jóvenes estarán en condiciones de votar a partir de la nueva ley. En Santa Fe un total de 107.433, en Mendoza 64.000 jóvenes, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, unos 62.000 jóvenes. En Santiago del Estero 57.000, en Chaco se incorporarán 49.302, en Entre Ríos 46.500, en Tucumán 56.000, en Salta 50.000, en Misiones 30.000 jóvenes. En Formosa no hay información oficial, pero serían 27.000.

El voto jóven recrea mecanismos de tensión joven-adulto y esta tensión se focaliza desde lo emotivo en el planteo y posible enrolamiento en conflictos y luchas contra poderes importantes y con final abierto.

Desde lo funcional la acumulación en términos de preferencias en este segmento se apoya en 2 clivajes específicos:

a)prohibido-permitido
b) institucionalizado-desinstitucionalizado

El joven pone en emergencia conductas “asociales” que muchos viven y practican subterráneamente; constituyendo "lo que viene", "la próxima cultura"  más que una contracultura.
Los jóvenes barometrizan el cambio, por eso lo demandan, y el cambio lo anclan en el límite de lo que la ley habilita y lo que prohíbe.

La demanda implícita es permitir lo que está prohibido pero como dice la marcha de la bronca de Pedro y Pablo “haré de cualquier modo” .
La otra demanda fundamental de este segmento es la institucionalización de soluciones. Esta institucionalización conlleva una legitimación implícita demandada, de valores, sentimientos, necesidades, etc.

El segmento demanda ocupar el imaginario de la clase política.  A este segmento  el discurso de los de 50 les resulta ajeno emocionalmente, lento conceptualmente y aburrido discursivamente, pero la zona donde la brecha mas se profundiza, es en la credibilidad, los jóvenes no le creen a los mayores.

Esa linealidad de las series de los setenta y ochenta donde todo está demasiado claro, lo bueno, lo malo, los buenos y los malos,  lo que está bien y lo que está mal, no resulta creíble en este segmento. Esa unidimensionalidad bajada al discurso resulta inverosímil, “careta”, y sus emisores “truchos y gatos”.

Desde la emergencia, la organización del debate para el segmento se da en torno al clivaje “gato”-autentico. Los otros son la impostura, los que dicen una cosa pero son otra, contra eso, se plantea un modelo normativo de autenticidad, sencillez y transparencia.
No ser “careta”, no ser “gato”, no ser “trucho”, ser o en realidad parecer verdadero, transparente. El marco de referencia está afuera pero dentro del círculo tribal, esa figura referencial emerge por un cualidad específica, ser por ejemplo, el líder de la banda que más le gusta, pero además validar su autoridad con un discurso que se retrolegitime con los valores de la tribu,  de autenticidad,  y los proyecte hacia afuera.

Las experiencias de voto a los 16 en los diferentes países donde se habilitó ese derecho, marcan tasas de voto altas, los jóvenes “quieren usar la credencial”, son votantes comprometidos y convencidos, despegan y con facilidad del mandato de voto familiar. Demandan convocatorias a enfrentar y forzar, reconocimiento legitimación e institucionalización. Satisfacer deseos antes que necesidades. Es un voto emocional, complejo inteligente y definitorio en cualquier elección.

Rubén Weinsteiner

Facts are facts? : reposo estricto o activo?




Nota Relacionada
 
sobre la objetividad en las ciencias sociales y sus prácticas derivadas

Aún hoy increíblemente sigue sucediéndose con relativo éxito, declinante claro, el discurso sobre la objetividad en las ciencias sociales como marco general y sus prácticas derivadas, encuestas, análisis, proyecciones económicas, calificaciones de riesgo, y seamos generosos con las licenciaturas realmente existentes, la "comunicación social" donde se inscribe la "práctica periodística" llamémosla así.

Los hechos son los hechos, afirman los que aún curten el mambo de la objetividad. En fin discusión obsoleta si las hay, en Miradas al Sur aparece en contratatapa una linda radiografía de la objetividad de la práctica periodística respecto al 17 de octubre de 1945 escrita por el Historiador Claudio Panela.

Leer más:

Filtraciones

Por Santiago O´Donnell

  The New York Times, que bien puede considerarse el mejor diario del mundo, publicó el jueves pasado un artículo que sin querer desnuda la crisis del periodismo. O, por lo menos, que pone en jaque a uno de los principios sagrados del prestigioso diario

Esto es, que el buen periodismo, a diferencia de la buena propaganda, informa desde cierta neutralidad. Enseguida, rápido, viene la aclaración: esa neutralidad nunca llega a ser absoluta. La falta de neutralidad es inherente a nuestros ideales y nuestros principios y sobre todo nuestras simpatías. Pero nuestro trabajo, el de periodistas, consiste en registrar los hechos y las noticias de todos los días que quedarán en la historia.

 Entonces, más allá de las columnas de opinión, el periodismo reconoce en la búsqueda de cierta neutralidad, de ciertas reglas de juego, el mejor camino para acercarse a una verdad reconocible. En cuanto a la falta neutralidad, que no podemos ni queremos evitar, se compensa con una ética y una técnica predeterminadas y específicas, reconocidas en un pacto de lectura, más o menos explícito, que se aplica de manera uniforme a todos los temas, todas las fuentes y todas las noticias. Al menos se intenta. Esto es lo que nos enseñaron, y enseñamos, en las escuelas de periodismo.

 Pasamos al artículo en cuestión, firmado por Eric Schmitt. Dice que el “topo” Edward Snowden ya había sido investigado por la CIA cuatro años antes de fugarse del país con una computadora llena de secretos. Snowden es un ex agente de inteligencia estadounidense, actualmente exliado en Rusia, que en los últimos meses filtró información secreta a un diarios, revistas y programas de televisión sobre el espionaje masivo e indiscriminado que Estados Unidos viene desarrollando en todo el mundo, hasta entonces sin el conocimiento de la opinión pública estadounidense o mundial.

 El artículo dice que ya en el 2009 sus entonces jefes en la CIA notaron que Snowden andaba en algo raro y que hasta escribieron un informe alertando sobre su conducta. El informe decía que un supervisor lo había soprendido a Snowden intentando acceder a información secreta y lo había mandado a su casa y alertaba sobre un “abrupto cambio de hábitos” en el proceder del entonces contratista de la CIA. Sin embargo, ese informe nunca circuló entre las distintas agencias de seguridad y por eso Snowden pudo conseguir trabajo en otra agencia, la NSA, de donde se robaría los secretos cuatro años más tarde. Eso informó Schmitt en The New York Times. Hasta ahí todo muy lindo.

 Pero tarde o temprano el periodista nos tendrá que decir de dónde sacó la información. En el quinto y sexto párrafos, esto escribe Schmitt:

 Voceros de la C.IA., la NSA y el FBI declinaron comentar sobre la naturaleza precisa del alerta y por qué no circuló, citando la investigación en curso sobre las actividades del Sr. Snowden. Media docena de funcionarios de inteligencia, seguridad y del Congreso con conocimiento directo del informe del supervisor fueron contactados para este artículo. 

 Todos los funcionarios aceptaron hablar a cambio de mantener el anonimato por la investigación criminal en curso. 

Y acá viene el problema porque, señores, esto es una filtración. Media docena de funcionarios y voceros de agencias de espionaje pasando información secreta al Times. Encima es información incomprobable y que pinta a Snowden como un loquito. Justo lo que esos voceros buscan.

Sin poner un solo nombre, una sola prueba sobre la mesa, pero con el sello de The New York Times, el diario más influyente del mundo, y la firma de un periodista. (El viernes, en el mismo diario, Schmitt publicó una firme desmentida de la CIA diciendo que dicho informe nunca existió. El periodista mantuvo que dos fuentes, ya no seis, le habían contado lo del informe. “No está claro por qué hay una divergencia de opinión” sobre los hechos, escribió Schmitt en su artículo del viernes.)

 Filtraciones light, con filtradores oficiales, aprobados desde el poder. Eso se puede hacer en The New York Times, sin que nadie lo cuestione. En cambio filtraciones que demostarían delitos, violaciones de privacidad y de tratados internacionales, como las de Snowden, son tratadas en el mismo artículo como un peligro para la seguridad nacional, un criminal que "se escapó entre las grietas” de la comunidad de inteligencia estadounidense.

 Como dice un lector del artículo en la página web, los funcionarios públicos tienen la obligación de denunciar delitos. Si es delito revelar secretos sobre una "investigación criminal" como la de Snowden , ¿por qué no se castiga a los seis funcionarios que hablaron del tema con el periodista Schmitt?

 Es cierto, las filtraciones son más que habituales en el periodismo. Pero lo bizarro de este caso es que se trata de unos funcionarios que filtran información secreta para hacer quedar mal a un tipo por filtrar información secreta.

 O sea, The New York Times se presta de tribuna para funcionarios anónimos que extraen datos de manera ilegal de un informe secreto sobre Snowden. Esos mismos funcionarios, sin que se les mueva un pelo, pintan a Snowden como un traficante de información secreta y, por lo tanto, un peligro para Estados Unidos.

Entonces, a riesgo de ser reiterativo,  el gobierno de Estados Unidos recurre a la filtración para denunciar la filtración, y The New York Times le hace el juego, pasando por alto la evidente contradicción. Lejos de buscar un espacio neutral, el diario se deja usar por el gobierno para perseguir a Snowden, descripto en el artículo como presunto criminal con un historial de conductas sospechosas.

Mientras tanto, los nuevos filtradores de secretos de Estado, los perseguidores de Snowden, son presentados por el Times en el mismo artículo como fuentes privilegiadas, merecedoras de la protección del anonimato por ser poseedoras de valiosa información.

 Claro, el Times no tiene acceso a los secretos de Snowden, que ha optado por otros medios para propagarlos. Entonces echa mano a lo que hay, a los filtradores profesionales de secretos banales, intrascendentes y de difícil comprobación que pululan en los servicios de inteligencia de todos los países. 

Cuando estas cosas pasan desapercibidas en el diario más reconocido de todo el mundo, el desafío se extiende al periodismo en general y a los principios que gobiernan su forma de comunicar.

Esta bien, sólo se trata de un artículo. Desde el punto de vista del periodista, podemos creer que pecó de ingenuo y se dejó operar. Desde el punto de vista del diario podemos decir que simplemente se trata de un artículo malo o mal ejecutado y que por cada artículo flojo que se le cuela, el  Times publica un montón de artículos muy buenos.

Pero desde el punto de vista del periodismo tradicional, ese que busca reinventarse en medio de una revolución tecnológica, el artículo muestra cómo esas nuevas tecnologías sirven para desnudar los intereses ocultos detrás del mensaje que los medios buscan imponer. El Times no tiene filtraciones de Snowden pero sí del gobierno, entonces le conviene quedar bien con el gobierno.

Así, el artículo desnuda la imperiosa necesidad de un nuevo pacto de transparencia con el lector, de límites más estrechos y verificables,  que redefinan la función social de los medios dedicados a la difusión de noticias y demás información

domingo, 13 de octubre de 2013

Gobernabilidad

Toda la semana estuvo signada por la reaparición del elemento de la salud presidencial. Tras la operación exitosa realizada en el hospital de la Fundación Favaloro, los médicos le prescribieron a la Presidente entre 30 y 45 días de reposo absoluto. Luego de algunas vacilaciones sobre el procedimiento a seguir, finalmente por un mecanismo automático previsto por la Constitución, el Vicepresidente Amado Boudou es desde hace unos días el mandatario en funciones.

Hubo, en estos últimos días, una infinidad de interpretaciones sobre el significado de su cuadro de salud, una "colección subdural crónica". Es entendible, ya que la Presidencia es un cargo unipersonal y todo lo relativo a la vulnerabilidad física de quien la ejerce conmociona. Ese temor fue, precisamente, lo que en el siglo XVIII llevó a crear en Estados Unidos la institución de la Vicepresidencia, que por momentos luce anacrónica. Pero lo que se ha dicho y escrito sobre los partes médicos es, en su mayor parte, especulación. Con el agregado melodramático del componente neurológico, toda vez que el cerebro presidencial viene siendo objeto de todo tipo de fantasías, agitadas por sus opositores más acérrimos.

El dato político de la enfermedad de la Presidente, es que durante un mes o más estará prácticamente fuera de circuito. Ya no será, como pudo haberlo sido, la protagonista central de la campaña oficialista en las elecciones legislativas, aunque estará presente en discursos y deseos de recuperación; se estrenaron los spots del Frente para la Victoria bonaerense con Daniel Scioli como actor central.

En lo internacional, durante todo un mes no se sentará a negociar con su par uruguayo, José Mujica, los niveles de producción de papel a la vera del río. Y el resurgimiento del justicialismo, en ocasión del proceso electoral, tendrá lugar con una Presidente en reposo. El gobierno seguirá funcionando y la estructura de poder del peronismo permanecerá intacta, todo lo cual servirá para recordarle a la población que en la Argentina democrática hay una dinámica de gobernabilidad que está más allá de las personas.

Acerca de la objetividad en las ciencias sociales y sus prácticas derivadas


Aún hoy increíblemente sigue sucediéndose con relativo éxito, declinante claro, el discurso sobre la objetividad en las ciencias sociales como marco general y sus prácticas derivadas, encuestas, análisis, proyecciones económicas, calificaciones de riesgo, y seamos generosos con las licenciaturas realmente existentes, la "comunicación social" donde se inscribe la "práctica periodística" llamémosla así. 
Los hechos son los hechos, afirman los que aún curten el mambo de la objetividad. En fin discusión obsoleta si las hay, en Miradas al Sur aparece en contratatapa una linda radiografía de la objetividad de la práctica periodística respecto al 17 de octubre de 1945 escrita por el Historiador Claudio Panela. Leemos:

La apreciación que los periódicos dominantes tuvieron de la jornada fue contraria respecto de aquel y de los manifestantes que la protagonizaron. 

Así, La Nación aludió a la concentración argumentando que al desaparecer en esa jornada todo vestigio de autoridad del presidente Edelmiro J. Farrell, éste “actuó bajo la presión de las turbas que acampaban en la plaza histórica en forma más lesiva quizá para la cultura, por lo menos dada la diferencia de épocas, que la de los caudillos del litoral en el año ’20”. Para el periódico fundado por Bartolomé Mitre, la del 17 había sido la “noche triste” (SIC) de la democracia argentina. 
Otro diario conservador, La Prensa, propiedad de la familia Paz, no editorializó sobre los sucesos, aunque dio amplio espacio a las declaraciones de repudio que empezaron a proliferar en los días siguientes. 

Crítica, fundado por Natalio Botana en 1913 y que había sido un actor destacado en el golpe de Estado de 1930, tituló su edición de la jornada de la siguiente manera: “Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población”. Y en su interior argumentaba: “El anunciado movimiento popular de los peronistas ha fracasado estrepitosamente, en un ridículo de extraordinarias proporciones. 
En la misma línea, El Mundo decía: “Recurriendo a toda clase de métodos de coerción y contando con una inexplicable pasividad por parte de la policía, que se negó a intervenir en los casos en que se solicitó su protección, elementos adictos al ex vicepresidente de la República intentaron poner en práctica un plan de perturbación del orden tendiente a impedir la normalización institucional del país”. 
El vespertino La Razón, a su vez, expresaba: “Numerosos grupos, en abierta rebeldía, paralizaron en la zona sur los transportes y obligaron a cerrar fábricas, uniéndose luego en manifestación en la Capital Federal”. 
Y Clarín, de reciente aparición, encabezaba su tapa del día 18 del siguiente modo: “Una jornada dramática vivió ayer Buenos Aires”.
 
Los medios de las fuerzas políticas de izquierda, empero, fueron más allá que los diarios comerciales en su condena a los protagonistas de la jornada. Llama la atención que todos ellos eran considerados marginales y lúmpenes, esto es, la antítesis del “verdadero trabajador”, supuestamente defendido por aquellas. 
Desde el comunismo, el periódico Orientación sentenciaba: “Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia del presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la ciudad no representan ninguna clase de la sociedad argentina. Era el malevaje reclutado por la policía y los funcionarios de la Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la población”.
 
Desde el socialismo, La Vanguardia tenía un discurso similar, donde los manifestantes peronistas eran “elementos típicos de comité; obreros municipales y del Estado obligados por sus jefes; un conglomerado de hombres de trabajo indefinidos que, evidentemente, por su condición ni están agremiados y poco entienden de reivindicaciones y de problemas sociales; (…) se le añadió a todo ello una buena dosis de elementos que viven al margen de la ley, ante la perspectiva de sacar algún provecho de los tumultos”.
 
Fue tan significativa esta tergiversación de la realidad por parte de la prensa opositora a Perón, que se silenció el único hecho de sangre de la jornada, esto es, la muerte del joven nacionalista Darwin Passaponti, que había concurrido a la Plaza de Mayo a pedir por la libertad dePerón , quien cayó asesinado a consecuencia de un tiroteo producido frente al edificio del diario Crítica.

La Epoca, reaparecida el mes anterior –había sido fundada en 1915 para defender al gobierno de Hipólito Yrigoyen siendo clausurada en 1930–, único medio que adhería incondicionalmente a Perón. Exultante, anunciaba en su primera plana del día 18, junto a una fotografía que mostraba a la multitud reunida: “Desde la histórica Plaza de Mayo, más de un millón de ciudadanos aclamó presidente al Cnel. Perón”. Y en su segunda página agregaba: “Dio el pueblo un magnífico ejemplo de cultura, cordura y corrección al expresar ayer su más auténtica voluntad”.

En fin la realidad es un producto social y como tal se trata de una realidad objetiva . Ahora bien decir esto no supone nada más lejano a afirmar groseramente que "los hechos son los hechos", no?


Completo acá

sábado, 12 de octubre de 2013

#votojoven: legitimación de la tribu e institucionalización del cambio.



 Por Rubén Weinsteiner para EL PAíS

Roberto Brito Lemus plantea que la juventud, comienza cuando se desarrolla  la capacidad de reproducir la especie humana, y  termina cuando se desarrolla la capacidad de reproducir el orden social.
Se es joven mientras se cuestiona, contesta y demanda cambios y se evita reproducir el orden social tal cual está planteado. Cuando se evita “transar”.
La demanda más clara de los diferentes sub segmentos que componen el voto joven,  tiene que ver con la  institucionalización  de soluciones desde la política, a problemas colectivos de carácter  tribal  de los jóvenes.
El abordaje de estas demandas, conlleva una legitimación implícita   y demandada de valores, sentimientos, necesidades,  deseos y aspiraciones, colectivas y tribales. Esa legitimación es el corazón de la demanda del segmento.  Ser escuchado, reconocido el problema, y reconocido el carácter colectivo y la tribalidad de la demanda.
El discurso político tradicional,  que intenta interpelar al segmento joven,  lo hace desde el paradigma individual introspectivo y adulto,  frente  al paradigma  comunicacional colectivo de referencia externa y tribal,  desde donde el segmento 16-30 escucha y construye su sistema de preferencias.
El reconocimiento y la identificación con la tribu en tanto colectivo,   ante el problema por parte del discurso político, es el eje de la racionalidad instrumental del voto joven.  Para el joven,  identificación es amor, para los adultos identificación, es solo empatía.
Todo discurso plantea dos niveles a tener en cuenta: el de los contenidos y el relacional.  El primer nivel debe apuntar a la institucionalización de soluciones para problemas específicos, el segundo nivel a establecer un vínculo de reconocimiento y valoración hacia el colectivo, donde el joven se encuentra inserto,  y desde donde demanda esos cambios y soluciones.
Para que la comunicación  con el segmento joven sea  esencialmente persuasiva y técnicamente informativa, y  no al revés, debe tener en cuenta que es más importante lo que dicen otros jóvenes, dentro o fuera de la tribu, por afirmación o por negación, que lo que dicen los padres o los políticos. Si los jóvenes cumplen con lo que está bien para los padres, incumplen con lo que está bien para los pares y la tribu, y viceversa. “No tomes, no entables relación con gente peligrosa, estudiá mucho, acóstate temprano, no te quedes hasta cualquier hora en la computadora” consejos sobre la vida sexual, las relaciones, el trabajo y finalmente la política.
En la mayoría de los casos donde las consecuencias no revisten inmediatez , amenaza o peligro, la tensión padres-tribu, se salda a favor de la tribu, por el peso del colectivo a la hora de la aprobación y legitimación social.
La ocupación del imaginario por parte del joven, en tanto integrante de un colectivo, una tribu, con sus leyes, códigos y marcos transaccionales,  es una precondición de cualquier construcción discursiva, políticamente significativa,  para la interpelación y colonización de subjetividades dentro del segmento 16-30.
Rubén Weinsteiner