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viernes, 20 de febrero de 2009

Davos: como cerrar Doha, de manera sostenible



En Davos se plantearon algunas líneas interesantes con la idea de abrir canales que permitan cerrar Doha, y dar un salto importante en materia ambiental, énérgetica e hídrica, vitales para hacer sostenible cualqueir modelo post crisis.


El compromiso principal de los ministros que participaron (Australia, Brasil, China, India, Japón, Sudáfrica, el Comisario europeo de Comercio, Estados Unidos entre otros) ha sido el frenar la corriente de pensamiento proteccionista, cuyo punto mas visible es la cláusula americana del “buy american” en referencia a la utilización del acero americano para estimular la economía estadounidense y la decisión europea de conceder subsidios para la exportación de la leche.

El espíritu de la propuesta es evitar que se levanten nuevas barreras sobre los intercambios y generar reglas de juego que se ajusten a los principios de la OMC, con el objetivo de estimular los intercambios bilaterales. Es allí en el comercio donde la crisis económica global encunetra su traducción mas fiel en el terreno. Sin embargo, no se pudo establecer una fecha para una reunión ministerial para terminar la Ronda de Doha . El proceso negociador iniciado en Qatar en 2001, desde hace años está en una situación de estancamiento por las diferencias entre países emergentes y los países ricos , basada esencialmente en cuestiones ligadas a las modalidades de los recortes en los aranceles y subsidios para los productos agrícolas e industriales. Los paises centrales no quieren recortar subsidios y los emergentes no quieren recortar aranceles.

Los conflictos podriamos situarlos en tres niveles y tienen a EE.UU como eje en todos los casos
Las diferencias acerca del tipo de cambio Yuan-Dólar, Washington acusa a Pekín de desarrollar intencionalmente una política de devaluación de la moneda local para favorecer sus exportaciones, y amenaza con la ley americana que garantiza a Washington la facultad de iniciar un procedimiento sancionador (aranceles sobre las importaciones), en el caso de que hubiese una manipulación del tipo de cambio .

El conflicto generado por la nuclearización de Irán, y las alternativas de disuasión económica, diplomatica y de canales de dialogo antes de llegar a la opción militar.
Advertencia por parte de la UE hacia Estados Unidos, presionando para un “no” categórico a cada forma de proteccionismo.


La sensación general es que China y Europa están preocupadas por las decisiones sobre política económica americana, situándolas como determinantes para el desarrollo de la situación económica global. Tanto Pekín como Bruselas son muy pesimistas. Una ley que prohíba la venta o compra de productos europeos en territorio estadounidense conllevaría una dura reacción europea. La misma “Buy America”, que limita las financiaciones a las obras públicas a las empresas que utilizan acero americano, está llevando a Europa hacia una iniciativa oficial recurriendo al OMC.

Los macro-objetivos

El encuentro de Davos ha hecho surgir la voluntad de tomar decisiones que garanticen soluciones comunes a la crisis mundial. El objetivo a corto plazo es el de acordar entre ellos las prioridades y las agendas económicas y climáticas durante 2009, con el fin de crear oportunidades.

Entre los puntos principales expresados en Davos:
La idea de utilizar los fondos anticiclicos para estimular la demanda, con el fin de generando empleos con la idea de reducir las emisiones de carbono y ya que se invierte hacerlo verde.
La petición a las industrias, gobiernos y a la sociedad en general de emprender proyectos que sean aplicables a la economía a corto plazo, así como para hacer frente al cambio climático a largo plazo.

Energía, agua, alimentación y clima

Según el informe presentado en Davos, a menos que se inviertan unos 515.000 millones de dólares al año en energía limpia hasta 2030, las emisiones de carbono alcanzarán un nivel considerado como insostenible por la comunidad científica. Más allá del énfasis impuesto en el problema del calentamiento global, cuestión aún debatida en la comunidad científica, la cuestión es la de elaborar un gran proceso de reconversión de la industria global, en concreto, la de las grandes potencias occidentales, de China y de otras economías emergentes, que deberán desvincularse de la dependencia del combustible fósil.
En el informe se identifican ocho sectores para invertir en energías alternativas: eólica terrestre, eólica marítima, solar fotovoltaica, generación de electricidad con energía solar térmica, energía con los desechos, etanol con remolacha de azúcar, biocombustibles y energía geotérmica. Adaptar cada una de las legislaciones nacionales a estos ocho sectores de desarrollo representaría el paso decisivo para impulsar la economía, con empresas listas para invertir y nuevos puestos de trabajo, muchos de ellos especializados.

El segundo informe presentado es el vinculado a los escenarios económicos y geopolíticos, ligados a los recursos hídricos. En los próximos veinte años, el agua será el eje entre alimentación, energía, clima, crecimiento económico y seguridad. En Estados Unidos, el 39% de los recursos hídricos es utilizado por el sector energético, mientras que en Europa se usa el 31%.
Para 2030 el consumo de agua en el sector energético americano crecerá en un 165%.

Sin agua no hay agro, la estimación de un aumento para 2025 de la demanda global de cereales en 828 millones de toneladas (+42% respecto a la actual), incrementará el consumo de agua principalmente en el sector agrícola. A esto se suma la seguridad interna ligada a la escasez de agua, tanto en el sentido de aprovisionamiento para el consumo doméstico como en términos sanitarios.

Este documento presentado en Davos está compuesto por 12 puntos que giran en torno a la necesidad de encontrar inversores privados o públicos que sostengan las previsiones hechas en el documento, abrir un proceso de esclarecimiento acerca del problema del agua, mostrando al mundo que la escasez del agua es un problema real y que tendrá repercusiones dramáticas sobre la economía y sobre la alimentación de muchas regiones del mundo.
El aumento de la población incrementará la presión sobre la agricultura que pedirá mas agua, y el crecimiento económico que el mundo retomara despues de esta crisis exigirá mayor cantidad de agua para las industrias y para las zonas urbanas.

El encuentro de Davos empuja a los gobiernos a modificar las legislaciones internas en materia agrícola e incrementar el comercio internacional, y les plantea a Estados Unidos y a Europa trabajar mas sobre la certidumbre energética, la cual tiene un impacto muy fuerte sobre el problema del agua y el agro.

Hacen falta inversiones en los paises centrales en infraestructuras hídricas para ganar eficacia, hacen falta creditos blandos del sector público o subsidios al sector financiero privado para que se involucren en estos temas como fondeadores.


Rubén Weinsteiner

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Islas Maldivas a punto de desaparecer por el cambio climático


Podrían relocalizar a la amenazada población de las islas Maldivas en la India o en Sri Lanka

El nuevo presidente de las islas Maldivas asumió ayer y anunció de inmediato que una de sus prioridades será buscar una nueva casa... para mudar allí a todo el país.

Razones no le faltan: si continúa el aumento del nivel del mar como consecuencia del calentamiento global, el archipiélago podría lisa y llanamente desaparecer.

Tras asumir el cargo, el mandatario Mohamed Nasheed hizo pública su intención de crear un fondo soberano de inversión para comprar tierras en otras partes de la región y reinstalar allí a toda la población. "Nada podemos hacer nosotros para detener el cambio climático, así que debemos comprar tierras en otro lugar", afirmó Nasheed, un ex preso político que ganó las primeras elecciones presidenciales democráticas en las islas.

Las Maldivas, un paraíso turístico en el océano Indico con playas de arena blanca y aguas transparentes, están constituidas por 1192 islas pequeñas, pero sólo 203 están habitadas. Casi el 80% de las tierras del archipiélago se encuentra a menos de un metro por encima del nivel del mar.

"No nos queremos marchar de las Maldivas, pero tampoco queremos ser unos refugiados climáticos instalados en tiendas durante decenas de años", agregó el presidente, quien dijo que va a empezar a poner de lado parte de las ganancias generadas por el turismo -que superan los 1000 millones de dólares anuales-, por el peligro real de que el país desaparezca del mapa.

El presidente precisó que habló del tema con varios mandatarios y detalló que la India y Sri Lanka serían las primeras opciones, debido a que tienen climas y culturas similares a los del archipiélago. Sin embargo, no se descartan otros destinos, como por ejemplo Australia.

El gobierno de la República de las Maldivas teme que en caso de no adoptar medidas urgentes, los descendientes de los 350.000 habitantes se conviertan en refugiados climáticos, uno de las grandes amenazas del siglo XXI.

Amenaza mundial
En marzo pasado, tras una propuesta de las islas Maldivas, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó una resolución que declara que el calentamiento global amenaza el bienestar de las personas y comunidades alrededor del mundo. La resolución, aprobada por unanimidad, reconoce que el cambio climático es una amenaza no sólo para el medio ambiente y la economía globales, sino también para la vida de aquellos que habitan zonas de alto riesgo.

La capital de las Maldivas, Malé, está rodeada por un muro de tres metros de altura, cuya construcción demoró 14 años y tuvo un costo de 63 millones de dólares.

Pero resulta impensable proteger con murallas a cada una de las islas del archipiélago, una obra faraónica que además de extremadamente costosa terminaría siendo inútil, porque este tipo de barreras sólo sirven de resguardo para las mareas altas y se revelan inútiles en caso de un aumento prolongado del nivel del mar.

El 26 de diciembre de 2004, las islas fueron devastadas por el fatídico tsunami, que dejó más de 220.000 muertos en la región. Casi todo el archipiélago quedó inundado, y por lo menos 75 personas murieron, entre ellos seis extranjeros. La infraestructura del país se destruyó por completo en 13 islas habitadas y 29 de las islas turísticas.

sábado, 27 de septiembre de 2008

China e India aumentan las emisiones de carbono


El informe, titulado "Carbon Budget and Trends 2007" y preparado por la organización Global Carbon Project, señaló que el año pasado la concentración de CO2 se situó en 2,2 partes por millón (ppm) cuando en 2006 había sido de 1,8 ppm, por encima del 2 ppm de media del periodo 2000-2007.

"La actual concentración es la mayor durante los pasados 650.000 años y probablemente durante los últimos 20 millones de años" afirmaron los autores del estudio.

China e India fueron los países donde más aumentaron las emisiones de CO2, uno de los gases responsables del calentamiento global.

El informe constató que en 2006 China sobrepasó a Estados Unidos como el mayor emisor de CO2 del planeta y que India pronto se convertirá en el tercer emisor global al sobrepasar a Rusia.

Más de la mitad de las emisiones actuales de CO2 provienen de los países menos desarrollados, pero el informe destacó que desde una perspectiva histórica, los países en desarrollo que representan en el 80 por ciento de la población mundial solo suman el 20 por ciento de las emisiones totales realizadas desde 1751.

De hecho, los países más pobres del mundo, con una población de 800 millones de personas, "han contribuido con menos del 1 por ciento de estas emisiones acumulativas".

El informe señaló que océanos y tierra han acumulado el 54 por ciento de las emisiones humanas de CO2 realizadas entre 2000 y 2007, pero también constató que "la eficiencia de estos sumideros para recoger CO2 se ha reducido un 5 por ciento en los últimos 50 años", tendencia que continuará en el futuro.

Otro dato destacado por el estudio es que la deforestación es responsable de las emisiones netas de 1.500 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. La deforestación en Suramérica y Centroamérica fue responsable del 41% de esta cifra, mientras que otro 43% procedió de Asia y un 17% de África.

viernes, 18 de julio de 2008

El acuerdo sobre el clima en el G8 como un pequeño paso adelante

La cumbre del G8 se celebró este año en Japón entre el 7 y el 9 del julio pasado. Los Jefes de Estado de las principales potencias mundiales se reunieron para discutir los temas de mayor importancia en la coyuntura mundial: crisis alimentaria, ayudas al desarrollo y cambio climático. Este último punto se cerró con un importante acuerdo, que compromete a las naciones responsables de más del 60% de las emisiones de carbono a la atmósfera a una progresiva reducción de las mismas. La ambigüedad de dicho acuerdo ha suscitado protestas por parte del grupo de las naciones que se consideran “emergentes”, sobre todo de China e India, lo que ha puesto en evidencia que las decisiones sobre éste y otros temas no son más que una prerrogativa única de las grandes potencias tradicionales.

La resolución más importante de la cumbre anual de las 8 naciones más industrializadas del planeta probablemente ha sido el acuerdo sobre la reducción del 50% de las emisiones de CO2 antes de 2050. A este pacto no se le ha asignado un carácter vinculante, por lo que la importancia de las declaraciones residen en el hecho de que, por primera vez, Estados Unidos ha aceptado firmar un pacto de tal envergadura.

Estados Unidos todavía ocupa el primer puesto (con China, que le pisa los talones) en la lista de las naciones más contaminantes. Por ello siempre ha evitado unirse a acuerdos ambientales internacionales que pudiesen limitar su economía y perjudicar a sus empresas nacionales. Es bien conocido el rechazo de la actual Administración Republicana a firmar el Protocolo de Kyoto (que prevé la reducción del 5,2% de las emisiones para 2012 respecto a 1990) a pesar de que en el momento de la firma de este tratado, en 1997, Washington se había comprometido a reducir sus emisiones en un 6%. Hoy en día, sus emisiones de dióxido de carbono han aumentado en un 15% respecto a 1990.
Los objetivos de Estados Unidos y el rol de los “países emergentes”

El giro de 180 grados que ha dado Estados Unidos ante este tema -y, en menor medida, el resto de los miembros del G8– tras la reunión de Hokkaido, debe atribuirse a la importancia que ha alcanzado el problema del cambio climático, al que se une el impacto que está alcanzando la crisis energética actual en las principales economías mundiales. Washington y el resto de los Siete Grandes están tomando conciencia de la gravedad de la situación, en la que el aumento exponencial del coste del petróleo y la penuria alimentaria mundial son los primeros indicios.

La Administración Bush también debería tener en cuenta un factor importante en la política interna, las próximas elecciones presidenciales americanas. Como reflejaban los acuerdos sobre Oriente Medio propuestos por Bush a finales del 2007 en la Conferencia de Annapolis con el Gobierno de Israel, la Autoridad Palestina y los otros representantes principales de la región la Casa Blanca estaría intentado incluir el tema ambiental entre los resultados exitosos de la actual Administración. De hecho, así como el conflicto entre Israel y Palestina habría ocupado una importancia irrelevante en la gestión de George Bush en Oriente Medio, con la atención centrada en Irak, la llegada del nuevo inquilino a Washington no se ha correspondido con progresos en acuerdos climáticos. En 2002, cuando Bush se instaló en la Casa Blanca, la problemática desapareció de la agenda del G8 –que fue reemplazada por el terrorismo– para volver a incluirse tímidamente en 2005, en Gleaneagles (Escocia), mientras que en 2007, en Alemania, surgió la idea de un acuerdo sobre el clima, donde el tema se perfiló nuevamente.

El impulso de la UE, entre los partidarios más concienciados de la urgencia climática, ha sido fundamental para determinar el cambio estadounidense, ya que permitió dar un paso adelante durante la última Cumbre alemana en 2007 con la propuesta de reducción del 30% las emisiones para 2020. Bruselas también es responsable de la evolución del proyecto, ya que en la última reunión, en Heiligendamm, pasó de la consideración de “aconsejable” al de “necesario”, según establece el documento final de Hokkaido.

Además de la intervención europea, en del cambio estadounidense hay que tener en cuenta el sustancial aumento de las tasas de contaminación ambiental que han registrado los países en crecimiento en los últimos años, en concreto China e India. Una aportación que, aunque ambos se hayan unido al Protocolo de Kyoto, difícilmente pueden pasar desapercibidos. A pesar de que la India no haya publicado estadísticas oficiales hasta 2004, se estima que sólo en los años 90 sus emisiones de gas de efecto invernadero se duplicaron, situándose hoy día en el quinto puesto de los países con la tasa de contaminación más alta.

En esta clasificación, con más de 5 millones de toneladas de emisiones de CO2 y el 18,4% del total en el mundo (datos de la ONU en 2004), hoy China ocupa el segundo puesto, detrás de Estados Unidos. Considerando que este país reúne una quinta parte de la población mundial y que un chino registra un consumo energético de entre el 10 y el 15% más que un americano, con el crecimiento actual, los temores de que China se convierta en el principal responsable mundial de la emisión de gas contaminante parecen cada vez más probables.

Declarado internacionalmente, para Bush se trata de mostrar una actitud preocupada para evitar las críticas hacia una Administración que ha mostrado poco interés en este tema. Todavía más importante es la necesidad del G8 de ofrecer una imagen de consenso. Los países emergentes, cuyos impactos ambientales se derivan de su rápido desarrollo, preocupan todavía más que la efectiva adopción de restricciones por parte de países ya industrializados como Estados Unidos.
La respuesta de los “países emergentes”

Esta preocupación se deduce de la invitación a “considerar seriamente estas reducciones” incluido en el comunicado final del G8 a los principales países emergentes reunidos paralelamente en Japón en el G5, un grupo interregional que, además de los dos “grandes asiáticos”, reúne a Sudáfrica, Brasil y México.
Esta posibilidad ha sido firmemente rechazada por estos países, que desde hace tiempo reivindican el derecho al desarrollo, que hasta ahora se les ha impedido limitando su crecimiento, una responsabilidad que declaran que recae esencialmente en países ya desarrollados. Los participantes en el G5 acordaron que los países industrializados son los principales culpables del estado actual del planeta y que esta responsabilidad debe traducirse en compromisos. Además, critican la insuficiencia de los acuerdos realizados por los “8 grandes” en Hokkaido. En este sentido, su propuesta establece que los G8 deben abrir camino, reduciendo antes de 2020 de entre el 25 y el 40% del total de las emisiones de gas de efecto invernadero, aludiendo a que esta cifra debería aumentar entre un 80 y un 95% para 2020.

Esta respuesta negativa a las declaraciones de Hokkaido era previsible. El horizonte de 2050 representa una meta lo bastante vaga y lejana como para ser modificada ahora. Sobre todo, como han hecho saber las numerosas ONG presentes en Japón, el texto no fija una fecha de referencia para el cálculo de la reducción. Sobre este aspecto persiste la discrepancia entre la Unión Europea, que insiste en considerar que el punto de partida debería ser 1990, año reconocido como la formación de la ONU, y Canadá y Japón, que proponen como punto de partida el 2005, mientras Washington prefiere mantenerse al margen. La cuestión es crucial, ya que el año de referencia permite cuantificar el total de la reducción. Su indefinición deja invariable el escenario, según el cual cada reducción en las emisiones pertenece a cada sujeto, quien decidirá dar el primer paso, entre el G8 y los países emergentes.
Otros términos de la Cumbre

Además de las declaraciones sobre el cambio climático, la Cumbre ha ofrecido pocos avances en otros temas de la agenda: la crisis energética y alimentaria, y las promesas de ayudas al desarrollo de África. En 2005, el G8 había prometido duplicar estas ayudas para el 2010. Sin embargo, muchas ONG han denunciado que sólo un tercio de la cifra acordada (25.000 millones de dólares) habría estado destinada a este fin y que algunos países habrían reducido su contribución en los últimos tres años. La reacción de los Jefes de Estado en Hokkaido ha sido la firma de un nuevo acuerdo que llevaría a una cantidad total de 50.000 millones de dólares, para financiarla en 2010.

Respecto a la crisis energética, no hay duda de que este año las principales economías del mundo se han tenido que enfrentar a un contexto muy diferente del que existía hace 3 años (con un precio del petróleo tres veces inferior y una crisis alimentaria inimaginables en la época). La solución ofrecida por el G8 se ha evidenciado ambigua Han ofrecido una salida de la crisis aumentando las inversiones para la exploración y refinación del petróleo crudo. Una elección, discutible, ya que, además de que necesita de mucho tiempo para que surja efecto, se contradice con los propósitos sobre la reducción de las emisiones. Paralelamente, el gobierno estadounidense, asegurando la voluntad compartida por los otros Jefes de Estado, ha invitado a los países en vías de desarrollo a poner fin a las ayudas a la producción del crudo, responsable, según aquéllos, de que se haya triplicado el coste registrado en el último año.
Conclusiones

Las declaraciones de la Cumbre del G8 dejan entender que la contaminación ambiental y la reducción de las emisiones de gas que causan el efecto invernadero se están configurando en la agenda internacional y están destinados a llamar, cada vez más, la atención del gobierno. El desarrollo de los encuentros, no sólo en el seno de la G8 sino también en la cumbre alternativa de las economías denominadas “emergentes”, podrá tener un impacto devastador sobre el clima (si se confirmasen los actuales niveles de crecimiento) revelando que la solución a estos temas no sólo deberá ser global, sino que las decisiones que se tomen al respecto ya no serán una prerrogativa de las principales potencias mundiales.

Los países emergentes, como los reunidos en la G5, han desarrollado economías que hoy son más sólidas frente a las crisis internacionales y que, gracias a la producción de materias primas altamente cotizadas en el mercado internacional, dependen menos del crédito de las principales instituciones financieras mundiales. Por esta razón, reclaman un espacio en el núcleo de las decisiones, en un posible G13 o G16, como sugiere el encuentro de las Grandes Economías (Major Economies Meeting -MEM, por sus siglas en inglés) que se celebró el último día de la cumbre japonesa y que, además del G8 y el G5, comprende inclusoa Australia, Indonesia, Corea del Sur y Sudáfrica. En esta sede, todos los países emergentes han declarado su compromiso en la causa ambiental, haciendo hincapié en que los primeros de la fila deberían ser las naciones industrializadas, con objetivos y términos intermedios claramente definidos. Se trata de un compromiso que el G8 no ha podido asegurar. En lo que respecta a la ayuda destinada a los países en vías de desarrollo, el presidente chino, Hu Jintao, ha confirmado la necesidad de transferir tecnología a los países avanzados, con el objetivo de instaurar procesos productivos compatibles con el ecosistema.

miércoles, 9 de julio de 2008

El G-8 mas los emergentes acuerdan en bajar emisiones pero no en como hacerlo


Las naciones del G8 y los países en desarrollo ocultaron hoy sus diferencias sobre el recorte de los gases de efecto invernadero al decir que compartían una “visión conjunta” de la acción para combatir el cambio climático.

Una reunión de las 16 economías principales, llevada a cabo al margen de la cumbre de tres días del G8 en Hokkaido, reconoció la necesidad de “recortes profundos” en las emisiones de carbono, pero dejó a las cuestiones dificultosas sin resolver.

George Bush ha defendido la idea de ampliar las conversaciones sobre el cambio climático del G8 hacia otros países que son grandes contaminantes y ha insistido en que EEUU sólo firmará un sustituto al acuerdo de Kyoto de 1997 si naciones como China e India están involucradas.

Las conversaciones de hoy implicaron al G8 más la Unión Europea, India, Indonesia, Corea del Sur, México, Australia, China y Brasil y surgió luego que los países en desarrollo dieran una fría recepción al último anteproyecto del G8 para enfrentar el problema de las emisiones.

El G8 llamó ayer para la próxima conferencia sobre cambio climático el año que viene en Copenhague, a adoptar una reducción de al menos un 50% en las emisiones globales para el 2050. China e India dejaron en claro, sin embargo, que no estaban dispuestos a suscribir el objetivo del G8, pero, de acuerdo a las fuentes en la cumbre, dijeron que sí estarían dispuestos a actuar más tarde. Creen que las naciones del G8 deberían echarse al hombro la mayor parte de la carga de combatir el cambio climático y están buscando recortes que van del 80 al 90 por ciento en Occidente.

Sin compromisos

Como resultado de todo ello, la declaración presentada hoy por las 16 mayores economías no hizo mención de ninguna meta específica para reducir emisiones, no dio ninguna fecha de referencia desde la que sus reducciones podrían comenzar, y realizó sólo una referencia de pasada a un objetivo de mediano plazo para recortes en el mundo desarrollado.

El presidente Hu Jintao de China dijo que la primera prioridad de su país era el desarrollo económico para sacar a la gente de la pobreza y que sus emisiones per cápita eran bajas.

José Manual Barroso, presidente de la Comisión Europea, dijo que era tiempo de que los más grandes contaminantes del mundo “sean realistas” en la lucha contra el cambio climático y señaló que todas las grandes economías tenían que hacer su parte.

Barroso dijo que la reunión de hoy había permitido “un intercambio de visiones útil y totalmente constructivo”.

Añadió: “Es bastante erróneo ver esto en términos de una confrontación entre países desarrollados y en desarrollo. Por supuesto que aceptamos la parte más grande de responsabilidad, pero esto es un desafío global, que requiere una respuesta global”.






jueves, 26 de junio de 2008

Habitantes de un país piden asilo como consecuencia del cambio climático

Las gestiones de Anote Tong, presidente de la pequeña nación de Oceanía, Kiribati, por encontrar un país que acepte a sus ciudadanos, hasta ahora solo fue respondida favorablemente por Nueva Zelanda. Hasta el momento, dos de los 33 islotes que la conforman, 22 de ellos deshabitados, se han hundido producto del aumento del nivel del mar.

Son 105 mil personas que buscan un lugar para vivir después de que los efectos del cambio climático, amenazaran con arrasar sus islas, lo que finalmente sucedió en dos de ellas. La pequeña nación de Kiribati, en el continente de Oceanía, se debate entre la supervivencia o la desaparición.

Para encontrar un lugar para estos futuros refugiados ambientales, el Presidente de ese país, Anote Tong, inició una gira internacional para solicitar a sus vecinos que adopten a los ciudadanos de Kiribati. Hasta el momento, sólo respondió favorablemente Nueva Zelanda, según informó Adnmundo.

El Presidente denunció en todos los ámbitos internacionales que los archipiélagos del Pacífico Sur son los que más sufren los efectos del cambio climático, con la amenaza latente de desaparición, cuando solo producen el 0,6 por ciento de la contaminación mundial.

En 1989, un informe de las Naciones Unidas había advertido que los islotes que conforman Kiribati - once que están habitados; 22 deshabitados y una isla volcánica -, desaparecerían bajo las aguas. El hundimiento de los dos islotes confirmó lo peor.

Como si fuera una jugarreta del destino, Tebua y Abanuea, tal el nombre de los dos islotes perdidos, significan en lengua nativa, “la playa que más tiempo permanece”.

La superficie de los 33 islotes que conforman el país de Kiribati no supera en total la de cualquier municipio de una gran ciudad occidental, sin embargo, la petición de asilo de las 105 mil personas que necesitan encontrar una nueva patria, no ha sido atendida por la mayoría de las naciones vecinas.

De esos poco más de cien mil habitantes que tiene Kirabati, la mayoría se aloja en las islas Gilbert, que fueron magistralmente reflejadas por el escritor escocés, Robert Louis Stevenson, en su novela de fines del 1800; “Los Mares del Sur”.

sábado, 14 de junio de 2008

El cambio climático golpea a los mas pobres

El problema del Cambio Climático afecta a todo el planeta, pero los grados de vulnerabilidad son muy diferentes según la riqueza de los países. Lo paradójico es que los países ricos son los principales productores de gases invernadero, y los más pobres quienes sufren las peores consecuencias.

Por Bernardo Kliksberg




EL NUEVO INFORME DEL PANEL INTERGUBERNAMENTAL DE NACIONES UNIDAS SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO, había generado gran expectativa. El informe, preparado por dos mil científicos de más de cien países, predice que el calentamiento global puede tener claros impactos sobre la salud pública y señala que puede provocar un aumento de las muertes y las enfermedades debido a las olas de calor, las inundaciones, las tormentas, los incendios y las sequías.

Jonathan Patz, de la Universidad de Wisconsin, señala que se puede esperar un aumento de la malaria en África. La enfermedad mata de uno a dos millones de personas anualmente. Resalta Patz: El cambio climático es una de las más desafiantes amenazas a la salud pública del milenio.

EL PUNTO DE NO RETORNO
Thomas Lovejoy, presidente del prestigioso Centro Ambiental Heinz (Washington), dice que el informe es una triste confirmación de lo que hemos venido siguiendo los últimos 20 años. La naturaleza es muy sensible al cambio climático, y estamos viendo desequilibrios en ecosistemas en todo el planeta. David Ignatius (The Washington Post) llama la atención sobre los escenarios que traza el futurólogo Peter Schwartz, que parte de la misma premisa. Señala que el cambio climático está empujando a los sistemas en todos lados hacia puntos de no retorno.

Ejemplifica con Haití y Bangladesh. Haití se ha convertido, por la deforestación y la pérdida de abono de la tierra, en un ecosistema en el borde. Algunos de los riesgos comunes del cambio climático, como una sequía prolongada o un huracán devastador, podrían hacer explotar el sistema y producir una crisis de refugiados gravísima. En Bangladesh, millones de personas viven al lado del agua. Si el deshielo continúa y los mares crecen, se puede producir una catástrofe, pues entre 60 y 100 millones de personas tendrían que escapar. Por otro lado, el informe previene que en las regiones áridas y semiáridas, donde viven 700 millones, el calentamiento puede agravar la escasez de agua. Millones deberían irse.

UN PROBLEMA GRAVE Y EN CRECIMIENTO
El aumento de las temperaturas, el mayor en 10.000 años, puede amenazar en 2020 la supervivencia de entre el 20 y el 30 por ciento de las especies conocidas. Una ONG ambiental, WWF, indica que entre las especies en riesgo se hallan las tortugas marinas en América latina. Sus nidos pueden ser destruidos por los niveles crecientes de agua. Los bosques de alerces en Chile y la Argentina se hallarían en alto riesgo por los extensos períodos de sequía y el posible aumento de los incendios forestales.

El calentamiento global es, en un 90 por ciento, producto de la acción humana. Está directamente ligado a las emisiones de gases invernadero. Hace 10.000 años había 160 partes de dióxido de carbono por millón en la atmósfera. Ahora se estima que son 380. En los últimos 20 años, la concentración atmosférica de estos gases ha aumentado a la cifra sin precedente de 1,5 partes por año. El secretario general de la ONU, Ban-ki Moon, que ha puesto el tema en el centro de su gestión, asegura que es un problema grave, y en crecimiento.

MÁS POBRES, MÁS VULNERABLES
El problema afecta a todo el planeta, pero los grados de vulnerabilidad son totalmente diferentes según la riqueza de los países. El informe destaca especialmente la desigualdad en los impactos. Expresa: Las comunidades pobres son especialmente vulnerables porque tienden a concentrarse en áreas de riesgo, tienen menos capacidades para enfrentar el problema y son más dependientes de recursos muy sensibles al clima, como el agua y las fuentes de alimentos.

Ello genera una situación paradójica. Según los estimados, los países más ricos son los principales productores de los gases invernadero. Se calcula que Estados Unidos es responsable del 29 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono y Europa Occidental, del 27 por ciento. Los países pobres no tienen incidencia mayor. Sin embargo, ellos son los que pueden sufrir las consecuencias más graves. Según la ONU, en 2020 las penurias de agua podrían estar afectando a 250 millones de personas en África y la producción agrícola en ciertas áreas podría caer en un 50 por ciento. En Asia, la falta de agua fresca puede afectar a 1000 millones de personas en 2050. Señala un economista, Jacob Mendelsohn (Yale): La idea original era que estuviéramos todos juntos en esto, y ésa es una idea más fácil para vender. Pero la investigación no la avala: no estamos todos juntos.

La presión pública por medidas inmediatas está creciendo en el mundo desarrollado. En Estados Unidos, el Congreso creó un nuevo comité dedicado al tema. La Corte Suprema termina de producir un fallo histórico. Ante la demanda interpuesta por 12 estados y 13 ONG ambientales, decidió que la Agencia de Protección del Ambiente Federal tiene la autoridad para regular los gases tóxicos de los automóviles y que no puede no ejercerla, salvo que muestre razones científicas. Diversos estados y 400 intendentes han anunciado metas de reducción de emisiones. The Washington Post dice que la mayor cuestión moral de nuestro tiempo es nuestra responsabilidad con el planeta y sus habitantes. The New York Times comenta: Los riesgos de la inacción son grandes. El tiempo para la acción es cada vez más corto.

FORJAR UN PACTO DE RESPONSABILIDAD
La Unión Europea acordó reducir las emisiones de gases invernadero en un 20 por ciento para 2020. Gran Bretaña fijó metas aún mayores: de un 26 a un 32 por ciento de reducción, y se propone dictar leyes firmes en tal sentido.

América Latina, que sólo contribuye con el 3,8 por ciento de los gases invernadero, aparece en el nuevo informe de la ONU con pronósticos preocupantes. Se dice que la reducción de los glaciares pone en riesgo de no tener suficiente agua a millones de personas. Junto a ello están los efectos de los huracanes y las inundaciones sobre las poblaciones más vulnerables, los impactos destructivos sobre la agricultura y los efectivos regresivos sobre la salud de los más pobres.

En una región tan desigual, se está sumando a las asimetrías en ingresos, capital, educación y otras, la vulnerabilidad mucho mayor de los más humildes frente al cambio climático.

Se impone, en la región como en el mundo, diseñar políticas públicas muy activas en este campo y forjar un gran pacto de responsabilidad entre gobiernos, empresas privadas ambiental y socialmente responsables y una sociedad civil movilizada.

Urge pasar del asombro y la alarma a la acción concreta.

Cambio climatico causa de conflictos armados

La fragilidad del Estado y el impacto medioambiental, una combinación explosiva

Si no se frenan los efectos del cambio climático, y la sequía avanza en amplias zonas del mundo, factores como el hambre, los desplazamientos de población, el desequilibrio y los conflictos se agudizarán. Los países más pobres sufrirán las peores consecuencias, dice la autora. Los países desarrollados deben afrontar y abordar sus responsabilidades al respecto, señala.

Por Mabel González Bustelo




EN EL AÑO 2007 el cambio climático logró por fin situarse en la agenda política global como uno de los grandes problemas que afronta la humanidad. Así lo reflejaron las conclusiones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), y su importancia también quedó constatada en la concesión del premio Nobel de la Paz al citado organismo y al ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore.

“Los efectos del cambio climático junto a problemas socioeconómicos y políticos pueden agravar tensiones ya existentes y dar lugar a conflictos armados” Pero además, cobró fuerza y visibilidad una dimensión hasta ahora poco estudiada del fenómeno: el cambio climático como posible fuente de tensiones y conflictos. Una muestra de ello es que el año pasado, por primera vez, el Consejo de Seguridad de la ONU debatió sobre el cambio climático como amenaza para la paz y la seguridad global.

Los efectos del cambio climático amenazan la paz y estabilidad en amplias regiones del mundo, especialmente en aquellas donde vienen a sumarse a una situación de fragilidad estatal, gobiernos débiles, problemas económicos e inestabilidad. Su combinación con los problemas socioeconómicos y políticos pueden agravar tensiones ya existentes y dar lugar a la escalada de las mismas e incluso a conflictos armados.

COMPETENCIA POR RECURSOS CADA VEZ MÁS ESCASOS
Según la organización International Alert, 46 países (en los que viven 2.700 millones de personas) “El cambio en los patrones pluviométricos pueden provocar el agotamiento de las cosechas y aumentar la inseguridad alimentaria” están en claro riesgo de sufrir conflictos violentos, mientras en otros 56 las instituciones tendrán serios problemas para gestionar los efectos de este fenómeno, ya que éste se sumará a los retos ya presentes.

Las regiones más afectadas serían África, el centro y sur de Asia y zonas de América Latina como la región andina. Se trata de algunas de las regiones más pobres del mundo.

Hay varias formas en las que el cambio climático puede generar tensión e incluso conflictos. Una de ellas es la competencia por recursos cada vez más escasos. “Con la desertización, se dificulta la coexistencia entre poblaciones agrícolas sedentarias y pastores nómadas que solían compartir los recursos” El avance de la desertificación y el cambio en los patrones pluviométricos pueden provocar el agotamiento de las cosechas y en último término aumentar la inseguridad alimentaria. 430 millones de personas ya viven actualmente con escasez de agua, y todas las predicciones del IPCC indican que este número aumentará.

Un ejemplo de ello podría ser la guerra en Darfur (Sudán), que se ha calificado como el primer conflicto del cambio climático. Aunque las interpretaciones más frecuentes lo explican como un enfrentamiento de raíces étnicas entre árabes y africanos, la realidad es más compleja.

OTRA LAMENTABLE RAZÓN PARA EL DESPLAZAMIENTO DE PERSONAS
Hay que tener en cuenta el enfrentamiento por la tierra y las fuentes de agua entre poblaciones agrícolas sedentarias y pastores nómadas que tradicionalmente habían compartido los recursos, pero que ahora tienen más difícil hacerlo por el avance del desierto. “Para el año 2050, habrá más desplazados y refugiados por el cambio climático que por los conflictos”

Otros elementos que han contribuido a la violencia son el abandono de la región por parte del gobierno central, la debilidad estatal, la proliferación de armas ligeras o la intervención de actores externos, entre otros.

Asimismo, otro factor de inestabilidad pueden ser los grandes movimientos de población. Las formas de vida de cientos de millones de personas van a resultar afectadas por las consecuencias del cambio climático, y son previsibles grandes movimientos de población, dentro de los países (hacia otras zonas rurales o hacia las ciudades) y cruzando fronteras.

“Las zonas donde se dan las condiciones climáticas favorables para la proliferación de enfermedades como la malaria aumentarán” Tanto desde la ONU como desde numerosas ONG se afirma que, para el año 2050, habrá más desplazados y refugiados por el cambio climático que por los conflictos. Este movimiento, por sí mismo, no tiene por qué generar inestabilidad, pero lo hará si los recursos en el lugar de llegada también son escasos y esto genera fricciones con las comunidades locales. Por ejemplo, además de las consecuencias internas, el conflicto de Darfur ha llevado a 300.000 personas a huir al país vecino, Chad. Esto ha extendido el conflicto a este país, y se ha sumado a la violencia interétnica y al enfrentamiento entre Gobierno y rebeldes. El resultado es que casi 200.000 personas en Chad también han tenido que abandonar sus hogares.

LOS ESTADOS FRÁGILES, LOS MÁS AMENAZADOS
La salud pública también puede resultar afectada. Las zonas donde se dan las condiciones climáticas favorables para la proliferación de enfermedades como el cólera o la malaria aumentarán. “La fragilidad estatal es importante: hacer frente a los impactos del cambio climático requerirá unos recursos, eficacia y legitimidad de los que muchos Estados carecen” Esto es grave porque se producirá en países que en muchos casos no disponen de los recursos sanitarios suficientes como para hacer frente a estas epidemias. Y la falta de acción de los Estados frente a estos problemas es uno de los grandes factores que minan su legitimidad.

Los países que resultarán más afectados serán aquellos donde las nuevas condiciones vengan a sumarse a un contexto de guerras recientes o inestabilidad política, pobreza y desigualdad y mal gobierno.

La cuestión de la fragilidad estatal es importante: hacer frente a los impactos del cambio climático requerirá unos recursos, eficacia y legitimidad de los que muchos de estos Estados carecen. En estos casos, es más probable que los ciudadanos se sientan desprotegidos y rompan el contrato social con el Estado, llegando a adoptar conductas violentas en busca de una forma de vida.

“Los países desarrollados tienen sólo un 15 por ciento de la población mundial y son los mayores emisores de gases de efecto invernadero” Es evidente que ésta no es ni será la única fuente de violencia en el mundo. El año pasado había activos 28 conflictos y 70 situaciones de tensión. Cada uno de ellos tiene raíces locales y motivaciones específicas, aunque pueden rastrearse rasgos comunes en la fragilidad estatal, la ubicación en regiones periféricas del sistema internacional, su exclusión del modelo actual de globalización, etc. Tras todos ellos hay también motivaciones políticas que probablemente seguirán existiendo en el futuro y que es necesario tener presente para comprender el origen y evolución de los conflictos violentos. Lo que el cambio climático puede hacer es exacerbar y extender las situaciones de tensión, poner aún más en entredicho la eficacia estatal y colocar en situación de vulnerabilidad a más millones de personas.

LA RESPONSABILIDAD DE LOS PAÍSES RICOS
Una cuestión importante que no puede obviarse es la extrema injusticia que supone todo esto. Los países desarrollados tienen sólo un 15 por ciento de la población mundial y son los mayores emisores de gases de efecto invernadero (aunque ahora se han sumado a ellos China e India, entre otras potencias emergentes).

Frente a esto, los efectos los sufrirán los países y poblaciones más pobres, que son los que menos han contribuido a esta situación.

Los países ricos tienen importantes responsabilidades hacia el resto del mundo y ésta debería ser una de ellas: por un lado cambiar su conducta para frenar el avance del cambio climático; por otro, una creciente y decidida cooperación internacional para ayudar a los países que no lo han generado a paliar sus impactos.

sábado, 7 de junio de 2008

US$ 45 billones se necesitan para reducir las emisiones de CO2

El reemplazo de las fuentes energéticas convencionales, no renovables, por la energía limpia y renovable puede iniciar un proceso de inversión que rescate a los países del peligro de recesión. Es para tener en cuenta.

Lograr reducir a la mitad las emisiones de CO2 de 2010 a 2050 es un reto difícil pero no imposible para la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Pero sí costoso. Para lograrlo se precisará una inversión de al menos US$ 45 billones (€ 28 billones) y la combinación de las distintas energías existentes.

Al incremento del uso de fuentes renovables para la generación de electricidad, este organismo de la OCDE propone, entre otras cosas, la construcción de 32 plantas nucleares anuales de 2010 a 2050, es decir, unas 1.280 centrales nuevas. Algo que, aseguran, supondría un ahorro de CO2 de un 6%. Actualmente hay 435 reactores en operación y 30 en construcción en todo el mundo.

"Es posible lograr un futuro energético sostenible", dice la AIE en el informe presentado ayer en Tokio. El estudio Perspectivas sobre tecnología energética 2008 asegura que la clave está en la tecnología.

"Lo principal es una mayor eficiencia energética, la captura y almacenamiento de CO2, las fuentes renovables y la energía nuclear", sostiene. En este análisis, que traza posibles escenarios y estrategias hasta 2050 para reducir las emisiones, sostiene que la economía energética precisará "una revolución".

La AIE, formada por 27 países, estima que para lograr que en 2050 las emisiones sean las mismas que hoy sería necesario invertir US$ 17 millones al año (€ 10,8 millones). Pero este organismo asegura que esa reducción puede no ser suficiente.

Los líderes del G8 acordaron en 2007 considerar reducir las emisiones de CO2 en un 50% hasta 2050. Y la AIE lo toma como escenario. Para llegar a él la inversión debería ser US$ 1,1 billones (€ 700.000).

En ese escenario un 36% de la reducción se conseguiría con una mayor eficiencia del uso de la energía, un 21% con la utilización de energías renovables, el 19% con secuestro de CO2 y el 24% con la eficiencia en la generación de la energía.

"Las mejoras de la eficiencia energética en los edificios, los electrodomésticos, el transporte, la industria y la generación de electricidad representan los mayores ahorros y menos costosos", aseguran. Pero fundamentalmente habría que "descarbonizar" la generación de electricidad. A la creación de nucleares este organismo suma la construcción de 17.500 turbinas eólicas.

La AIE sostiene que "el paso más difícil y costoso" es reducir las emisiones del transporte. "Se espera que los biocombustibles bajos en carbono desempeñen una función significativa".

viernes, 6 de junio de 2008

G8: El debate sobre el cambio climático

Con la próxima cumbre, que tendrá lugar entre el 7 y el 9 de julio en Hokkaido (Japón), el cambio climático volverá a ocupar los primeros puestos en la agenda de los ocho grandes.
Entre las distintas posiciones, se buscará llegar a un compromiso compartido, sobre todo en vista del 2012, año en que caducan los acuerdos de Kyoto y será necesario pensar en nuevas pautas para clima y medioambiente.

martes, 3 de junio de 2008

El automóvil eléctrico ya se pone las pilas


Esta vez parece que será la definitiva. Tras varios intentos fallidos a lo largo de los últimos 20 años, los coches eléctricos van a llegar por fin al mercado en cantidades significativas. Pero, sorprendentemente, la solución a sus principales problemas llegará de la mano de las baterías de ión-litio desarrolladas para los teléfonos móviles de última generación. Integradas en bloques o paneles, ofrecen ya una potencia muy superior a las de plomo que montaban los primeros modelos eléctricos de los años ochenta, y doblan la de las baterías de níquel que usa, entre otros, el Toyota Prius, el coche ecológico de referencia, y además ocupan la mitad de espacio.

Las baterías de los móviles pueden convertirse en la tabla de salvación inesperada del automóvil para resolver su dependencia del petróleo a mediano plazo. Sobre todo si el precio del barril mantiene su imparable escalada en los próximos años. Pero, a diferencia de 1996, cuando General Motors lanzó el coche eléctrico EV-1, que retiró del mercado en 2003 después de haber vendido apenas 1100 unidades, ahora llegan para quedarse. Ni siquiera los poderosos lobbies petroleros y de la industria del automóvil, y otros intereses políticos y económicos -que, según el documental de Cris Paine ¿Quién mató al coche eléctrico? (Sony Pictures, 2006), perpetraron su asesinato con la ayuda de la administración de Bush- parecen capaces de frenar su llegada al mercado: la sociedad y la tecnología juegan juntas ahora a su favor.

La toma de conciencia sobre las necesidades medioambientales es ya global, y el cóctel que se forma con la escalada del precio del petróleo se ha convertido en un problema político. La presión social para que la industria ofrezca cuanto antes los denominados automóviles de emisiones cero aumenta cada día.

Según el estudio Momentun, de la consultora KPMG, que recoge entrevistas con 113 directivos del sector de la automoción de todo el mundo, el interés de los compradores hacia los modelos que usen fuentes de combustible alternativas ha crecido 12% en 2007, respecto de 2006, y supone ya el 65 por ciento. Si a eso se suma que la Comisión Europea podría exigir en 2012 que las emisiones medias de CO2 de todos los modelos que venda cada fabricante no superen los 120 g/km (el límite que evita pagar en España el impuesto de matriculación y que sólo cumplen los coches más pequeños y eficientes), tendremos el caldo de cultivo perfecto para su consolidación definitiva. Los últimos avances tecnológicos completan el círculo virtuoso.

Sin embargo, el cambio definitivo viene de las marcas, que parecen por fin convencidas de que los autos eléctricos abren una oportunidad de negocio rentable. Carlos Ghosn, presidente de la Alianza Renault-Nissan, dijo: "Ofrecer vehículos de emisiones cero a un precio económico es el giro más importante que nuestra industria puede alcanzar. Nissan, junto con Renault, intentará liderar ese cambio. Hay que buscar un equilibrio entre el crecimiento del mercado y las demandas de un planeta limpio". Nissan desarrolla también el proyecto Better Place , para resolver la recarga de los coches eléctricos en la calle.

Rick Wagoner, presidente de General Motors, tiene objetivos parecidos: "El petróleo no podrá abastecer por sí solo la demanda de energía para autos en los próximos años. Impulsamos la diversidad energética a un ritmo y con una dedicación sin precedente". Otros expertos aseguran que si China, segundo mercado mundial, anuncia incentivos fiscales a los coches eléctricos para reducir la contaminación, las inversiones se dispararán.

Las nuevas baterías son mucho más compactas y ya no sacrifican la habitabilidad ni el baúl de los coches eléctricos. Pero, sobre todo, permiten recorrer entre 160 y 200 kilómetros sin recargarlas, frente a los 60 a 80 km de las anteriores, y ofrecen aceleraciones y velocidades máximas cercanas a las de los minibuses actuales. Su vida útil llega ya a los 100.000 km., una distancia suficiente para poder ofrecer garantías asumibles por los fabricantes sin que se disparen los costos. Se recargan al 80% en sólo 30 minutos en postes especiales similares a los parquímetros, y llegan al 100% en siete horas con cualquier enchufe doméstico.

Los investigadores aseguran haber resuelto los problemas de sobrecalentamiento, que podían provocar explosiones incontroladas. Y la producción masiva reducirá los costos de forma exponencial, con lo que los modelos eléctricos podrán competir en precio con los de mecánica convencional.

Baterías confiables

El sueño ecologista de ir y volver del trabajo a casa sin emitir CO2 puede hacerse realidad pronto. La autonomía de uso de los próximos autos eléctricos permitirá cubrir esos desplazamientos diarios del 90% de quienes viven en las grandes ciudades, más de la mitad de la población mundial.

Hay otra mejora clave y definitiva para que los vehículos eléctricos alcancen el éxito comercial. Las nuevas baterías acabarán con el temor de los compradores a quedarse tirados sin carga en la vuelta a casa, un inconveniente que ha limitado su aceptación en intentos anteriores.

El aumento de autonomía logrado reduce ya mucho ese riesgo. Pero llegarán también modelos eléctricos mestizos, con minimotores de nafta, diésel y otros combustibles alternativos para recargar en marcha las baterías. Y los nuevos supereléctricos de largo recorrido tendrán un radio de acción de 800 kilómetros y más.

Los primeros coches eléctricos de autonomía media (150 a 200 kilómetros) estarán disponibles en algunos países dentro de dos años. Al principio estarán basados en autos actuales, adaptados para funcionar con baterías. Pero si se cumplen las previsiones, hacia 2012 empezarán a llegar modelos eléctricos pensados y diseñados para esta energía. Y ya no serán microcoches casi de juguete, sino autos de todo tipo y tamaño, con líneas atractivas y, probablemente, más amplios por dentro: las mecánicas eléctricas ocupan menos espacio.

Nissan lanzará en 2010 un coche eléctrico de serie a gran escala en Japón y los Estados Unidos. El mismo vehículo llegará a Israel y Dinamarca en 2011, y en 2012, al resto del mundo. Mitsubishi ha anunciado la venta en Japón de su primer eléctrico con baterías de ión-litio producido en serie para 2010. Alcanza 130 km/hora y tiene 160 kilómetros de autonomía.

Los supereléctricos nacerán casi al mismo tiempo. General Motors ha anunciado para 2010 el Chevrolet Volt. Puede recorrer casi 100 km con baterías de ión-litio recargables en la red. Pero lleva un pequeño motor de gasolina que las carga sobre la marcha sin parar y permite recorrer 1000 km sin pasar por un surtidor.

La austríaca Magna Steyr, que ha producido las versiones europeas de los Jeep Commander y Chrysler Voyager, entre otros, empezará a producir, a finales de 2009, baterías de ión-litio para una conocida marca de automóviles, aún no develada. El italiano Pininfarina lanzará un minicoche eléctrico de lujo en 2010.

Entre los híbridos actuales (un motor de nafta y otro eléctrico que sirve de ayuda), Toyota lanzará una versión plug-in del Prius, con baterías más potentes recargables en el enchufe de casa, que permitirá hacer los trayectos diarios casi sin usar el motor de nafta.

Mientras la producción en masa de coches de hidrógeno no sea viable -como pronto, en 2020-, la alternativa para cubrir la demanda de modelos de emisiones cero serán los eléctricos. Las automotrices se han lanzado a una carrera que incluye la búsqueda de fabricantes de baterías de celulares para desarrollar en alianza los conjuntos eléctricos y llegar al mercado. Nissan acaba de crear una empresa con NEC para producir 65.000 kits de baterías al año. VW anunció el 30 de mayo su alianza con Sanyo para desarrollar baterías de ión-litio de alto rendimiento. Y BMW confirmará probablemente esta semana si fabricará modelos con esta energía.

El coche eléctrico está a punto de despegar. El nuevo Ministerio de Innovación español tiene una gran oportunidad para liderar las empresas nacionales en un proyecto propio. Una apuesta vital para mantener el tercer puesto en la producción europea de automóviles que podría compensar a medio plazo el desplome del ladrillo.

Por Manuel Gómez Blanco

domingo, 1 de junio de 2008

Somos ciegos, ecológicamente

Por: Edward O. Wilson
En cierto sentido, sabemos mucho menos de la Tierra que de Marte. Aún no se ha descubierto la gran mayoría de las formas de vida de nuestro planeta, y todavía no se sabe cuál es su importancia para nuestra propia especie. Esa brecha de conocimiento es algo serio: nunca entenderemos del todo ni lograremos preservar el mundo que nos rodea con nuestro actual grado de ignorancia. Volamos a ciegas hacia nuestro futuro medioambiental.

Desde que el naturalista sueco Carl Linneo inauguró el sistema de clasificación moderno hace dos siglos y medio, los biólogos descubrieron y bautizaron con nombres latinos casi dos millones de especies vegetales, animales y de microorganismos; un cifra impresionante pero que probablemente constituya menos del 10% del total. Las estimaciones aproximadas del número de especies que aún no se descubrieron oscilan entre diez y más de cien millones.

Sin embargo, un nuevo proyecto biológico, un ambicioso intento de crear una enorme base de datos electrónica nueva de especies conocidas, haría posible descubrir el restante 90% de las especies en mucho menos de 250 años, tal vez en sólo la décima parte de ese tiempo, en apenas una generación humana. El 9 de mayo de este año (2007), un grupo de instituciones que comprende desde Harvard y el Smithsonian hasta The Atlas of Living Australia empezó a compilar "La enciclopedia de la vida", que un día brindará un acceso unificado a todo el conocimiento sobre los organismos vivos.

¿Por qué molestarse en semejante empresa? Porque cada especie, desde una bacteria hasta una ballena, es una obra maestra de evolución. Cada una de las mismas perduró entre miles y millones de años, durante los cuales su combinación de genes fue evolucionando lentamente. Cada una de ellas se adapta de forma exquisita a su medio y se relaciona con una legión de otras especies, formando los ecosistemas de los que en última instancia depende nuestra vida.

Los últimos avances de la ciencia y la tecnología hicieron posible compilar y aumentar "La enciclopedia de la vida". El ritmo cada vez más rápido de las secuencias de ácido nucleico permite a los científicos leer el código genético completo de cualquier organismo. Puede decodificarse una especie viral o bacteriana en cuestión de horas, lo que hace que el inmenso mundo de los microorganismos –"la materia oscura de la biosfera"– se abra por fin a la exploración veloz. "La enciclopedia de la vida" contendrá una página infinitamente expandible para cada especie –con los links necesarios- y ofrecerá todo lo que se sabe de las especies, desde su ADN hasta el lugar que ocupan en el medio y su importancia para la humanidad. Asegurará que todos tengan libre acceso, en todo lugar y momento, al conocimiento existente.

Eso tendrá ventajas prácticas inmediatas. El descubrimiento de especies vegetales silvestres adaptables a la agricultura, la medicina y otros usos, por ejemplo, se acelerará, mientras que podrán descubrirse y controlarse virus y bacterias que provocan enfermedades antes de que puedan causar muchos daños.

Es esencial que actuemos con rapidez, ya que desaparecen ecosistemas y especies como consecuencia de la destrucción del hábitat, la contaminación, la superpoblación y el abuso de la caza y la pesca, así como de especies invasivas como las hormigas coloradas, el mejillón cebra, bacterias y virus. Tan sólo el cambio climático producto de la actividad humana podría eliminar la cuarta parte de las especies en el transcurso de los próximos cincuenta años.

¿Qué perderemos nosotros y las generaciones futuras si gran parte del medio ambiente sigue desapareciendo? Nunca habrá un gran almacenamiento de información científica. Se desperdiciarán nuevas clases de plantas. Habrá menos servicios ecológicos como purificación del agua, renovación del suelo y polinización, que equivalen aproximadamente al producto bruto interno global y constituyen un aporte de los ecosistemas naturales. Será más difícil lograr una estabilidad ecológica.

"La enciclopedia de la vida" es ciencia con plazo. Nos fijamos el objetivo de organizar e incorporar toda la información básica sobre los casi dos millones de especies conocidas en el transcurso de diez años. Es un cronograma ambicioso, pero es importante que el proyecto se afirme como una gran empresa científica, a la par del proyecto del genoma humano, una prioridad de la biología que con financiamiento gubernamental y privado y con la participación de científicos del mundo entero.

La ecología cambió la visión del mundo


Desde hace por lo menos diez años, los problemas del medio ambiente son patrimonio de las agendas gubernativas, de la vida diaria, de los movimientos sociales. Constituyen un nueva cultura. Acompañan este informe una entrevista al filósofo Gianni Vattimo y la opinión del prestigioso biólogo Edward Wilson.

Por: Héctor Pavón

"La 'contaminación' está de moda hoy en día..." Esa moda intolerable, era la que denunciaba Guy Debord ya en 1971. En nuestro presente la contaminación traspasó los límites de la moda y se instaló como uno de los pilares fundamentales de la problemática ecológica global. El título del ensayo de Debord era El planeta enfermo. Eso no ha cambiado, el paciente sigue con diagnóstico reservado, pero ya no es posible ser indiferente. Sigue Debord: "La época que posee todos los medios técnicos para alterar totalmente las condiciones de vida sobre la Tierra es también la época que, en virtud del mismo desarrollo técnico y científico separado, dispone de todos los medios de control y previsión matemáticamente indudable para medir por adelantado adónde lleva –y hacia qué fecha– el crecimiento automático de las fuerzas productivas alienadas de la sociedad de clases: es decir, para medir el rápido deterioro de las condiciones mismas de la superviviencia, en el sentido más general y más trivial de la palabra".

Muestras. El Protocolo de Kyoto se ha transformado en un tema de conversación que puede instalarse en cualquier mesa de bar. Pocos sabrán lo que implican esas tres palabras, pero todos alguna vez habrán oído esa expresión que se enlaza directamente con una palabra que tampoco nadie desconoce: ecología. Por supuesto, sabemos que la Tierra se está calentando, y que por consiguiente el cambio climático está transformando nuestras vidas. Y este nuevo estilo de vida se evidencia con la aparición de tsunamis, terremotos, huracanes, inundaciones, pero también sequías, escasez de agua. Allí, el hombre actúa indirectamente, pero en otros casos lo hace con todo el peso de su protagonismo como cuando dinamita montañas en busca de metales o elige semillas modificadas genéticamente que alteran la alimentación de toda la humanidad, por ejemplo.

La ecología, el estudio de la relación entre los seres vivos y su ambiente, del planeta, ya dejó de ser una bandera defendida solamente por pioneros, y también por esnobs, partidos "verdes" y biólogos, especialistas, para convertirse en una parte importante de la educación, un paquete de medidas propuesto por casi todos los partidos políticos, un lugar importante en la organización del Estado, y en algunas empresas, y un espacio definido en las agendas de negociaciones internacionales. Las iglesias se preocupan por el futuro del mundo, las maestras tratan de concientizar a sus alumnos del cuidado del agua, las advertencias circulan en cadenas interminables por Internet para advertir que una gran extinción de especies está en marcha. Olores, humos, esmog, olas desorbitadas, temperaturas insólitas, enfermedades, escasez de agua, inundaciones, sequías... Los males producidos por el calentamiento global están asolando el planeta y son muy pocos los que desarrollan políticas concretas para detener o cambiar esta situación.

"El precio de la civilización fue la traición a la naturaleza" dice el biólogo estadounidense Edward Wilson en su libro La creación y agrega que la revolución neolítica, caracterizada por la aparición de la agricultura y de las primeras aldeas, se nutrió de la prodigalidad de la naturaleza. Esa revolución del neolítico abonó la ilusión de que una pequeña proporción de plantas y animales domesticados podía sustentar indefinidamente la expansión humana. Hasta no hace muchos siglos, el empobrecimiento de la fauna y la flora parecía un precio aceptable, pero borrar la naturaleza es una estrategia muy peligrosa. "Tenemos por delante un largo camino que habrá que recorrer para hacer las paces con el planeta y entre nosotros. Equivocamos el rumbo cuando nos lanzamos a la revolución neolítica. Desde entonces, siempre seguimos una dirección ascendente desde la naturaleza, en lugar de elevarnos hacia ella", advierte el biólogo.

Cuento japonés

El Protocolo de Kyoto fue firmado en 1997 y exige que 37 naciones industrializadas reduzcan sus emisiones de gas de invernadero entre 2008 y 2012 en un promedio de 5% por debajo de los niveles de 1990. La intención es lograr que el próximo tratado genere mayores reducciones a partir de 2013. La Unión Europea ha propuesto que para 2020, los países industrializados reduzcan sus emisiones entre 25% y 40% por debajo de los niveles de 1990. En tanto, Estados Unidos ha rechazado las metas nacionales obligatorias de reducción de contaminantes, como las que fueron convenidas durante el Protocolo de Kyoto. Esta semana el presidente brasileño Lula da Silva dijo: "El Protocolo de Kyoto fracasó, fue bonito firmar. Todo el mundo firmó, pero quien tenía que tomar medidas para cumplir el Protocolo no lo refrendó, somos nosotros quienes refrendamos".

De este modo, Lula se refería al uso de etanol de caña de azúcar con que Brasil redujo en 800 millones de toneladas sus emisiones de CO2. No ocurrió lo mismo con la actitud de Estados Unidos, o el resto de los países del llamado Primer Mundo.

El medio ambiente se transformó en un peligroso ring donde se enfrentan el mundo desarrollado contra el subdesarrollado y donde, consecuencia de la globalización, los humos que se emiten en Estados Unidos, el calor de las fábricas chinas, la radiación de los arsenales nucleares soviéticos, los basurales de Nápoles, los ríos contaminados de la India, expanden hedores por todo el planeta, elevan su temperatura y son capaces de torcer el rumbo y la intensidad de los fenómenos naturales.

Hacia el año 2001, el programa de Medio Ambiente de la ONU sostenía que algunos de los cambios climáticos se podían atribuir a la interferencia del hombre. Seis años después los especialistas concluyeron que existen muchas más evidencias de que el hombre es el responsable por la emisión de los gases de carbono que aumentan el natural "efecto invernadero" en la atmósfera. "Se acerca el día en que el calentamiento climático escapará de todo control: estamos en las puertas de lo irreversible en un límite donde no se puede dar marcha atrás", dijo Jacques Chirac, ex presidente de Francia. "Este siglo puede ser el siglo final de la civilización como la conocemos. La civilización deberá adaptarse a vivir en un ciclo distinto de alimentos, tormentas, altas temperaturas, desertificación y disminución drástica de los estándares de confort a los que se había habituado gran parte de ella", opinó el antropólogo español Juan Reinoso.

La globalización no trae buenas noticias, sino los humos y la basura del vecino. "Los peligros medioambientales y técnicos provienen ante todo de las victorias imparables de una industrialización lineal y ciega a sus consecuencias que devora sus propios fundamentos naturales y culturales", dice el sociólogo alemán Ulrich Beck en su último libro La sociedad del riesgo mundial. También sostiene que los peligros medioambientales son, por lo tanto, constructos de "consecuencias directas latentes de decisiones industriales" (de las empresas y de los Estados y evidentemente, también de los consumidores y los individuos particulares). En la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX la atención de los estados se dirigió a problemas cotidianos "visibles" como el esmog que provocaban las chimeneas y los escapes de los autos. De forma lenta se fueron incorporando otros temas a la agenda de discusión. Las empresas se concentraron primero en los riesgos de seguridad de sus propias fábricas y trabajadores y con el tiempo empezaron a percibir los problemas del ambiente exterior como propios, es decir los efectos a largo plazo que las llamadas infracciones de las normas sanitarias tenía sobre poblaciones lejanas. En cuestión de peligros ecológicos globales –explica Beck–, vuelve a ser sobre todo el progreso científico el que coloca en el campo visual de la percepción colectiva la invisibilidad y el (des)acoplamiento espaciotemporal de decisiones y consecuencias. "Cuanto más nuevos, más inabarcables son los problemas y globales los peligros que plantean, caracterizados por: la complejidad de las interacciones entre Estados nacionales, el alcance especialmente difícil de concebir de las causas, las dinámicas y los efectos, la gran distancia temporal entre actividad y transformación del contexto global de la energía y las materias primas, la separación geográfica entre las regiones que causan los problemas y aquellas donde se manifiestan las consecuencias, la complejidad de los efectos recíprocos entre sistemas humanos y físicos o la lenta acumulación de alteraciones y daños materiales". Probablemente, dice el sociólogo alemán, las crisis del futuro –y la dinámica política de su superación– se deberán menos a los peligros locales que a estos peligros globales. Por esto último, ya existen proyectos que hablan de un "derecho cosmopolita del riesgo" para referirse a acuerdos y pactos entre estados que sometan a denuncia y penalización, por encima de las fronteras, a los causantes de lesiones y destrozos. El riesgo es mundial.

¿Cómo puede llamarse la atención global sobre esos problemas, especialmente la atención del mundo en vías de desarrollo?, se pregunta Beck y dice: en lo que respecta al papel más bien irrelevante de las ciencias sociales, no podrá consistir ni en analizar comparativamente las diversas constelaciones de riesgos transnacionalregionales así como su dependencia inmanente de la posición que ocupan en la sociedad del riesgo mundial; es decir, en institucionalizar una mirada cosmopolita sobre la dinámica de conflicto y desigualdad que se despliega a la par que los riesgos globales.

¿Sin futuro?

"Es verdad que la tala de bosques o la transformación de bosques naturales en monocultivos de pino y eucalipto para materia prima industrial generan ingresos y crecimiento. Pero ese crecimiento se fundamenta en robar a los bosques su biodiversidad y su capacidad para conservar suelos y agua. Ese crecimiento se basa en el robo de las fuentes de alimento, forraje, combustible, fibra textil, medicinas y protección contra las inundaciones y la sequía que tienen las comunidades forestales. " La argumentación es de la ecologista y física india Vandana Shiva quien se ha puesto al frente de la lucha contra los alimentos y cultivos transgénicos, como los de la soja, productos de una agricultura globalizada e industrial que se basa en el uso de semillas modificadas genéticamente y los cambios que esto ha implicado en la vida de los campesinos de todo el mundo y consiguientemente con el medio ambiente.

Los defensores de las semillas transgénicas sostienen que "preocuparse por el hambre de las generaciones venideras no les dará de comer. La biotecnología de los alimentos, sí. Habrá que labrar tierrras como las de las selvas tropicales. El empleo de fertilizantes, insecticidas y herbicidas aumentará a escala mundial". Shiva acusa y dice que la agricultura industrial no ha producido más comida, que ha destruido fuentes de comida diversas y ha robado alimentos de otras especies para aportar mayores cantidades de productos específicos al mercado, utilizando en el proceso enormes cantidades de combustibles fósiles, de agua y de productos químicos tóxicos.

viernes, 25 de enero de 2008

Plan B 3.0: Movilizarse para Salvar la Civilización

Por Stephen Leahy
TORONTO, ene (IPS) - Imagine que se encuentra en una nueva y gloriosa era, en la que todo lo que hace en un día normal es ayudar a estabilizar el clima y la población global, erradicar la pobreza y restaurar el dañado ecosistema del planeta. ¿Suena irreal? Mejor sería que no.

Es que eso es exactamente lo que se requiere para prevenir el fin de la sociedad humana tal como la conocemos, según el nuevo libro "Plan B 3.0: Mobilizing to Save Civilization", ("Plan B 3.0: Movilizarse para Salvar la Civilización").

La crisis es extremadamente seria y urgente y requiere un esfuerzo de movilización de las naciones similar al realizado durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), argumenta el autor, Lester Brown, presidente del centro de estudios Instituto para Políticas de la Tierra, con sede en Washington.

El cambio climático ocurre mucho más rápido de lo previsto por los científicos y el planeta sufrirá inevitablemente un incremento de la temperatura de por lo menos dos grados, dijo Brown a IPS, lo cual "nos colocará decididamente en la zona de peligro".

"Ninguno de los precandidatos presidenciales para las elecciones en Estados Unidos", que se realizarán el primer martes de noviembre, "plantea la urgencia del problema del cambio climático", agregó.

En su opinión, las emisiones de gases invernadero, parcialmente responsables del recalentamiento global, deben reducirse en 80 por ciento para 2020.

Se trata de una meta mucho más ambiciosa que la planteada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que recibió en 2007 el premio Nobel de la Paz junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore (1993-2001), quien recomendó un recorte de entre 25 y 40 por ciento respecto de los niveles de emisión de 1990.

Brown estima que los datos utilizados por el IPCC están desactualizados, ya que serían de hace dos años. Estudios más recientes indican que el cambio climático se está acelerando, dijo.

Aunque confía en que el IPCC modificará esa recomendación en su próximo informe, señaló que recién se difundirá en cinco o seis años. "Demasiado tarde, tenemos que actuar ya", aseguró.

El Plan B 3.0 de Brown recomienda medidas para llegar a 80 por ciento de reducción en las emisiones, que se basan fuertemente en el uso eficiente de la energía, las fuentes renovables y la expansión del "escudo" de árboles del planeta.

La energía eólica puede cubrir 40 por ciento de la demanda mundial con la instalación de 1,5 millones de nuevas turbinas de viento de dos megavatios. Aunque el número parece elevado, señaló Brown, se producen cada año 65 millones de automóviles en Estados Unidos.

Además, hay muchas líneas de montaje de vehículos inactivas en América del Norte y otras regiones, que podrían reconvertirse para producir turbinas de viento, agregó.

El meridional estado estadounidense de Texas planifica dotarse de 23.000 megavatios generados por energía eólica. Es el equivalente a la producción de 23 usinas que emplean carbón y suficiente para proveer energía eléctrica a 11 millones de personas, la mitad de la población de ese territorio, indicó Brown.

Estima que un alumbrado más eficiente puede reducir el uso mundial de electricidad en 12 por ciento, que permitiría cerrar 705 de las existentes 2.370 usinas alimentadas con carbón.

En Estados Unidos, los edificios comerciales y residenciales son responsables por 40 por ciento de las emisiones de carbono. El siguiente paso debe apuntar a generar electricidad de forma no contaminante para la calefacción, refrigerar y alumbrar las viviendas, afirmó.

Brown señaló que otra medida que debe adoptarse es cambiar el "combustible" humano de una dieta basada en la carne a otra vegetariana, porque esta última requiere un 25 por ciento de la energía que demanda la crianza y faena de animales.

Asimismo, cuestiona duramente el empleo de biocombustibles que se producen empleando granos como el maíz y la soja, ya que empujan al alza los precios de estos alimentos y pueden provocar una escasez de comida desastrosa para los pobres del mundo.

El crecimiento demográfico ejerce una enorme presión sobre los países en desarrollo. La adición anual de 70 millones de personas a la población mundial, señaló Brown, se concentra en naciones donde las reservas de agua se están agotando y los pozos se secan, las área boscosas se reducen, los suelos se degradan y los campos de pastura de vuelven desiertos.

Paralelamente, en sintonía con el agravamiento de estos problemas, gobiernos débiles como los de Haití, Pakistán, República Democrática de Congo, Somalia y Sudán comenzaron a desmoronarse, agregó.

Año tras año aumenta el número de "Estados inviables", que constituyen un "alerta temprana de la caída de una civilización", comentó Brown.

El aumento en el precio del petróleo debe añadirse a la lista de problemas. Los países ricos tendrán todo el que necesiten, mientras que los pobres deberán reducir su consumo.

"El crecimiento poblacional y la pobreza demandan una atención especial del mundo desarrollado. Por primera vez en la historia tenemos los recursos para encarar adecuadamente esos desafíos", aseguró Brown.

Asimismo, propone un impuesto mundial a los combustibles fósiles, que se incrementaría 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, hasta llegar a los 240 dólares por tonelada. Esta "tasa al carbono" sería compensada con una reducción en el impuesto a las ganancias.

Así se desalentaría el consumo de combustibles fósiles y se estimularía el uso de fuentes renovables de energía, argumentó.

Aunque las soluciones están al alcance de la mano, no existe una toma de conciencia sobre los riesgos que amenazan a la civilización ni la voluntad para tomar medidas.

"Salvar a la civilización no es un deporte para espectadores", dijo Brown. "Hemos llegado a un punto en el que la deteriorada relación entre nosotros y los sistemas naturales del planeta nos convierte a todos en activistas", agregó.

La velocidad es esencial. "Podemos cambiar nuestro estilo de vida, pero si no reestructuramos rápidamente la economía vamos a fracasar. El tiempo es nuestro recurso más escaso", concluyó.

CAMBIO CLIMÁTICO: Grandes negocios se nutren de poco carbono

Por Stephen Leahy


Al parecer inevitable un impuesto sobre las emisiones de carbono, algunas de las corporaciones más grandes del mundo pedirán a sus proveedores que informen sobre sus emisiones como parte de futuros esfuerzos de reducción.

"Los inversores demandan que las compañías sepan cuáles son sus emisiones de carbono y los consumidores quieren que las compañías sean verdes", dijo Paul Dickinson, presidente del Proyecto de Revelación de Carbono (CDP, por sus siglas en inglés), una organización independiente sin fines de lucro en Gran Bretaña que está coordinando el esfuerzo.

"Se avecina un precio global para el carbono, y estamos ayudando a las empresas a prepararse para operar en un mundo limitado por el carbono", dijo Dickinson a IPS.

Las emisiones generadas por la quema de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleo están causando el cambio climático, que resulta en daños y pérdidas de miles de millones de dólares debido a tormentas más intensas, temperaturas más elevadas y más inundaciones, entre otros factores.

Muchos economistas y expertos en política reconocen que, a menos que quienes generan emisiones de carbono sean obligados a pagar un alto precio por ellas, la mayoría no cambiará su modo de operar.

En su nuevo libro, "Plan B 3.0: Mobilising to Save Civilisation" ("Plan B 3.0: Movilizándose para salvar a la civilización"), Lester Brown, presidente del Instituto para las Políticas de la Tierra, con sede en Washington, recomendó un aumento de los impuestos al carbono de 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, estabilizándose en 240 dólares por tonelada.

Ese impuesto se compensará en cada etapa con una reducción en los impuestos a los ingresos para desalentar el uso de combustibles fósiles y estimular las inversiones en fuentes renovables de energía.

Pero pocas firmas saben cuáles son sus emisiones de carbono, porque no hay ninguna razón que los obligue a medirlas, observó Dickinson.

"Estamos intentando cambiar eso porque, si las compañías no miden sus emisiones, no pueden manejarlas", dijo.

Cada una de las 11 corporaciones que participan en la Colaboración del Liderazgo de la Cadena de Suministro (SCLC, por sus siglas en inglés) le pedirá a hasta 50 proveedores que completen una solicitud de información estandarizada que sea probada en el primer trimestre de 2008.

El objetivo del Proyecto de Revelación de Carbono es ampliar la SCLC y terminar involucrando a decenas de miles de compañías de la cadena de suministro, así como ayudar a las grandes empresas y proveedores a desarrollar estrategias para reducir sus emisiones de carbono.

El Proyecto de Revelación de Carbono está creando un enfoque único y estandarizado para proporcionar un intercambio clave de información climática a través de sus cadenas de suministro.

"Ésta es la fase uno de un esfuerzo mayor que se concretará luego para medir las emisiones de todos los proveedores", señaló Dickinson.

Los participantes de este primer proyecto piloto incluyen a Dell, Hewlett Packard, L'Oreal, PepsiCo, Cadbury Schweppes, Nestlé, Procter & Gamble, Tesco, Imperial Tobacco y Unilever.

"Nuestra asociación con el Proyecto de Revelación de Carbono en la SCLC nos dará una oportunidad tremenda de ayudar a reducir no sólo nuestras propias emisiones de carbono sino, en última instancia, las de nuestra cadena de suministro", expresó en una declaración escrita Tod Arbogast, director de empresas sustentables en Dell.

Los resultados del proyecto piloto refinarán el proceso y posibilitarán que grandes empresas trabajen para manejar sus emisiones totales de carbono, dado que el primer paso para reducir las emisiones totales es medir su tamaño. Luego, tanto las grandes compañías como sus proveedores pueden trabajar juntos para desarrollar esas estrategias con el fin de reducir sus emisiones.

"Muchos de los participantes se dan cuenta de que reducir las emisiones siendo más eficientes desde el punto de vista energético disminuye los costos de la energía", destacó Dickinson.

Los inversores institucionales se encuentran entre quienes respaldan al Proyecto de Revelación de Carbono porque saben que el cambio climático está modificando la manera en cómo operan las empresas. Aunque muchas firmas europeas se dan cuenta de esto, menos de la mitad de las más grandes de Estados Unidos se toman muy en serio el cambio climático, según un estudio realizado hace un año por Ceres y el Calvert Group.

Y la mayoría de los bancos del mundo no lograron hacer que sus mentes colectivas se adaptaran a la nueva realidad del siglo XXI y continuaran invirtiendo en centrales alimentadas a carbón, o el desarrollo de arenas alquitranadas canadienses, dos importantes fuentes de gases de efecto invernadero.

"Cada vez más bancos se dan cuenta de que el cambio climático es un asunto de grandes empresas, pero sus respuestas hasta ahora son la punta del iceberg de lo que se necesita para hacer frente a este colosal desafío global", dijo Mindy Lubber, presidenta de Ceres, que este mes publicó un nuevo informe sobre el sector bancario.

El informe, "Gobernanza corporativa y cambio climático: El sector bancario", que estudió los casos de 40 bancos y empresas de servicios financieros del mundo, reveló que alrededor de la mitad ofrecían fondos específicos para el clima y productos similares.

La clave para hacer que los bancos dejen de invertir en combustibles fósiles y proyectos que generan grandes emisiones de carbono es ponerles un precio a esas emisiones, enfatizó Lubber.

"Si el carbono no tiene un precio, es la señal equivocada. Y los bancos y los fondos de pensión necesitan señales adecuadas del mercado", opinó.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Hacia Kyoto II para reducir hasta un 40% las emisiones


Los representantes de 158 países participantes en una conferencia de la ONU sobre el clima llegaron ayer a un acuerdo básico para limitar la emisión de gases que producen el llamado efecto invernadero, en un pequeño avance hacia un pacto climático para reemplazar al vigente Protocolo de Kyoto, que expira en 2012.

Después de largos debates en la conferencia celebrada en Viena, los países participantes reconocieron oficialmente la necesidad de recortar antes de 2020 entre un 25 un 40 por ciento las emisiones contaminantes en los países industrializados antes con respecto a 1990.

Según el documento elaborado por los participantes, ese rango, que había sido propuesto por científicos expertos en cambio climático, "ofrecerá parámetros iniciales útiles para el nivel conjunto de búsqueda de mayores reducciones de emisiones".

Sin embargo, no se acordó, tal como querían la Unión Europea y los países en vías de desarrollo, que la reducción de entre el 25 y el 40 por ciento fuera considerada una guía indicativa más fuerte para un pacto climático futuro.

"Esto es un pequeño paso", dijo Arthur Runge-Metzerm jefe de la delegación de la Unión Europea. "Queremos pasos más grandes. Pero creo que el rango del 25 al 40 por ciento será visto como un punto de partida, una base para el trabajo posterior."

Países como Japón, Suiza, Nueva Zelanda, Canadá y Rusia objetaron la idea de fijar un valor concreto de reducción de emisión de gases, considerando que ésta podría terminar obligándolos a hacer radicales cambios en sus economías.

De todos modos, aunque los objetivos fijados por el acuerdo de ayer no son obligatorios, se los considera una señal importante de que las naciones industrializadas se proponen seriamente reducir la cantidad de gases peligrosos, en un esfuerzo por evitar las consecuencias más catastróficas del calentamiento terrestre.

El acuerdo deja en claro que las emisiones deben ser reducidas a "niveles muy bajos" para prevenir devastadoras inundaciones, sequías y otros fenómenos extremos.

El congreso de Viena, que tuvo lugar entre el 27 y el 31 de agosto, tenía como objetivo preparar la conferencia de diciembre de Bali, que definirá qué pasará con los compromisos frente al calentamiento global una vez que expire el Protocolo de Kyoto, en 2012. La ONU ha subrayado que para que pueda aplicarse un pacto posterior a Kyoto es necesario que, como máximo, se alcance un acuerdo en 2009.

En ese sentido, el recorte del 25 al 40 por ciento por debajo de los niveles de emisión de 1990 es un objetivo ambicioso, si se tiene en cuenta que el acuerdo de Kyoto establecía una disminución del 5 por ciento con respecto al mismo año.

Además, la ONU está haciendo esfuerzos para que un nuevo acuerdo climático incluya a grandes contaminantes que no firmaron el Protocolo de Kyoto, como Estados Unidos, Australia, China y la India.