Thomas L. Friedman
The New York Times
uando pienso en nuestro rescate de las Tres Grandes de Detroit, no puedo evitar reflexionar sobre aquello que, en mi opinión, es la regla comercial más importante en el mercado global integrado y digitalizado de hoy, en el que los instrumentos de conocimiento e innovación están tan difundidos.
Se trata de esto: lo que pueda hacerse se hará. La única pregunta es si lo harán ustedes o se lo harán a ustedes. Pero no hay que pensar que no se hará. Si alguien tiene una idea en Detroit o en Tennessee, debe prometerme que tratará de concretarla, porque alguien en Dinamarca o en Tel Aviv la pondrá en práctica un segundo más tarde.
¿Por qué saco el tema? Porque alguien en Dinamarca o en Tel Aviv ya está desarrollando una alternativa concreta al modelo comercial de Detroit. No sé si esa alternativa a los autos impulsados por combustible funcionará, pero sí sé que es posible ponerla en marcha? y Detroit no lo está haciendo. Y por lo tanto, alguien la pondrá en marcha y eventualmente, apuesto, traerá buenas ganancias.
Cuando eso ocurra, nuestro rescate de Detroit será recordado como el equivalente de poner miles de millones de dólares del dinero de los contribuyentes en el negocio de los catálogos por correo en la víspera de la creación de eBay. Será recordado como verter miles de millones de dólares en la industria del CD de música en la víspera del nacimiento del iPod y de iTunes.
Será recordado como poner miles de millones de dólares en una cadena de librerías en la víspera del nacimiento de Amazon.com y Kindle. Será recordado como invertir miles de millones en mejorar máquinas de escribir en la víspera del nacimiento de la PC.
¿De qué modelo comercial estoy hablando? De la empresa de autos eléctricos de Shai Agassi, llamada Better Place, con base en California, que anunció la semana pasada una sociedad con el estado de Hawai para probar su plan comercial allí después de haber firmado acuerdos con Israel, Australia, el área de la bahía de San Francisco y, sí, Dinamarca.
El sistema de carga de Better Place se basa en generar electrones de tanta energía renovable (eólica y solar) como sea posible y después alimentar con esos electrones limpios una infraestructura nacional de carga para autos eléctricos.
Esta infraestructura está formada por sitios de carga con puntos de venta -los primeros pilotos se inauguraron esta semana en Israel- más estaciones de recambio de baterías en cada uno de los países. Luego, todo el sistema es controlado por un centro de control de servicio que integra las prestaciones y hace la facturación.
Según el modelo de Better Place, los consumidores pueden comprar o alquilar un auto eléctrico de la planta automotriz francesa Renault o de empresas japonesas como Nissan (General Motors rechazó con desdén a Agassi) y después comprarle a Better Place kilometraje para las baterías de sus autos eléctricos de la misma manera que usted compra ahora un teléfono celular a Apple y los minutos a AT&T.
Así, Better Place, o cualquier empresa automotriz que se asocie con ella, se beneficia con cada kilómetro que usted recorra. GM vende autos. Better Place está vendiendo kilómetros de movilidad. Se prevé que los primeros autos eléctricos Renault y Nissan lleguen a Dinamarca e Israel en 2011, cuando todo el sistema ya esté establecido y en funcionamiento.
El martes, el Ministerio de Medio Ambiente de Japón invitó a Better Place a unirse al primer proyecto de automóviles eléctricos encabezado por el gobierno, junto con Honda, Mitsubishi y Subaru. Se prevé construir una estación de cambio de baterías de autos eléctricos en Yokohama, la Detroit de Japón.
Lo que me resulta interesante de Better Place es que se trata de una empresa automotriz construida a partir de la nueva plataforma industrial del siglo XXI, no de la plataforma del siglo XX? exactamente lo mismo que hizo Steve Jobs para revolucionar la industria de la música.
¿Qué fue lo que Apple entendió antes que nadie? Uno, que la plataforma tecnológica de hoy le posibilitaría a cualquiera grabar música con una computadora. Dos, que Internet y el MP3 le permitirían a cualquiera transferir música en formato digital a cualquier persona.
Lo que nos dice Agassi, el fundador de Better Place, es que hay una nueva manera de generar movilidad, no sólo música, usando esa misma plataforma. Sólo hacen falta el tipo adecuado de batería para autos -el iPod de esta historia- y una red nacional de recarga -la tienda de iTunes- para hacer que funcione el modelo para autos eléctricos a un precio de seis centavos la milla (1,6 km). El estadounidense promedio paga en este momento unos 12 centavos por milla de combustible, lo que, además, contribuye al recalentamiento global y fortalece a los petrodictadores.
No hay que esperar que esta innovación provenga de Detroit. Recordemos que en 1908 el Ford T tenía mejor rendimiento que muchos modelos de Ford, General Motors y Chrysler fabricados en 2008.
Pero no se sorprendan cuando esta idea venga de otro lado. Puede hacerse. Y se hará. Si perdemos la oportunidad de ganar la carrera del auto 2.0 porque nos dedicamos insensatamente a rescatar al auto 1.0, sólo habrá un responsable: los nuevos accionistas de Detroit.
Es decir, nosotros, los contribuyentes.
Mostrando entradas con la etiqueta Economía 2.0. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Economía 2.0. Mostrar todas las entradas
jueves, 11 de diciembre de 2008
miércoles, 17 de septiembre de 2008
De la periferia al centro
Por Guillermo Omar Oliveto
Uno de los autos más innovadores de los últimos tiempos llegaría al mercado sobre finales de este año. ¿De dónde viene? ¿De los Estados Unidos, de Alemania, Francia o Japón? No. Viene de la India. Así como lo fue en su momento el "Escarabajo" de Volkswagen, el "Nano" de Tata Motors promete ser "el nuevo auto de la gente". Su valor rondará los 2500 dólares. Se transformará en el ícono del nuevo mercado de la "accesibilidad". Ratan Tata es el dueño del grupo económico que lleva su nombre. Sus 96 empresas facturan, en conjunto, unos 22.000 millones de dólares al año. Tienen presencia en más de 50 países y exportan a unos 120. Ratan se acaba de dar un pequeño gusto: quedarse con dos empresas emblemáticas de la más alta alcurnia británica: Jaguar y Land Rover.
Acuciadas por la violenta descapitalización originada en la crisis de las hipotecas, diversas entidades financieras de las más prestigiosas de los EE.UU. tomaron la difícil decisión de vender parte de sus acciones y salir a buscar dinero fresco. ¿Quiénes las compraron? Entre otros, los entes de inversiones de Kuwait y Abu Dhabi, las corporaciones de inversiones de los gobiernos de Singapur y de China y hasta fondos no identificados de Oriente Medio.
"Vamos a ser el club más grande del mundo, más que el Real Madrid y el Manchester United." ¿Quién conmovió al ambiente del fútbol con semejante desafío? Sulaiman Al-Fahim, cara visible del Abu Dhabi United Group for Development and Investment, un fondo de inversión que cuenta directamente con el sustento de la familia real del emirato. Pagaron 230 millones de euros por el Manchester City, un club que no sale campeón de la liga inglesa desde 1968. Ya tienen al crack brasileño Robinho, que dejó el Real Madrid tras un pago cash de 42 millones de euros. Y, por si fuera poco, van por el jugador del momento: Cristiano Ronaldo. Pagarían la mayor cifra jamás pagada por un jugador de fútbol: 240 millones de euros. En la tierra de los inventores del fútbol hoy reinan los árabes y los rusos: no nos olvidemos de Román Abramovich, que, en 2003, se quedó con el Chelsea.
Hablando de rusos, el ex presidente Mikhail Gorbachov es una de las nuevas estrellas de la campaña global de la marca Louis Vuitton. Si esta imagen no fuera ya suficientemente paradójica, lo sería que en la mítica Plaza Roja de Moscú los turistas puedan visitar el mausoleo de Lenin y regodearse en uno de los shopping centers más lujosos del planeta casi al mismo tiempo. Entre una y otra atracción hay sólo cien metros.
El hombre más rico del mundo es mexicano. Carlos Slim. La tercera fábrica de aviones comerciales del mundo es brasileña, Embraer.
En dos de las economías más liberales de hoy se acaban de quemar todos los libros: el Estado se vio obligado a intervenir para salvar de la bancarrota a algunas de sus entidades financieras. En los Estados Unidos, Bear Sterners, Fannie Mae y Freddie Mac y en Inglaterra, el Northern Rock Bank. Henry Paulson, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, acaba de confesar que es muy difícil saber el costo del rescate de todas estas financieras. George Soros, luego de anunciar en Davos 2008 que estamos frente a la peor crisis de las finanzas desde los años 30, aseveró: "Sin reglas, el capitalismo se destruirá".
Tiene sentido la reflexión de Ricardo Lagos, reconocido como uno de los mejores estadistas de los últimos tiempos en la región, y lejos de ser considerado estatista o populista: "Una sociedad que espera que el mercado todo lo resuelva va a terminar siendo una sociedad de mercado, con las diferencias que tiene el mercado". Barack Obama también se anotó en la carrera que promete recrear las reglas del capitalismo: "Demasiadas veces hemos disculpado o abrazado una ética de la codicia. Eso ya ha amenazado la estabilidad de largo plazo de nuestro sistema. Hoy tenemos que crear un nuevo marco regulatorio del siglo XXI".
El libre mercado, tal como se lo pregonó en los últimos años, quedará para otra instancia. El Estado ha vuelto a ocupar un lugar central en la escena. ¿El mundo se ha vuelto loco? Luego de un largo ciclo de prácticamente dos décadas de crecimiento continuo, a una tasa promedio del 4% anual, da la impresión de que estamos ingresando en el reino del revés. Todo parece estar patas para arriba. Y, de algún modo, lo está.
Hay un modelo que imperó durante esa larga fase de crecimiento que está crujiendo. Y otro modelo, una especie de hijo bastardo de ese proceso, que ya está dando pruebas de merecer atención. Mientras el centro gozaba de los beneficios de la "globalización 1.0", dejó que fuera la "mano invisible" del mercado la única encargada del control.
Cuando, en la portada de su número del 31 de diciembre de 2007, la revista Time declaró a Vladimir Putin personaje del año, dio cuenta de un fenómeno que ya trascendió la esfera económica para avanzar sobre lo político y lo social. Como quedó claramente demostrado en el reciente conflicto del Cáucaso, el espíritu zarista renace.
La lógica de la "globalización 1.0", hija dilecta de aquel "fin de la historia" que proclamó Francis Fukuyama en julio de 1989, y que se transformó, el 9 de noviembre del mismo año, en "verdad irrefutable" tras la caída del Muro de Berlín, está siendo fuertemente cuestionada.
Una nueva lógica, la de la "globalización 2.0", pelea por su espacio en las mentes de millones de personas que comienzan a creer en un mundo ya no unidireccional -del centro a la periferia-, sino bidireccional -del centro a la periferia y de la periferia al centro- y hasta "multidireccional" -de una periferia a otra periferia-. Nos movemos de una impronta vertical a una horizontal. Otro intelectual americano, el tres veces ganador del premio Pullitzer, Thomas Friedman, ocupó el lugar de Fukuyama cuando se ocupó de bautizar este nuevo tiempo. Lo llamó la era del "mundo plano".
El "dinero nuevo" ya no está en el centro, sino en los bordes. Cabe remitirse a los números. En el período 2003-2008, mientras la economía de los Estados Unidos habrá crecido un 15%, la de Europa, un 11,5%, y la de Japón, un 11%; la de China lo hará un 64%; la de India, un 52%; la de Rusia, un 41%, y la de Brasil, un 25%. Por supuesto que es en "el centro" donde sigue concentrándose la mayor parte del stock de riqueza del mundo: los EE.UU., Japón y Alemania continúan siendo las tres principales potencias económicas globales. Si consideramos la Comunidad Económica Europea como un todo, es tan importante como los Estados Unidos. Ambos manejan casi 2/3 de la economía global. Pero una cosa es el stock y otra el flujo. La velocidad de crecimiento de "los bordes" es muy superior a la del centro.
Como bien sugiere el futurólogo americano John Naisbitt en su último libro, Mindset, 11 mentalidades para prever el futuro , "el futuro es un conjunto de posibilidades, hechos, giros, avances y sorpresas. En una proyección del futuro, tenemos que prever dónde van las piezas, y cuanto más comprendamos las conexiones, más exacta será la visión. ¡Vean el futuro como un rompecabezas!".
La primera conclusión a la que podemos llegar, siguiendo su sugerencia, es que puede imaginarse un futuro próximo con más piezas. Y nuestra región crece en importancia desde la nueva perspectiva de un mundo multilateral, donde cada cual lleva a la gran mesa de la globalización lo mejor de sí. Entre 2003 y 2008, América latina crece un 28%. Todos sus países, con regímenes económicos y políticos diferentes, han crecido en los últimos 5 años, y la Cepal acaba de confirmar que se prevé que lo hagan también en los dos próximos.
Sucede que los grandes motores de la globalización 2.0, esos milenarios países de los bordes que conjugan ahora su tradicional vocación y potencia imperial -como quedó demostrado en la maravillosa escenificación de los recientes Juegos Olímpicos de Pekín-, con la imprescindible condición capitalista que les permite subirse a la red global; a medida que mejoran la calidad de vida de su gente -nada menos que la mitad de la población mundial-, requieren más y más de lo que nosotros tenemos para vender. Fundamentalmente, tres grandes cosas: comida, energía y talento.
En palabras del pensador francés Alain Touraine: "El final de un mundo no es el final del mundo".
El mundo no está loco, sólo está cambiando su estructuración. Aquellos que son capaces de visualizar hoy las nuevas conexiones que se están tejiendo logran tener más clara la figura final del rompecabezas. Se dibuja ante sus ojos una oportunidad inédita en más de cien años. Si aún quedaran dudas, un reciente informe de la Fundación Producir Conservando, comandado por el economista Juan José Llach, sobre la base de datos de la FAO, lo acaba de confirmar: la demanda de alimentos seguirá muy firme de acá a 2020, con crecimientos del consumo superiores al 90% en productos clave para la región, como la soja, el maíz, el trigo, la carne vacuna, la carne de pollo, la leche, y las frutas. Otro economista, Miguel Angel Broda, publicó meses atrás, en este diario, que en Europa un kilo de lomo hoy vale igual que 4 kilos de Audi.
Cuando ya se cuentan por cientos de millones los que empiezan a comer mejor y la demanda crece más rápido que la oferta, los términos de intercambio cambian. Siendo también parte integrante de "los bordes", son varios los países y los gobernantes latinoamericanos -con Brasil y Lula a la cabeza- que en el vecindario de la Argentina están viendo la oportunidad y van por ella ¿Lo lograremos nosotros?
El autor es consultor en tendencias de consumo.
Uno de los autos más innovadores de los últimos tiempos llegaría al mercado sobre finales de este año. ¿De dónde viene? ¿De los Estados Unidos, de Alemania, Francia o Japón? No. Viene de la India. Así como lo fue en su momento el "Escarabajo" de Volkswagen, el "Nano" de Tata Motors promete ser "el nuevo auto de la gente". Su valor rondará los 2500 dólares. Se transformará en el ícono del nuevo mercado de la "accesibilidad". Ratan Tata es el dueño del grupo económico que lleva su nombre. Sus 96 empresas facturan, en conjunto, unos 22.000 millones de dólares al año. Tienen presencia en más de 50 países y exportan a unos 120. Ratan se acaba de dar un pequeño gusto: quedarse con dos empresas emblemáticas de la más alta alcurnia británica: Jaguar y Land Rover.
Acuciadas por la violenta descapitalización originada en la crisis de las hipotecas, diversas entidades financieras de las más prestigiosas de los EE.UU. tomaron la difícil decisión de vender parte de sus acciones y salir a buscar dinero fresco. ¿Quiénes las compraron? Entre otros, los entes de inversiones de Kuwait y Abu Dhabi, las corporaciones de inversiones de los gobiernos de Singapur y de China y hasta fondos no identificados de Oriente Medio.
"Vamos a ser el club más grande del mundo, más que el Real Madrid y el Manchester United." ¿Quién conmovió al ambiente del fútbol con semejante desafío? Sulaiman Al-Fahim, cara visible del Abu Dhabi United Group for Development and Investment, un fondo de inversión que cuenta directamente con el sustento de la familia real del emirato. Pagaron 230 millones de euros por el Manchester City, un club que no sale campeón de la liga inglesa desde 1968. Ya tienen al crack brasileño Robinho, que dejó el Real Madrid tras un pago cash de 42 millones de euros. Y, por si fuera poco, van por el jugador del momento: Cristiano Ronaldo. Pagarían la mayor cifra jamás pagada por un jugador de fútbol: 240 millones de euros. En la tierra de los inventores del fútbol hoy reinan los árabes y los rusos: no nos olvidemos de Román Abramovich, que, en 2003, se quedó con el Chelsea.
Hablando de rusos, el ex presidente Mikhail Gorbachov es una de las nuevas estrellas de la campaña global de la marca Louis Vuitton. Si esta imagen no fuera ya suficientemente paradójica, lo sería que en la mítica Plaza Roja de Moscú los turistas puedan visitar el mausoleo de Lenin y regodearse en uno de los shopping centers más lujosos del planeta casi al mismo tiempo. Entre una y otra atracción hay sólo cien metros.
El hombre más rico del mundo es mexicano. Carlos Slim. La tercera fábrica de aviones comerciales del mundo es brasileña, Embraer.
En dos de las economías más liberales de hoy se acaban de quemar todos los libros: el Estado se vio obligado a intervenir para salvar de la bancarrota a algunas de sus entidades financieras. En los Estados Unidos, Bear Sterners, Fannie Mae y Freddie Mac y en Inglaterra, el Northern Rock Bank. Henry Paulson, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, acaba de confesar que es muy difícil saber el costo del rescate de todas estas financieras. George Soros, luego de anunciar en Davos 2008 que estamos frente a la peor crisis de las finanzas desde los años 30, aseveró: "Sin reglas, el capitalismo se destruirá".
Tiene sentido la reflexión de Ricardo Lagos, reconocido como uno de los mejores estadistas de los últimos tiempos en la región, y lejos de ser considerado estatista o populista: "Una sociedad que espera que el mercado todo lo resuelva va a terminar siendo una sociedad de mercado, con las diferencias que tiene el mercado". Barack Obama también se anotó en la carrera que promete recrear las reglas del capitalismo: "Demasiadas veces hemos disculpado o abrazado una ética de la codicia. Eso ya ha amenazado la estabilidad de largo plazo de nuestro sistema. Hoy tenemos que crear un nuevo marco regulatorio del siglo XXI".
El libre mercado, tal como se lo pregonó en los últimos años, quedará para otra instancia. El Estado ha vuelto a ocupar un lugar central en la escena. ¿El mundo se ha vuelto loco? Luego de un largo ciclo de prácticamente dos décadas de crecimiento continuo, a una tasa promedio del 4% anual, da la impresión de que estamos ingresando en el reino del revés. Todo parece estar patas para arriba. Y, de algún modo, lo está.
Hay un modelo que imperó durante esa larga fase de crecimiento que está crujiendo. Y otro modelo, una especie de hijo bastardo de ese proceso, que ya está dando pruebas de merecer atención. Mientras el centro gozaba de los beneficios de la "globalización 1.0", dejó que fuera la "mano invisible" del mercado la única encargada del control.
Cuando, en la portada de su número del 31 de diciembre de 2007, la revista Time declaró a Vladimir Putin personaje del año, dio cuenta de un fenómeno que ya trascendió la esfera económica para avanzar sobre lo político y lo social. Como quedó claramente demostrado en el reciente conflicto del Cáucaso, el espíritu zarista renace.
La lógica de la "globalización 1.0", hija dilecta de aquel "fin de la historia" que proclamó Francis Fukuyama en julio de 1989, y que se transformó, el 9 de noviembre del mismo año, en "verdad irrefutable" tras la caída del Muro de Berlín, está siendo fuertemente cuestionada.
Una nueva lógica, la de la "globalización 2.0", pelea por su espacio en las mentes de millones de personas que comienzan a creer en un mundo ya no unidireccional -del centro a la periferia-, sino bidireccional -del centro a la periferia y de la periferia al centro- y hasta "multidireccional" -de una periferia a otra periferia-. Nos movemos de una impronta vertical a una horizontal. Otro intelectual americano, el tres veces ganador del premio Pullitzer, Thomas Friedman, ocupó el lugar de Fukuyama cuando se ocupó de bautizar este nuevo tiempo. Lo llamó la era del "mundo plano".
El "dinero nuevo" ya no está en el centro, sino en los bordes. Cabe remitirse a los números. En el período 2003-2008, mientras la economía de los Estados Unidos habrá crecido un 15%, la de Europa, un 11,5%, y la de Japón, un 11%; la de China lo hará un 64%; la de India, un 52%; la de Rusia, un 41%, y la de Brasil, un 25%. Por supuesto que es en "el centro" donde sigue concentrándose la mayor parte del stock de riqueza del mundo: los EE.UU., Japón y Alemania continúan siendo las tres principales potencias económicas globales. Si consideramos la Comunidad Económica Europea como un todo, es tan importante como los Estados Unidos. Ambos manejan casi 2/3 de la economía global. Pero una cosa es el stock y otra el flujo. La velocidad de crecimiento de "los bordes" es muy superior a la del centro.
Como bien sugiere el futurólogo americano John Naisbitt en su último libro, Mindset, 11 mentalidades para prever el futuro , "el futuro es un conjunto de posibilidades, hechos, giros, avances y sorpresas. En una proyección del futuro, tenemos que prever dónde van las piezas, y cuanto más comprendamos las conexiones, más exacta será la visión. ¡Vean el futuro como un rompecabezas!".
La primera conclusión a la que podemos llegar, siguiendo su sugerencia, es que puede imaginarse un futuro próximo con más piezas. Y nuestra región crece en importancia desde la nueva perspectiva de un mundo multilateral, donde cada cual lleva a la gran mesa de la globalización lo mejor de sí. Entre 2003 y 2008, América latina crece un 28%. Todos sus países, con regímenes económicos y políticos diferentes, han crecido en los últimos 5 años, y la Cepal acaba de confirmar que se prevé que lo hagan también en los dos próximos.
Sucede que los grandes motores de la globalización 2.0, esos milenarios países de los bordes que conjugan ahora su tradicional vocación y potencia imperial -como quedó demostrado en la maravillosa escenificación de los recientes Juegos Olímpicos de Pekín-, con la imprescindible condición capitalista que les permite subirse a la red global; a medida que mejoran la calidad de vida de su gente -nada menos que la mitad de la población mundial-, requieren más y más de lo que nosotros tenemos para vender. Fundamentalmente, tres grandes cosas: comida, energía y talento.
En palabras del pensador francés Alain Touraine: "El final de un mundo no es el final del mundo".
El mundo no está loco, sólo está cambiando su estructuración. Aquellos que son capaces de visualizar hoy las nuevas conexiones que se están tejiendo logran tener más clara la figura final del rompecabezas. Se dibuja ante sus ojos una oportunidad inédita en más de cien años. Si aún quedaran dudas, un reciente informe de la Fundación Producir Conservando, comandado por el economista Juan José Llach, sobre la base de datos de la FAO, lo acaba de confirmar: la demanda de alimentos seguirá muy firme de acá a 2020, con crecimientos del consumo superiores al 90% en productos clave para la región, como la soja, el maíz, el trigo, la carne vacuna, la carne de pollo, la leche, y las frutas. Otro economista, Miguel Angel Broda, publicó meses atrás, en este diario, que en Europa un kilo de lomo hoy vale igual que 4 kilos de Audi.
Cuando ya se cuentan por cientos de millones los que empiezan a comer mejor y la demanda crece más rápido que la oferta, los términos de intercambio cambian. Siendo también parte integrante de "los bordes", son varios los países y los gobernantes latinoamericanos -con Brasil y Lula a la cabeza- que en el vecindario de la Argentina están viendo la oportunidad y van por ella ¿Lo lograremos nosotros?
El autor es consultor en tendencias de consumo.
Etiquetas:
Economia,
Economía 2.0
domingo, 15 de junio de 2008
Bernardo Kliksberg: "La equidad no se consigue por decreto"

Reconocido por sus trabajos sobre la pobreza y por sus estudios de la ética en la gestión pública y privada, el economista Bernardo Kliksberg destaca la extraordinaria mejoría luego de la crisis y, más allá de la coyuntura, dice que ve con optimismo las perspectivas del país. Y aunque confía en el "inmenso potencial" del país destaca que es fundamental contar con estadísticas confiables
A lo largo 30 años, Bernardo Kliksberg ganó reconocimiento internacional por sus trabajos sobre la pobreza -especialmente en América latina-, se consolidó como un pionero de la ética para el desarrollo, el capital social y la responsabilidad social empresaria, y creó una nueva disciplina: la gerencia social.
Hijo de emigrantes judíos polacos muy humildes, es doctor en economía y en ciencias administrativas, contador público y licenciado en sociología y en administración, todos títulos de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente reside en Nueva York y es asesor de organismos y agencias internacionales como la ONU, el BID, UNICEF, UNESCO, la OEA y la OPS. En su rol de asesor de las Naciones Unidas colaboró con distintos países de la región, en las áreas vinculadas a la pobreza, y en el caso de la Argentina asesoró durante la gestión de Néstor Kirchner a los ministerios de Salud, de Desarrollo Social y de Educación.
Días atrás vino a la Argentina para presentar su último libro, Primero la gente , escrito en coautoría con el Premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, considerado como uno de los economistas más influyentes de la actualidad. Entrevistado por LA NACION, Kliksberg fue renuente a las preguntas sobre la coyuntura local y en cambio prefirió mantener su discurso en el plano del análisis macro, en decir qué es lo que habría que hacer sin calificar lo que se está haciendo porque "no vivo en el país, y no sería serio".
"Prefiero las miradas de mediano y largo plazo", explicó al reinvindicar las mejoras que se lograron en el país en los índices de pobreza e indigencia respecto de 2002. En este plano, destacó las potencialidades de un país que emergió de una de sus peores crisis. En la única concesión que hizo a esta lógica, incursionó en el ríspido tema de las mediciones del Indec y dijo que "cuanto antes exista un índice confiable sería mejor para el conjunto de la sociedad".
-¿Haber escrito su libro número 47, Primero la gente , en coautoría con Amartya Sen, es un pináculo en su carrera?
-Sin duda. Compartir un libro con el Premio Nobel de Economía más leído del planeta, Amartya Sen, que es el economista con rostro humano por antonomasia y marcó totalmente el pensamiento económico del último siglo, es un honor inmenso.
-¿Qué plantea el libro?
-Este libro significa mucho en la medida en que aportamos nuestro grano de arena a una percepción de la realidad que puede conducir a cambios profundos. Y es una alianza ética, porque tenemos en común la preocupación por la gente, de ahí el título. Es compartir el haber tratado de instalar internacionalmente una nueva disciplina que se llama Etica para el desarrollo, y que significa hacer regresar la ética al comando de la economía. El pensamiento ortodoxo disoció profundamente la ética de la economía. Es muy importante que una economía tenga estabilidad, inflación baja, que haya competitividad y progreso tecnológico, pero todo eso tiene que servir para que los chicos terminen el colegio secundario y para que no haya exclusión social.
-¿Están teniendo éxito?
-La brecha entre ética y economía es muy profunda. Vivimos en un continente que produce alimentos para tres veces su población y sin embargo tiene un 16% de chicos desnutridos; 23.000 madres mueren por año y en el 50% de los casos es a raíz de la desnutrición. Este es el continente más desigual. Con las riquezas incontables que tiene el subsuelo, con la capacidad de producción agropecuaria, con las fuentes de energía baratas... América latina ha sido bendecida por la divinidad, pero tres de cada diez jóvenes pobres terminan el colegio secundario. Es una deficiencia seria desde el punto de vista de la ingeniería social y de la ética. Pero creo que vamos avanzando.
-Cuando los dirigentes elogian y premian sus trabajos, ¿no siente que es una forma de compensar otras cosas que hacen?
-Mi experiencia de más de 30 años de luchar contra la pobreza en toda América latina, y en contacto muy directo con la dirigencia, colaborando muy activamente con las democracias de la región, me induce a tener una mirada positiva. Gracias a Dios los seres humanos nacieron para la ética, nacieron con un conflicto ético permanente, con la necesidad de tener sus conciencias en paz, y eso no se lo pueden extirpar. Hay que medir lo que está sucediendo en las economías del mundo globalizado desde los parámetros de la ética. Y mostrar muchas experiencias en donde se asume la responsabilidad social en las políticas públicas, responsabilidad social en las empresas privadas, responsabilidad social en los medios de comunicación, responsabilidad social en la sociedad civil. Se puede construir una sociedad virtuosa.
-¿Por ejemplo?
-Noruega es número uno en el mundo en los últimos seis años en la tabla de desarrollo humano de la ONU y tiene la mayor esperanza de vida del planeta. La distancia entre el más rico y el más pobre es de seis veces; en América latina es de 50. En esa sociedad, como en todas las sociedades nórdicas, la ética está presente en la economía todos los días.
-¿Qué significa la ética empresarial que plantea en Primero la gente ?
-Tratar a los consumidores con juego limpio, productos de buena calidad, precios razonables, productos saludables, buen trato del personal, empresas amigables con el medio ambiente. Una empresa que ayude a las políticas públicas. Bill Gates y Warren Buffett aportaron 60.000 millones de dólares y crearon la mayor fundación del planeta para combatir la malaria, la tuberculosis, el paludismo y el sida. Generaron alianzas estratégicas que reactivaron la investigación científica. Hay un clamor mundial por un pacto ético que regule el funcionamiento de la economía internacional. Mientras más se demore esto, va a haber más tensión social y más fracturas. Se pagan costos por tener un mundo tan desigual.
-Asumiendo que la economía es una herramienta de la política y no al revés, ¿es imaginable un pacto social si no hay ética en la política?
-Debe haber ética en la política. El antiguo testamento dice categóricamente que el fin no justifica nunca los medios. Los medios tienen que ser éticos y la política es un medio que permite articular intereses en medio de una sociedad y sin eso no hay democracia. En el último período, al margen de todas las discusiones, la pobreza se redujo a menos de la mitad.
-¿Cómo encastra el concepto de equidad en este conflicto tan exacerbado entre el Gobierno y el campo, donde lo que se está discutiendo, en definitiva, es cómo se reparte la riqueza?
-... Yo trato de centrarme mucho en las ideas de largo plazo... porque las coyunturas pueden ser múltiples. Hay una coyuntura favorable evidente para los países productores de alimentos, no era ése el panorama pocos años atrás. Entonces uno trata de mirar un poco más allá de la coyuntura, y en este plano el tema de la equidad está planteado en toda América latina. El Banco Mundial acaba de publicar un trabajo en el que dice incluso que el modelo a alcanzar no es un modelo de crecimiento con equidad sino un modelo de crecimiento con construcción de equidad en todo el camino, porque sin esto el modelo está dejando de lado a una parte de la población, tanto en su capacidad de trabajo como en su capacidad potencial de consumo. La equidad no se consigue por decreto, sino dándoles a todos posibilidades educativas, de salud, agua potable, infraestructura de saneamiento, calificando a la mano de obra. La desigualdad es una traba fenomenal para el crecimiento económico.
-Noto que no quiere hablar de temas de coyuntura, que prefiere señalar lo que habría que hacer, pero evita pronunciarse sobre cómo se están haciendo las cosas, ¿por qué?
-Es que no estoy viviendo en el país ni involucrado con ninguna acción política, y no sería serio. Además de mi interés por la situación de la pobreza en América latina, yo me intereso mucho por la Argentina, pero uno trata de aportar en el rumbo general, y con datos estadísticos muy precisos, no con opiniones. No puedo abordar el detalle ni creo que corresponda en mi rol de asesor de la ONU.
-¿En qué medida incide el descrédito social que tienen las mediciones del Indec en la confianza necesaria para crecer, eso que usted llama el capital social?
-Desde ya que tener un índice confiable es un instrumento fundamental de manejo para las políticas públicas y para la ciudadanía en su conjunto. Creo que está planteado que se avance a través de un trabajo experto hacia un índice que pueda ser consensuado por sus bases técnicas. Cuanto antes exista un índice de este tipo será mejor para el conjunto de la sociedad. Ahora, uno tiene que comparar la Argentina del año 2002 con esta de ahora, que tiene muchos problemas y desafíos por delante, pero que no está hundida en la desesperación como en ese momento. La Argentina ha demostrado que, tanto en el campo público como en el de la sociedad civil y en el de la empresa privada, hay un potencial inmenso para hacer cosas bien hechas. La sociedad argentina, por ejemplo, es parte del éxito de los medicamentos genéricos en poco tiempo. Eso es casi una proeza. La Organización Panamericana de la Salud lo ve como una experiencia modelo. En muchos países de América latina se han tratado de introducir los genéricos y se ha fracasado frente a la maraña de intereses creados que hay alrededor de eso.
-Con todo este potencial, ¿por qué tenemos una sociedad tan crispada?
-Vuelvo a mirar el mediano y el largo plazo. Estábamos muchísimo más crispados en 2002. Ahora, la sociedad puede estar muchísimo menos crispada y a eso hay que apuntar. Yo soy optimista y creo que la Argentina tiene todos los potenciales, es cuestión de aplicar políticas apropiadas. Hay condiciones económicas internacionales y se ha reactivado el aparato productivo nacional. Pero vuelvo al tema central, para mí el perfil del mediano y largo plazo está determinado por el predominio de valores éticos positivos en la sociedad, en las prácticas de los actores sociales, no en la utopía ni en la declamación. Este es un país que tiene un fondo de solidaridad muy importante, lo demostró con sus niveles de voluntariado en la crisis, que salvó muchas vidas y mejoró la situación de muchísimas personas. Yo estoy absolutamente esperanzado, pero no soy iluso, me baso en que vi con mis ojos.
Por Daniel Casas
El perfil
Proyección internacional
Hijo de emigrantes judíos polacos humildes, Bernardo Kliksberg es asesor de más de 30 gobiernos y numerosos organismos internacionales como la ONU, el BID, Unesco y Unicef. Actualmente reside en Nueva York. Posee varios títulos universitarios, todos de la UBA.
Más de 40 libros
Escribió más de 40 libros. Su última obra se titula Primero la gente, y fue escrita en coautoría con el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. La ONU y la Unesco han traducido varios de sus trabajos al inglés y al portugués.
A lo largo 30 años, Bernardo Kliksberg ganó reconocimiento internacional por sus trabajos sobre la pobreza -especialmente en América latina-, se consolidó como un pionero de la ética para el desarrollo, el capital social y la responsabilidad social empresaria, y creó una nueva disciplina: la gerencia social.
Hijo de emigrantes judíos polacos muy humildes, es doctor en economía y en ciencias administrativas, contador público y licenciado en sociología y en administración, todos títulos de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente reside en Nueva York y es asesor de organismos y agencias internacionales como la ONU, el BID, UNICEF, UNESCO, la OEA y la OPS. En su rol de asesor de las Naciones Unidas colaboró con distintos países de la región, en las áreas vinculadas a la pobreza, y en el caso de la Argentina asesoró durante la gestión de Néstor Kirchner a los ministerios de Salud, de Desarrollo Social y de Educación.
Días atrás vino a la Argentina para presentar su último libro, Primero la gente , escrito en coautoría con el Premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, considerado como uno de los economistas más influyentes de la actualidad. Entrevistado por LA NACION, Kliksberg fue renuente a las preguntas sobre la coyuntura local y en cambio prefirió mantener su discurso en el plano del análisis macro, en decir qué es lo que habría que hacer sin calificar lo que se está haciendo porque "no vivo en el país, y no sería serio".
"Prefiero las miradas de mediano y largo plazo", explicó al reinvindicar las mejoras que se lograron en el país en los índices de pobreza e indigencia respecto de 2002. En este plano, destacó las potencialidades de un país que emergió de una de sus peores crisis. En la única concesión que hizo a esta lógica, incursionó en el ríspido tema de las mediciones del Indec y dijo que "cuanto antes exista un índice confiable sería mejor para el conjunto de la sociedad".
-¿Haber escrito su libro número 47, Primero la gente , en coautoría con Amartya Sen, es un pináculo en su carrera?
-Sin duda. Compartir un libro con el Premio Nobel de Economía más leído del planeta, Amartya Sen, que es el economista con rostro humano por antonomasia y marcó totalmente el pensamiento económico del último siglo, es un honor inmenso.
-¿Qué plantea el libro?
-Este libro significa mucho en la medida en que aportamos nuestro grano de arena a una percepción de la realidad que puede conducir a cambios profundos. Y es una alianza ética, porque tenemos en común la preocupación por la gente, de ahí el título. Es compartir el haber tratado de instalar internacionalmente una nueva disciplina que se llama Etica para el desarrollo, y que significa hacer regresar la ética al comando de la economía. El pensamiento ortodoxo disoció profundamente la ética de la economía. Es muy importante que una economía tenga estabilidad, inflación baja, que haya competitividad y progreso tecnológico, pero todo eso tiene que servir para que los chicos terminen el colegio secundario y para que no haya exclusión social.
-¿Están teniendo éxito?
-La brecha entre ética y economía es muy profunda. Vivimos en un continente que produce alimentos para tres veces su población y sin embargo tiene un 16% de chicos desnutridos; 23.000 madres mueren por año y en el 50% de los casos es a raíz de la desnutrición. Este es el continente más desigual. Con las riquezas incontables que tiene el subsuelo, con la capacidad de producción agropecuaria, con las fuentes de energía baratas... América latina ha sido bendecida por la divinidad, pero tres de cada diez jóvenes pobres terminan el colegio secundario. Es una deficiencia seria desde el punto de vista de la ingeniería social y de la ética. Pero creo que vamos avanzando.
-Cuando los dirigentes elogian y premian sus trabajos, ¿no siente que es una forma de compensar otras cosas que hacen?
-Mi experiencia de más de 30 años de luchar contra la pobreza en toda América latina, y en contacto muy directo con la dirigencia, colaborando muy activamente con las democracias de la región, me induce a tener una mirada positiva. Gracias a Dios los seres humanos nacieron para la ética, nacieron con un conflicto ético permanente, con la necesidad de tener sus conciencias en paz, y eso no se lo pueden extirpar. Hay que medir lo que está sucediendo en las economías del mundo globalizado desde los parámetros de la ética. Y mostrar muchas experiencias en donde se asume la responsabilidad social en las políticas públicas, responsabilidad social en las empresas privadas, responsabilidad social en los medios de comunicación, responsabilidad social en la sociedad civil. Se puede construir una sociedad virtuosa.
-¿Por ejemplo?
-Noruega es número uno en el mundo en los últimos seis años en la tabla de desarrollo humano de la ONU y tiene la mayor esperanza de vida del planeta. La distancia entre el más rico y el más pobre es de seis veces; en América latina es de 50. En esa sociedad, como en todas las sociedades nórdicas, la ética está presente en la economía todos los días.
-¿Qué significa la ética empresarial que plantea en Primero la gente ?
-Tratar a los consumidores con juego limpio, productos de buena calidad, precios razonables, productos saludables, buen trato del personal, empresas amigables con el medio ambiente. Una empresa que ayude a las políticas públicas. Bill Gates y Warren Buffett aportaron 60.000 millones de dólares y crearon la mayor fundación del planeta para combatir la malaria, la tuberculosis, el paludismo y el sida. Generaron alianzas estratégicas que reactivaron la investigación científica. Hay un clamor mundial por un pacto ético que regule el funcionamiento de la economía internacional. Mientras más se demore esto, va a haber más tensión social y más fracturas. Se pagan costos por tener un mundo tan desigual.
-Asumiendo que la economía es una herramienta de la política y no al revés, ¿es imaginable un pacto social si no hay ética en la política?
-Debe haber ética en la política. El antiguo testamento dice categóricamente que el fin no justifica nunca los medios. Los medios tienen que ser éticos y la política es un medio que permite articular intereses en medio de una sociedad y sin eso no hay democracia. En el último período, al margen de todas las discusiones, la pobreza se redujo a menos de la mitad.
-¿Cómo encastra el concepto de equidad en este conflicto tan exacerbado entre el Gobierno y el campo, donde lo que se está discutiendo, en definitiva, es cómo se reparte la riqueza?
-... Yo trato de centrarme mucho en las ideas de largo plazo... porque las coyunturas pueden ser múltiples. Hay una coyuntura favorable evidente para los países productores de alimentos, no era ése el panorama pocos años atrás. Entonces uno trata de mirar un poco más allá de la coyuntura, y en este plano el tema de la equidad está planteado en toda América latina. El Banco Mundial acaba de publicar un trabajo en el que dice incluso que el modelo a alcanzar no es un modelo de crecimiento con equidad sino un modelo de crecimiento con construcción de equidad en todo el camino, porque sin esto el modelo está dejando de lado a una parte de la población, tanto en su capacidad de trabajo como en su capacidad potencial de consumo. La equidad no se consigue por decreto, sino dándoles a todos posibilidades educativas, de salud, agua potable, infraestructura de saneamiento, calificando a la mano de obra. La desigualdad es una traba fenomenal para el crecimiento económico.
-Noto que no quiere hablar de temas de coyuntura, que prefiere señalar lo que habría que hacer, pero evita pronunciarse sobre cómo se están haciendo las cosas, ¿por qué?
-Es que no estoy viviendo en el país ni involucrado con ninguna acción política, y no sería serio. Además de mi interés por la situación de la pobreza en América latina, yo me intereso mucho por la Argentina, pero uno trata de aportar en el rumbo general, y con datos estadísticos muy precisos, no con opiniones. No puedo abordar el detalle ni creo que corresponda en mi rol de asesor de la ONU.
-¿En qué medida incide el descrédito social que tienen las mediciones del Indec en la confianza necesaria para crecer, eso que usted llama el capital social?
-Desde ya que tener un índice confiable es un instrumento fundamental de manejo para las políticas públicas y para la ciudadanía en su conjunto. Creo que está planteado que se avance a través de un trabajo experto hacia un índice que pueda ser consensuado por sus bases técnicas. Cuanto antes exista un índice de este tipo será mejor para el conjunto de la sociedad. Ahora, uno tiene que comparar la Argentina del año 2002 con esta de ahora, que tiene muchos problemas y desafíos por delante, pero que no está hundida en la desesperación como en ese momento. La Argentina ha demostrado que, tanto en el campo público como en el de la sociedad civil y en el de la empresa privada, hay un potencial inmenso para hacer cosas bien hechas. La sociedad argentina, por ejemplo, es parte del éxito de los medicamentos genéricos en poco tiempo. Eso es casi una proeza. La Organización Panamericana de la Salud lo ve como una experiencia modelo. En muchos países de América latina se han tratado de introducir los genéricos y se ha fracasado frente a la maraña de intereses creados que hay alrededor de eso.
-Con todo este potencial, ¿por qué tenemos una sociedad tan crispada?
-Vuelvo a mirar el mediano y el largo plazo. Estábamos muchísimo más crispados en 2002. Ahora, la sociedad puede estar muchísimo menos crispada y a eso hay que apuntar. Yo soy optimista y creo que la Argentina tiene todos los potenciales, es cuestión de aplicar políticas apropiadas. Hay condiciones económicas internacionales y se ha reactivado el aparato productivo nacional. Pero vuelvo al tema central, para mí el perfil del mediano y largo plazo está determinado por el predominio de valores éticos positivos en la sociedad, en las prácticas de los actores sociales, no en la utopía ni en la declamación. Este es un país que tiene un fondo de solidaridad muy importante, lo demostró con sus niveles de voluntariado en la crisis, que salvó muchas vidas y mejoró la situación de muchísimas personas. Yo estoy absolutamente esperanzado, pero no soy iluso, me baso en que vi con mis ojos.
Por Daniel Casas
El perfil
Proyección internacional
Hijo de emigrantes judíos polacos humildes, Bernardo Kliksberg es asesor de más de 30 gobiernos y numerosos organismos internacionales como la ONU, el BID, Unesco y Unicef. Actualmente reside en Nueva York. Posee varios títulos universitarios, todos de la UBA.
Más de 40 libros
Escribió más de 40 libros. Su última obra se titula Primero la gente, y fue escrita en coautoría con el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. La ONU y la Unesco han traducido varios de sus trabajos al inglés y al portugués.
Etiquetas:
Brecha,
Economía,
Economía 2.0
sábado, 14 de junio de 2008
El cambio climático golpea a los mas pobres
El problema del Cambio Climático afecta a todo el planeta, pero los grados de vulnerabilidad son muy diferentes según la riqueza de los países. Lo paradójico es que los países ricos son los principales productores de gases invernadero, y los más pobres quienes sufren las peores consecuencias.
Por Bernardo Kliksberg
EL NUEVO INFORME DEL PANEL INTERGUBERNAMENTAL DE NACIONES UNIDAS SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO, había generado gran expectativa. El informe, preparado por dos mil científicos de más de cien países, predice que el calentamiento global puede tener claros impactos sobre la salud pública y señala que puede provocar un aumento de las muertes y las enfermedades debido a las olas de calor, las inundaciones, las tormentas, los incendios y las sequías.
Jonathan Patz, de la Universidad de Wisconsin, señala que se puede esperar un aumento de la malaria en África. La enfermedad mata de uno a dos millones de personas anualmente. Resalta Patz: El cambio climático es una de las más desafiantes amenazas a la salud pública del milenio.
EL PUNTO DE NO RETORNO
Thomas Lovejoy, presidente del prestigioso Centro Ambiental Heinz (Washington), dice que el informe es una triste confirmación de lo que hemos venido siguiendo los últimos 20 años. La naturaleza es muy sensible al cambio climático, y estamos viendo desequilibrios en ecosistemas en todo el planeta. David Ignatius (The Washington Post) llama la atención sobre los escenarios que traza el futurólogo Peter Schwartz, que parte de la misma premisa. Señala que el cambio climático está empujando a los sistemas en todos lados hacia puntos de no retorno.
Ejemplifica con Haití y Bangladesh. Haití se ha convertido, por la deforestación y la pérdida de abono de la tierra, en un ecosistema en el borde. Algunos de los riesgos comunes del cambio climático, como una sequía prolongada o un huracán devastador, podrían hacer explotar el sistema y producir una crisis de refugiados gravísima. En Bangladesh, millones de personas viven al lado del agua. Si el deshielo continúa y los mares crecen, se puede producir una catástrofe, pues entre 60 y 100 millones de personas tendrían que escapar. Por otro lado, el informe previene que en las regiones áridas y semiáridas, donde viven 700 millones, el calentamiento puede agravar la escasez de agua. Millones deberían irse.
UN PROBLEMA GRAVE Y EN CRECIMIENTO
El aumento de las temperaturas, el mayor en 10.000 años, puede amenazar en 2020 la supervivencia de entre el 20 y el 30 por ciento de las especies conocidas. Una ONG ambiental, WWF, indica que entre las especies en riesgo se hallan las tortugas marinas en América latina. Sus nidos pueden ser destruidos por los niveles crecientes de agua. Los bosques de alerces en Chile y la Argentina se hallarían en alto riesgo por los extensos períodos de sequía y el posible aumento de los incendios forestales.
El calentamiento global es, en un 90 por ciento, producto de la acción humana. Está directamente ligado a las emisiones de gases invernadero. Hace 10.000 años había 160 partes de dióxido de carbono por millón en la atmósfera. Ahora se estima que son 380. En los últimos 20 años, la concentración atmosférica de estos gases ha aumentado a la cifra sin precedente de 1,5 partes por año. El secretario general de la ONU, Ban-ki Moon, que ha puesto el tema en el centro de su gestión, asegura que es un problema grave, y en crecimiento.
MÁS POBRES, MÁS VULNERABLES
El problema afecta a todo el planeta, pero los grados de vulnerabilidad son totalmente diferentes según la riqueza de los países. El informe destaca especialmente la desigualdad en los impactos. Expresa: Las comunidades pobres son especialmente vulnerables porque tienden a concentrarse en áreas de riesgo, tienen menos capacidades para enfrentar el problema y son más dependientes de recursos muy sensibles al clima, como el agua y las fuentes de alimentos.
Ello genera una situación paradójica. Según los estimados, los países más ricos son los principales productores de los gases invernadero. Se calcula que Estados Unidos es responsable del 29 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono y Europa Occidental, del 27 por ciento. Los países pobres no tienen incidencia mayor. Sin embargo, ellos son los que pueden sufrir las consecuencias más graves. Según la ONU, en 2020 las penurias de agua podrían estar afectando a 250 millones de personas en África y la producción agrícola en ciertas áreas podría caer en un 50 por ciento. En Asia, la falta de agua fresca puede afectar a 1000 millones de personas en 2050. Señala un economista, Jacob Mendelsohn (Yale): La idea original era que estuviéramos todos juntos en esto, y ésa es una idea más fácil para vender. Pero la investigación no la avala: no estamos todos juntos.
La presión pública por medidas inmediatas está creciendo en el mundo desarrollado. En Estados Unidos, el Congreso creó un nuevo comité dedicado al tema. La Corte Suprema termina de producir un fallo histórico. Ante la demanda interpuesta por 12 estados y 13 ONG ambientales, decidió que la Agencia de Protección del Ambiente Federal tiene la autoridad para regular los gases tóxicos de los automóviles y que no puede no ejercerla, salvo que muestre razones científicas. Diversos estados y 400 intendentes han anunciado metas de reducción de emisiones. The Washington Post dice que la mayor cuestión moral de nuestro tiempo es nuestra responsabilidad con el planeta y sus habitantes. The New York Times comenta: Los riesgos de la inacción son grandes. El tiempo para la acción es cada vez más corto.
FORJAR UN PACTO DE RESPONSABILIDAD
La Unión Europea acordó reducir las emisiones de gases invernadero en un 20 por ciento para 2020. Gran Bretaña fijó metas aún mayores: de un 26 a un 32 por ciento de reducción, y se propone dictar leyes firmes en tal sentido.
América Latina, que sólo contribuye con el 3,8 por ciento de los gases invernadero, aparece en el nuevo informe de la ONU con pronósticos preocupantes. Se dice que la reducción de los glaciares pone en riesgo de no tener suficiente agua a millones de personas. Junto a ello están los efectos de los huracanes y las inundaciones sobre las poblaciones más vulnerables, los impactos destructivos sobre la agricultura y los efectivos regresivos sobre la salud de los más pobres.
En una región tan desigual, se está sumando a las asimetrías en ingresos, capital, educación y otras, la vulnerabilidad mucho mayor de los más humildes frente al cambio climático.
Se impone, en la región como en el mundo, diseñar políticas públicas muy activas en este campo y forjar un gran pacto de responsabilidad entre gobiernos, empresas privadas ambiental y socialmente responsables y una sociedad civil movilizada.
Urge pasar del asombro y la alarma a la acción concreta.
Por Bernardo Kliksberg
EL NUEVO INFORME DEL PANEL INTERGUBERNAMENTAL DE NACIONES UNIDAS SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO, había generado gran expectativa. El informe, preparado por dos mil científicos de más de cien países, predice que el calentamiento global puede tener claros impactos sobre la salud pública y señala que puede provocar un aumento de las muertes y las enfermedades debido a las olas de calor, las inundaciones, las tormentas, los incendios y las sequías.
Jonathan Patz, de la Universidad de Wisconsin, señala que se puede esperar un aumento de la malaria en África. La enfermedad mata de uno a dos millones de personas anualmente. Resalta Patz: El cambio climático es una de las más desafiantes amenazas a la salud pública del milenio.
EL PUNTO DE NO RETORNO
Thomas Lovejoy, presidente del prestigioso Centro Ambiental Heinz (Washington), dice que el informe es una triste confirmación de lo que hemos venido siguiendo los últimos 20 años. La naturaleza es muy sensible al cambio climático, y estamos viendo desequilibrios en ecosistemas en todo el planeta. David Ignatius (The Washington Post) llama la atención sobre los escenarios que traza el futurólogo Peter Schwartz, que parte de la misma premisa. Señala que el cambio climático está empujando a los sistemas en todos lados hacia puntos de no retorno.
Ejemplifica con Haití y Bangladesh. Haití se ha convertido, por la deforestación y la pérdida de abono de la tierra, en un ecosistema en el borde. Algunos de los riesgos comunes del cambio climático, como una sequía prolongada o un huracán devastador, podrían hacer explotar el sistema y producir una crisis de refugiados gravísima. En Bangladesh, millones de personas viven al lado del agua. Si el deshielo continúa y los mares crecen, se puede producir una catástrofe, pues entre 60 y 100 millones de personas tendrían que escapar. Por otro lado, el informe previene que en las regiones áridas y semiáridas, donde viven 700 millones, el calentamiento puede agravar la escasez de agua. Millones deberían irse.
UN PROBLEMA GRAVE Y EN CRECIMIENTO
El aumento de las temperaturas, el mayor en 10.000 años, puede amenazar en 2020 la supervivencia de entre el 20 y el 30 por ciento de las especies conocidas. Una ONG ambiental, WWF, indica que entre las especies en riesgo se hallan las tortugas marinas en América latina. Sus nidos pueden ser destruidos por los niveles crecientes de agua. Los bosques de alerces en Chile y la Argentina se hallarían en alto riesgo por los extensos períodos de sequía y el posible aumento de los incendios forestales.
El calentamiento global es, en un 90 por ciento, producto de la acción humana. Está directamente ligado a las emisiones de gases invernadero. Hace 10.000 años había 160 partes de dióxido de carbono por millón en la atmósfera. Ahora se estima que son 380. En los últimos 20 años, la concentración atmosférica de estos gases ha aumentado a la cifra sin precedente de 1,5 partes por año. El secretario general de la ONU, Ban-ki Moon, que ha puesto el tema en el centro de su gestión, asegura que es un problema grave, y en crecimiento.
MÁS POBRES, MÁS VULNERABLES
El problema afecta a todo el planeta, pero los grados de vulnerabilidad son totalmente diferentes según la riqueza de los países. El informe destaca especialmente la desigualdad en los impactos. Expresa: Las comunidades pobres son especialmente vulnerables porque tienden a concentrarse en áreas de riesgo, tienen menos capacidades para enfrentar el problema y son más dependientes de recursos muy sensibles al clima, como el agua y las fuentes de alimentos.
Ello genera una situación paradójica. Según los estimados, los países más ricos son los principales productores de los gases invernadero. Se calcula que Estados Unidos es responsable del 29 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono y Europa Occidental, del 27 por ciento. Los países pobres no tienen incidencia mayor. Sin embargo, ellos son los que pueden sufrir las consecuencias más graves. Según la ONU, en 2020 las penurias de agua podrían estar afectando a 250 millones de personas en África y la producción agrícola en ciertas áreas podría caer en un 50 por ciento. En Asia, la falta de agua fresca puede afectar a 1000 millones de personas en 2050. Señala un economista, Jacob Mendelsohn (Yale): La idea original era que estuviéramos todos juntos en esto, y ésa es una idea más fácil para vender. Pero la investigación no la avala: no estamos todos juntos.
La presión pública por medidas inmediatas está creciendo en el mundo desarrollado. En Estados Unidos, el Congreso creó un nuevo comité dedicado al tema. La Corte Suprema termina de producir un fallo histórico. Ante la demanda interpuesta por 12 estados y 13 ONG ambientales, decidió que la Agencia de Protección del Ambiente Federal tiene la autoridad para regular los gases tóxicos de los automóviles y que no puede no ejercerla, salvo que muestre razones científicas. Diversos estados y 400 intendentes han anunciado metas de reducción de emisiones. The Washington Post dice que la mayor cuestión moral de nuestro tiempo es nuestra responsabilidad con el planeta y sus habitantes. The New York Times comenta: Los riesgos de la inacción son grandes. El tiempo para la acción es cada vez más corto.
FORJAR UN PACTO DE RESPONSABILIDAD
La Unión Europea acordó reducir las emisiones de gases invernadero en un 20 por ciento para 2020. Gran Bretaña fijó metas aún mayores: de un 26 a un 32 por ciento de reducción, y se propone dictar leyes firmes en tal sentido.
América Latina, que sólo contribuye con el 3,8 por ciento de los gases invernadero, aparece en el nuevo informe de la ONU con pronósticos preocupantes. Se dice que la reducción de los glaciares pone en riesgo de no tener suficiente agua a millones de personas. Junto a ello están los efectos de los huracanes y las inundaciones sobre las poblaciones más vulnerables, los impactos destructivos sobre la agricultura y los efectivos regresivos sobre la salud de los más pobres.
En una región tan desigual, se está sumando a las asimetrías en ingresos, capital, educación y otras, la vulnerabilidad mucho mayor de los más humildes frente al cambio climático.
Se impone, en la región como en el mundo, diseñar políticas públicas muy activas en este campo y forjar un gran pacto de responsabilidad entre gobiernos, empresas privadas ambiental y socialmente responsables y una sociedad civil movilizada.
Urge pasar del asombro y la alarma a la acción concreta.
Etiquetas:
Calentamiento,
Cambio climático,
Economía,
Economía 2.0,
Medio ambiente
sábado, 7 de junio de 2008
US$ 45 billones se necesitan para reducir las emisiones de CO2
El reemplazo de las fuentes energéticas convencionales, no renovables, por la energía limpia y renovable puede iniciar un proceso de inversión que rescate a los países del peligro de recesión. Es para tener en cuenta.
Lograr reducir a la mitad las emisiones de CO2 de 2010 a 2050 es un reto difícil pero no imposible para la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Pero sí costoso. Para lograrlo se precisará una inversión de al menos US$ 45 billones (€ 28 billones) y la combinación de las distintas energías existentes.
Al incremento del uso de fuentes renovables para la generación de electricidad, este organismo de la OCDE propone, entre otras cosas, la construcción de 32 plantas nucleares anuales de 2010 a 2050, es decir, unas 1.280 centrales nuevas. Algo que, aseguran, supondría un ahorro de CO2 de un 6%. Actualmente hay 435 reactores en operación y 30 en construcción en todo el mundo.
"Es posible lograr un futuro energético sostenible", dice la AIE en el informe presentado ayer en Tokio. El estudio Perspectivas sobre tecnología energética 2008 asegura que la clave está en la tecnología.
"Lo principal es una mayor eficiencia energética, la captura y almacenamiento de CO2, las fuentes renovables y la energía nuclear", sostiene. En este análisis, que traza posibles escenarios y estrategias hasta 2050 para reducir las emisiones, sostiene que la economía energética precisará "una revolución".
La AIE, formada por 27 países, estima que para lograr que en 2050 las emisiones sean las mismas que hoy sería necesario invertir US$ 17 millones al año (€ 10,8 millones). Pero este organismo asegura que esa reducción puede no ser suficiente.
Los líderes del G8 acordaron en 2007 considerar reducir las emisiones de CO2 en un 50% hasta 2050. Y la AIE lo toma como escenario. Para llegar a él la inversión debería ser US$ 1,1 billones (€ 700.000).
En ese escenario un 36% de la reducción se conseguiría con una mayor eficiencia del uso de la energía, un 21% con la utilización de energías renovables, el 19% con secuestro de CO2 y el 24% con la eficiencia en la generación de la energía.
"Las mejoras de la eficiencia energética en los edificios, los electrodomésticos, el transporte, la industria y la generación de electricidad representan los mayores ahorros y menos costosos", aseguran. Pero fundamentalmente habría que "descarbonizar" la generación de electricidad. A la creación de nucleares este organismo suma la construcción de 17.500 turbinas eólicas.
La AIE sostiene que "el paso más difícil y costoso" es reducir las emisiones del transporte. "Se espera que los biocombustibles bajos en carbono desempeñen una función significativa".
Lograr reducir a la mitad las emisiones de CO2 de 2010 a 2050 es un reto difícil pero no imposible para la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Pero sí costoso. Para lograrlo se precisará una inversión de al menos US$ 45 billones (€ 28 billones) y la combinación de las distintas energías existentes.
Al incremento del uso de fuentes renovables para la generación de electricidad, este organismo de la OCDE propone, entre otras cosas, la construcción de 32 plantas nucleares anuales de 2010 a 2050, es decir, unas 1.280 centrales nuevas. Algo que, aseguran, supondría un ahorro de CO2 de un 6%. Actualmente hay 435 reactores en operación y 30 en construcción en todo el mundo.
"Es posible lograr un futuro energético sostenible", dice la AIE en el informe presentado ayer en Tokio. El estudio Perspectivas sobre tecnología energética 2008 asegura que la clave está en la tecnología.
"Lo principal es una mayor eficiencia energética, la captura y almacenamiento de CO2, las fuentes renovables y la energía nuclear", sostiene. En este análisis, que traza posibles escenarios y estrategias hasta 2050 para reducir las emisiones, sostiene que la economía energética precisará "una revolución".
La AIE, formada por 27 países, estima que para lograr que en 2050 las emisiones sean las mismas que hoy sería necesario invertir US$ 17 millones al año (€ 10,8 millones). Pero este organismo asegura que esa reducción puede no ser suficiente.
Los líderes del G8 acordaron en 2007 considerar reducir las emisiones de CO2 en un 50% hasta 2050. Y la AIE lo toma como escenario. Para llegar a él la inversión debería ser US$ 1,1 billones (€ 700.000).
En ese escenario un 36% de la reducción se conseguiría con una mayor eficiencia del uso de la energía, un 21% con la utilización de energías renovables, el 19% con secuestro de CO2 y el 24% con la eficiencia en la generación de la energía.
"Las mejoras de la eficiencia energética en los edificios, los electrodomésticos, el transporte, la industria y la generación de electricidad representan los mayores ahorros y menos costosos", aseguran. Pero fundamentalmente habría que "descarbonizar" la generación de electricidad. A la creación de nucleares este organismo suma la construcción de 17.500 turbinas eólicas.
La AIE sostiene que "el paso más difícil y costoso" es reducir las emisiones del transporte. "Se espera que los biocombustibles bajos en carbono desempeñen una función significativa".
Etiquetas:
Calentamiento,
Economía,
Economía 2.0,
Medio ambiente,
Mercado de Carbono
domingo, 20 de abril de 2008
Irvin Waller: "Es más barato y eficaz invertir en prevención que en represión"

Desde la academia, Irvin Waller se enfrenta a los delincuentes. Este profesor canadiense especializado en prevención del delito, impulsa una idea simple, aunque inusual: "Aplicar el diez por ciento del presupuesto que se gasta en policía, cárceles y sistema de justicia a la prevención del delito permitiría disminuir en algunos años la violencia en un 50%", señala.
Waller, autor del libro Menos represión. Más seguridad, editado por el Instituto de Ciencias Penales de México y las Naciones Unidas, estuvo de visita en Buenos Aires para la inauguración del Centro de Estudios para investigar la Prevención del Delito (Ceprede), de la Universidad de Belgrano.
Su tesis seduce a algunos políticos: "Es más barato y eficaz invertir los recursos en prevención, mediante programas específicos, que en represión". Y desafía: "Aumentar el número de policías no se relaciona con la disminución de la violencia".
Desmitificador de las ideas del ex alcalde de Nueva York Rudolph Giulianni y su política de "Tolerancia cero", Waller explica que el índice de homicidios en esa ciudad ya disminuía antes de su llegada.
"En los Estados Unidos, las políticas de represión penal demostraron su ineficacia. Hay modelos aplicados en algunas ciudades norteamericanas y en Inglaterra que demuestran que es posible reducir la violencia con menos presupuesto que el que se gasta en la represión", explicó Waller.
En los Estados Unidos, se llegó a que hay 100 ciudadanos libres por cada preso que albergan sus cárceles y los Estados no están dispuestos a invertir tanto presupuesto en estas políticas, explica el profesor de la Universidad de Otawa y presidente del Centro Internacional para la prevención de la Delincuencia de Montreal. "Estas políticas demostraron ser poco eficaces y más costosas para los contribuyentes y las víctimas", señala.
-¿Qué ejemplos hay?
-En Inglaterra y Gales se aplica con éxito un programa para la inclusión de la juventud, que se enfoca en unos 50 jóvenes en situación de riesgo, de entre 13 y 16 años, en cada uno de los 70 barrios más peligrosos de Inglaterra y Gales, donde hay más pobreza y violencia. Se trabaja con ellos en centros juveniles durante diez horas semanales, donde se les da entrenamiento deportivo, informática, alfabetización y asesoramiento en salud. Los resultados fueron espectaculares y permitieron bajar el 60% el índice de arrestos, el 27% las expulsiones de la escuela y el 16% la delincuencia.
Es un ejemplo de una de las políticas que aplicó Tony Blair y que se puede llevar a países como la Argentina.
-¿Con qué mecanismos?
-Lo importante es tener una voluntad política de reducir la violencia y, a partir de allí, crear un centro de responsabilidad nacional para instrumentar programas. En Bogotá, se aplicaron programas de prevención, donde se creó un observatorio contra la violencia, es decir, un centro de responsabilidad que diagnosticó las causas de la violencia. Es la llave para disminuirla, contrariamente al aumento del número de policías.
-¿Muchos Estados tienen planes sociales que apuntan a esto y los resultados no parecen visibles?
-Es necesaria una coordinación de las agencias, porque operan en forma separada. Lo importante es que haya un objetivo para todas, una meta común y que sea posible medir la eficacia de los programas para cumplir ese objetivo. No es posible esperar resultados en seis meses o en un año. En Inglaterra, el programa se aplica desde hace diez años y ya funcionan 140 centros en el país.
-¿Debe cambiar la policía?
-El número de policías no se relaciona con la disminución de la violencia. Sí, hay una relación entre la calidad de la policía y la calidad de la investigación policial. En Boston, se aplicó esta idea. La acción policial, sumada a los programas sociales, convergieron para la disminución de las pandillas y las armas. Allí se aplicó un programa con un smart police (policía inteligente).
Se utilizó la policía con un fuerte sistema de sanción penal y se impulsaron programas sociales para favorecer la escolaridad de los jóvenes y la formación profesional, para lo cual hubo también una acción sobre las empresas.
-¿En países aquejados por el crimen, estas políticas de mano blanda son impopulares?
-No es cierto. No hay resistencia de los ciudadanos. Las encuestas dicen que los ciudadanos están dos a uno en favor de gastar el presupuesto en prevención y no en sanción penal.
-¿Y las drogas, como influyen?
-El uso de alcohol está comprobado que tiene injerencia en el crecimiento de la violencia. Hay que estudiar si aquí ésa es la causa del problema. Hay que aplicar políticas de reducción de la demanda.
-¿Cómo se evita que se consagre la impunidad?
-La sanción no garantiza un freno a la violencia, habría que pensar en una justicia que sea más reparadora que punitiva.
Waller, autor del libro Menos represión. Más seguridad, editado por el Instituto de Ciencias Penales de México y las Naciones Unidas, estuvo de visita en Buenos Aires para la inauguración del Centro de Estudios para investigar la Prevención del Delito (Ceprede), de la Universidad de Belgrano.
Su tesis seduce a algunos políticos: "Es más barato y eficaz invertir los recursos en prevención, mediante programas específicos, que en represión". Y desafía: "Aumentar el número de policías no se relaciona con la disminución de la violencia".
Desmitificador de las ideas del ex alcalde de Nueva York Rudolph Giulianni y su política de "Tolerancia cero", Waller explica que el índice de homicidios en esa ciudad ya disminuía antes de su llegada.
"En los Estados Unidos, las políticas de represión penal demostraron su ineficacia. Hay modelos aplicados en algunas ciudades norteamericanas y en Inglaterra que demuestran que es posible reducir la violencia con menos presupuesto que el que se gasta en la represión", explicó Waller.
En los Estados Unidos, se llegó a que hay 100 ciudadanos libres por cada preso que albergan sus cárceles y los Estados no están dispuestos a invertir tanto presupuesto en estas políticas, explica el profesor de la Universidad de Otawa y presidente del Centro Internacional para la prevención de la Delincuencia de Montreal. "Estas políticas demostraron ser poco eficaces y más costosas para los contribuyentes y las víctimas", señala.
-¿Qué ejemplos hay?
-En Inglaterra y Gales se aplica con éxito un programa para la inclusión de la juventud, que se enfoca en unos 50 jóvenes en situación de riesgo, de entre 13 y 16 años, en cada uno de los 70 barrios más peligrosos de Inglaterra y Gales, donde hay más pobreza y violencia. Se trabaja con ellos en centros juveniles durante diez horas semanales, donde se les da entrenamiento deportivo, informática, alfabetización y asesoramiento en salud. Los resultados fueron espectaculares y permitieron bajar el 60% el índice de arrestos, el 27% las expulsiones de la escuela y el 16% la delincuencia.
Es un ejemplo de una de las políticas que aplicó Tony Blair y que se puede llevar a países como la Argentina.
-¿Con qué mecanismos?
-Lo importante es tener una voluntad política de reducir la violencia y, a partir de allí, crear un centro de responsabilidad nacional para instrumentar programas. En Bogotá, se aplicaron programas de prevención, donde se creó un observatorio contra la violencia, es decir, un centro de responsabilidad que diagnosticó las causas de la violencia. Es la llave para disminuirla, contrariamente al aumento del número de policías.
-¿Muchos Estados tienen planes sociales que apuntan a esto y los resultados no parecen visibles?
-Es necesaria una coordinación de las agencias, porque operan en forma separada. Lo importante es que haya un objetivo para todas, una meta común y que sea posible medir la eficacia de los programas para cumplir ese objetivo. No es posible esperar resultados en seis meses o en un año. En Inglaterra, el programa se aplica desde hace diez años y ya funcionan 140 centros en el país.
-¿Debe cambiar la policía?
-El número de policías no se relaciona con la disminución de la violencia. Sí, hay una relación entre la calidad de la policía y la calidad de la investigación policial. En Boston, se aplicó esta idea. La acción policial, sumada a los programas sociales, convergieron para la disminución de las pandillas y las armas. Allí se aplicó un programa con un smart police (policía inteligente).
Se utilizó la policía con un fuerte sistema de sanción penal y se impulsaron programas sociales para favorecer la escolaridad de los jóvenes y la formación profesional, para lo cual hubo también una acción sobre las empresas.
-¿En países aquejados por el crimen, estas políticas de mano blanda son impopulares?
-No es cierto. No hay resistencia de los ciudadanos. Las encuestas dicen que los ciudadanos están dos a uno en favor de gastar el presupuesto en prevención y no en sanción penal.
-¿Y las drogas, como influyen?
-El uso de alcohol está comprobado que tiene injerencia en el crecimiento de la violencia. Hay que estudiar si aquí ésa es la causa del problema. Hay que aplicar políticas de reducción de la demanda.
-¿Cómo se evita que se consagre la impunidad?
-La sanción no garantiza un freno a la violencia, habría que pensar en una justicia que sea más reparadora que punitiva.
Etiquetas:
Economía,
Economía 2.0,
Educación,
politicas públicas,
seguridad
lunes, 14 de abril de 2008
Desarrollo económico y desarrollo humano en el Medio oriente
Una idea muy difundida a propósito del bienestar de las naciones es que éste sea directamente proporcional al bienestar económico o a la renta. Durante los años ochenta algunos intelectuales criticaron la escasa atención prestada, por los grupos de investigación de las Naciones Unidas, a las dinámicas sociales con respecto a la definición del nivel de desarrollo de los estados. Estas críticas fueron en parte acogidas y el resultado fue la creación del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Con la intención de registrar también el bienestar social, además del económico, el nuevo índice prevé la medida de la renta, de las expectativas de vida y del nivel de educación. Este sistema muestra indudablemente las distorsiones que algunos modelos de desarrollo económico provocan en el tejido social del Estado. El caso de Oriente Medio es particularmente interesante, precisamente porque la renta per cápita de los países de esta zona es muy elevada.
A todos los países del mundo se les asigna un valor comprendido entre 1 (máximo desarrollo humano posible) y 0 (desarrollo humano mínimo). La escala prevé tres segmentos, alto desarrollo humano, medio desarrollo humano y bajo desarrollo humano. Del grupo de alto desarrollo humano forman parte: Kuwait 33º, Qatar 35º, los Emiratos Árabes Unidos 39º, Bahréin 41º, Omán 58º, Arabia Saudí 61º. Del grupo de medio desarrollo humano forman parte: Turquía 84º, Jordania 86º, Líbano 88º, Irán 94º, Siria 108º, Yemen 153º. Ningún país medioriental forma parte del grupo de países con bajo desarrollo humano, que incluye solamente a países africanos.
Del PIB al IDH: de lo económico a lo social
Hay que tener en cuenta la diferencia significativa entre la posición que los países de Oriente Medio ocupan en la clasificación del PIB y la que ocupan en la clasificación del IDH. El primer puesto de los países árabes en la clasificación del IDH, Kuwait (33º puesto), ocupa el 25º puesto en la escala de la renta per cápita, por lo tanto retrocede 8 posiciones. Los rendimientos del resto de países de la zona son aún menos brillantes. Qatar y los Emiratos Árabes Unidos pierden doce posiciones, Bahréin 8, Omán 15, Arabia Saudí 19, Turquía 18, Irán 23, por citar sólo los países más importantes de la región.
A propósito de la renta, habría sido interesante verificar también la desigualdad en la distribución de la renta en los países árabes que, como ya habíamos destacado, pueden alardear de óptimos niveles del PIB per cápita. La desigual distribución de la renta se mide en el informe de 2007 con el índice de Gini, mediante el que la desigualdad se mide en una escala de 0 (perfecta igualdad) a 100 (perfecta desigualdad). Desafortunadamente estos datos no están disponibles para ningún país árabe. Los pésimos resultados que hemos visto en la clasificación del IDH se deben en buena parte a datos desalentadores en el sector de la sanidad, como se puede verificar comparando los datos de estos países con países análogos desde el punto de vista del IDH. Si observamos el porcentaje de niños menores de cinco años con bajo peso, vemos que en Kuwait es del 10%, en Qatar del 6%, en los EAU del 14%, en Bahréin del 9%, en Omán del 18%, en Arabia Saudí del 14, mientras que en Argentina, que ocupa la 38ª posición del IDH, el porcentaje es del 4%, en Chile (40º puesto en el IDH) del 1%, en Trinidad y Tobago (59º puesto en el IDH ) del 6%, en Panamá (62º puesto en el IDH ) del 8%.
Naturalmente esta situación no es en absoluto casual, sin embargo, refleja el bajo porcentaje de renta nacional destinado al gasto sanitario. De hecho, si comparamos con países similares desde el punto de vista del IDH, los números de los países mediorientales son claramente deficitarios. Kuwait gasta en sanidad el 2,2% de su PIB, mientras que Malta, inmediatamente detrás en la clasificación del IDH, gasta el 7%. La situación no es mejor en el resto de países de la región. En Qatar el gasto asciende al 1,8% del PIB, en los Emiratos Árabes Unidos al 2%, en Bahréin al 2,7%, al 2,5% en Arabia Saudí y al 2,4% en Omán. La situación en los países no árabes de la región es ligeramente mejor: en Turquía el porcentaje de gasto sanitario del PIB es del 5,2% y en Irán del 3,2%.
Con respecto a la nutrición, la situación de Oriente Medio es mejor, cuyos datos son bastante similares a los de los países más desarrollados. En Kuwait el valor es del 5%, frente a un porcentaje inferior al 2,5% de casi todos los países que lo preceden en la clasificación. El dato más importante de este país es la notable mejora que se ha producido durante los últimos 15 años. De hecho, en el bienio 1990/1992 el porcentaje registrado era del 24%. En los Emiratos Árabes Unidos el porcentaje es inferior al 2,5%, por lo tanto, próximo a los valores de los países más avanzados. Arabia Saudí ofrece el dato menos desalentador, no tanto por el porcentaje en sí mismo, 4%, similar al de los países de la región, sino por el hecho de que el porcentaje es idéntico al del bienio 1990/1992, como ha sucedido también en Egipto e Irán. En Turquía la situación es aún peor, ya que de un dato inferior al 2,5% se ha pasado al 3%. Con respecto a Omán, Qatar y Bahréin no disponemos de datos. Las cifras sobre educación tampoco son positivas. De hecho, solamente Kuwait tiene una tasa de analfabetismo en edad adulta inferior al 10% ( precisamente el 6,7%), mientras que el resto supera ese umbral: Qatar 11%, EAU 11,3%, Bahréin 13,5%, Omán 18,6%, Arabia Saudí 17,1%, Turquía 12% e Irán 17%. Comparando de nuevo con otros países nos damos cuenta de la insuficiencia de estos valores. De hecho, observamos que en Argentina el analfabetismo está en el 2,8% y en las Seychelles en el 8,2 %, mismo porcentaje que en Panamá.
La condición de la mujer
Un elemento fundamental del desarrollo humano es la condición de la mujer, claramente negativo en Oriente Medio, cualquiera que sea el factor tomado en consideración. Desde el punto de vista político-social es necesario valorar cuánto cuentan las mujeres, es decir, calcular cuántas mujeres están presentes en las élites de los países, por lo tanto, capaces de incidir en la toma de decisiones de sus países. Sabemos que en Oriente Medio, a excepción de Turquía e Israel, no existen democracias representativas, sin embargo tienen parlamentos, aunque con funciones claramente secundarias. El porcentaje de mujeres en estos parlamentos es extremadamente bajo, sin embargo, hay que tener en cuenta que no son muchos los países en los que se supera el 30%. En Kuwait el porcentaje es del 3,1%, en Bahréin del 13,8%, en los EAU del 22,5%, en Omán 7,8%, mientras que en Qatar y Arabia Saudí se llega incluso al 0,0%. Como de costumbre comparamos estos datos con los de otras naciones: en Malta (34º puesto en el IDH) la mujeres en el Parlamento son el 9,2%, en Chile (40º puesto en el IDH) 12,7%, en Malasia (puesto 63º en el IDH) el porcentaje es del 13,1%.
En los países no árabes la situación no es mejor: en Turquía encontramos un 4,4% de mujeres en el Parlamento, algo superior en Irán donde existe un 4,1%. Como hemos indicado anteriormente, los países a los que nos referimos no son democracias, por lo tanto, también es útil considerar el porcentaje de mujeres con cargos de alto funcionariado, mánager o dirigente administrativo. Los datos de los que disponemos son incompletos, ya que no tenemos a disposición los de Kuwait y Bahréin, sin embargo, son útiles para completar la panorámica de la posición de las mujeres. En Qatar, las mujeres en las élites representan el 8% del total, como en los Emiratos Árabes Unidos, frente a Malta donde se llega al 20% y en Chile al 25%. La situación es mejor en Arabia Saudí, 31%, sin embargo, este dato se contrarresta con el escaso porcentaje de profesionales y técnicos, sólo el 6%, el valor más bajo del mundo (aunque hay que señalar que no se dispone de los datos de todos los países).
También en los países no árabes encontramos porcentajes análogos, Turquía 7%, Irán 16%. Entre los países con un IDH similar a estos dos países consideramos a Paraguay (IDH 95º) que presenta un valor del 23%. Habíamos señalado que el porcentaje de mujeres en los países árabes en los parlamentos era escaso, sin embargo, no excesivamente bajo, excepto los casos límite de Qatar y Arabia Saudí. Sin embargo, observando los datos con respecto a la importancia social de las mujeres, hemos visto que se amplia la diferencia con los países que tienen una posición de IDH similar, con los porcentajes que aumentan en el resto de países y disminuyen en los países mediorientales. Esto indica, con toda probabilidad, que el núcleo del poder excluye completamente a las mujeres, a pesar de lo que diga su ya escaso peso político.
El último elemento de la condición femenina que hay que valorar es el económico, que podemos deducir de otra medida proporcionada por el Informe de Desarrollo Humano: la relación entre renta masculina y femenina. También aquí, ya a nivel mundial, la situación no es muy buena, pero la situación se agrava mucho más en los países que estamos examinando. Por ejemplo, si en Malta (35º puesto en el IDH) la relación es de 0,5, en Kuwait es de 0,35, en Qatar 0,24, en los Emiratos Árabes Unidos 0,25 y en Bahréin 0,35. En Omán la relación es de 0,19, en Trinidad y Tobago (59º puesto en el IDH) de 0,46, mientras que en Arabia Saudí se llega al insignificante valor de 0,16. Con respecto a los países no árabes, la situación es levemente mejor: en Turquía el valor es 0,35 y en Irán 0,39.
Conclusiones
Por lo tanto, ¿qué muestra el Índice de Desarrollo Humano? La primera cosa que nos dice es que una renta alta no significa necesariamente un bienestar generalizado para la población, y en los países de Oriente Medio, especialmente los productores de petróleo, esto es un elemento importantísimo. Según los datos que hemos analizado, la riqueza garantizada, al menos por el momento, por los rendimientos petrolíferos no encuentra una salida hacia los servicios públicos, lo que significa escasos rendimientos de la sanidad y del sistema de educación. Sin embargo, significa también distribución absolutamente desigual de la riqueza, especialmente entre sexos. Hay que señalar que el índice no puede tener en cuenta todas las variables. La ausencia de referencias a la cualidad democrática de los estados y a la situación de los derechos humanos es evidente. Naturalmente la ausencia de estos elementos se debe a la imposibilidad de encontrar indicadores estadísticos fiables. Un problema grave de esta falta es que se corre el riesgo de hacer excesivamente “técnico” el concepto de desarrollo humano, relacionándolo con la idea de “buena gobernabilidad” que muchos analistas la identifican como la responsable del vacío de las instituciones representativas, especialmente en los países del tercer mundo. Un posterior problema de este índice es que anula las diferencias culturales, de hecho, permite un sólo modelo de desarrollo.
A todos los países del mundo se les asigna un valor comprendido entre 1 (máximo desarrollo humano posible) y 0 (desarrollo humano mínimo). La escala prevé tres segmentos, alto desarrollo humano, medio desarrollo humano y bajo desarrollo humano. Del grupo de alto desarrollo humano forman parte: Kuwait 33º, Qatar 35º, los Emiratos Árabes Unidos 39º, Bahréin 41º, Omán 58º, Arabia Saudí 61º. Del grupo de medio desarrollo humano forman parte: Turquía 84º, Jordania 86º, Líbano 88º, Irán 94º, Siria 108º, Yemen 153º. Ningún país medioriental forma parte del grupo de países con bajo desarrollo humano, que incluye solamente a países africanos.
Del PIB al IDH: de lo económico a lo social
Hay que tener en cuenta la diferencia significativa entre la posición que los países de Oriente Medio ocupan en la clasificación del PIB y la que ocupan en la clasificación del IDH. El primer puesto de los países árabes en la clasificación del IDH, Kuwait (33º puesto), ocupa el 25º puesto en la escala de la renta per cápita, por lo tanto retrocede 8 posiciones. Los rendimientos del resto de países de la zona son aún menos brillantes. Qatar y los Emiratos Árabes Unidos pierden doce posiciones, Bahréin 8, Omán 15, Arabia Saudí 19, Turquía 18, Irán 23, por citar sólo los países más importantes de la región.
A propósito de la renta, habría sido interesante verificar también la desigualdad en la distribución de la renta en los países árabes que, como ya habíamos destacado, pueden alardear de óptimos niveles del PIB per cápita. La desigual distribución de la renta se mide en el informe de 2007 con el índice de Gini, mediante el que la desigualdad se mide en una escala de 0 (perfecta igualdad) a 100 (perfecta desigualdad). Desafortunadamente estos datos no están disponibles para ningún país árabe. Los pésimos resultados que hemos visto en la clasificación del IDH se deben en buena parte a datos desalentadores en el sector de la sanidad, como se puede verificar comparando los datos de estos países con países análogos desde el punto de vista del IDH. Si observamos el porcentaje de niños menores de cinco años con bajo peso, vemos que en Kuwait es del 10%, en Qatar del 6%, en los EAU del 14%, en Bahréin del 9%, en Omán del 18%, en Arabia Saudí del 14, mientras que en Argentina, que ocupa la 38ª posición del IDH, el porcentaje es del 4%, en Chile (40º puesto en el IDH) del 1%, en Trinidad y Tobago (59º puesto en el IDH ) del 6%, en Panamá (62º puesto en el IDH ) del 8%.
Naturalmente esta situación no es en absoluto casual, sin embargo, refleja el bajo porcentaje de renta nacional destinado al gasto sanitario. De hecho, si comparamos con países similares desde el punto de vista del IDH, los números de los países mediorientales son claramente deficitarios. Kuwait gasta en sanidad el 2,2% de su PIB, mientras que Malta, inmediatamente detrás en la clasificación del IDH, gasta el 7%. La situación no es mejor en el resto de países de la región. En Qatar el gasto asciende al 1,8% del PIB, en los Emiratos Árabes Unidos al 2%, en Bahréin al 2,7%, al 2,5% en Arabia Saudí y al 2,4% en Omán. La situación en los países no árabes de la región es ligeramente mejor: en Turquía el porcentaje de gasto sanitario del PIB es del 5,2% y en Irán del 3,2%.
Con respecto a la nutrición, la situación de Oriente Medio es mejor, cuyos datos son bastante similares a los de los países más desarrollados. En Kuwait el valor es del 5%, frente a un porcentaje inferior al 2,5% de casi todos los países que lo preceden en la clasificación. El dato más importante de este país es la notable mejora que se ha producido durante los últimos 15 años. De hecho, en el bienio 1990/1992 el porcentaje registrado era del 24%. En los Emiratos Árabes Unidos el porcentaje es inferior al 2,5%, por lo tanto, próximo a los valores de los países más avanzados. Arabia Saudí ofrece el dato menos desalentador, no tanto por el porcentaje en sí mismo, 4%, similar al de los países de la región, sino por el hecho de que el porcentaje es idéntico al del bienio 1990/1992, como ha sucedido también en Egipto e Irán. En Turquía la situación es aún peor, ya que de un dato inferior al 2,5% se ha pasado al 3%. Con respecto a Omán, Qatar y Bahréin no disponemos de datos. Las cifras sobre educación tampoco son positivas. De hecho, solamente Kuwait tiene una tasa de analfabetismo en edad adulta inferior al 10% ( precisamente el 6,7%), mientras que el resto supera ese umbral: Qatar 11%, EAU 11,3%, Bahréin 13,5%, Omán 18,6%, Arabia Saudí 17,1%, Turquía 12% e Irán 17%. Comparando de nuevo con otros países nos damos cuenta de la insuficiencia de estos valores. De hecho, observamos que en Argentina el analfabetismo está en el 2,8% y en las Seychelles en el 8,2 %, mismo porcentaje que en Panamá.
La condición de la mujer
Un elemento fundamental del desarrollo humano es la condición de la mujer, claramente negativo en Oriente Medio, cualquiera que sea el factor tomado en consideración. Desde el punto de vista político-social es necesario valorar cuánto cuentan las mujeres, es decir, calcular cuántas mujeres están presentes en las élites de los países, por lo tanto, capaces de incidir en la toma de decisiones de sus países. Sabemos que en Oriente Medio, a excepción de Turquía e Israel, no existen democracias representativas, sin embargo tienen parlamentos, aunque con funciones claramente secundarias. El porcentaje de mujeres en estos parlamentos es extremadamente bajo, sin embargo, hay que tener en cuenta que no son muchos los países en los que se supera el 30%. En Kuwait el porcentaje es del 3,1%, en Bahréin del 13,8%, en los EAU del 22,5%, en Omán 7,8%, mientras que en Qatar y Arabia Saudí se llega incluso al 0,0%. Como de costumbre comparamos estos datos con los de otras naciones: en Malta (34º puesto en el IDH) la mujeres en el Parlamento son el 9,2%, en Chile (40º puesto en el IDH) 12,7%, en Malasia (puesto 63º en el IDH) el porcentaje es del 13,1%.
En los países no árabes la situación no es mejor: en Turquía encontramos un 4,4% de mujeres en el Parlamento, algo superior en Irán donde existe un 4,1%. Como hemos indicado anteriormente, los países a los que nos referimos no son democracias, por lo tanto, también es útil considerar el porcentaje de mujeres con cargos de alto funcionariado, mánager o dirigente administrativo. Los datos de los que disponemos son incompletos, ya que no tenemos a disposición los de Kuwait y Bahréin, sin embargo, son útiles para completar la panorámica de la posición de las mujeres. En Qatar, las mujeres en las élites representan el 8% del total, como en los Emiratos Árabes Unidos, frente a Malta donde se llega al 20% y en Chile al 25%. La situación es mejor en Arabia Saudí, 31%, sin embargo, este dato se contrarresta con el escaso porcentaje de profesionales y técnicos, sólo el 6%, el valor más bajo del mundo (aunque hay que señalar que no se dispone de los datos de todos los países).
También en los países no árabes encontramos porcentajes análogos, Turquía 7%, Irán 16%. Entre los países con un IDH similar a estos dos países consideramos a Paraguay (IDH 95º) que presenta un valor del 23%. Habíamos señalado que el porcentaje de mujeres en los países árabes en los parlamentos era escaso, sin embargo, no excesivamente bajo, excepto los casos límite de Qatar y Arabia Saudí. Sin embargo, observando los datos con respecto a la importancia social de las mujeres, hemos visto que se amplia la diferencia con los países que tienen una posición de IDH similar, con los porcentajes que aumentan en el resto de países y disminuyen en los países mediorientales. Esto indica, con toda probabilidad, que el núcleo del poder excluye completamente a las mujeres, a pesar de lo que diga su ya escaso peso político.
El último elemento de la condición femenina que hay que valorar es el económico, que podemos deducir de otra medida proporcionada por el Informe de Desarrollo Humano: la relación entre renta masculina y femenina. También aquí, ya a nivel mundial, la situación no es muy buena, pero la situación se agrava mucho más en los países que estamos examinando. Por ejemplo, si en Malta (35º puesto en el IDH) la relación es de 0,5, en Kuwait es de 0,35, en Qatar 0,24, en los Emiratos Árabes Unidos 0,25 y en Bahréin 0,35. En Omán la relación es de 0,19, en Trinidad y Tobago (59º puesto en el IDH) de 0,46, mientras que en Arabia Saudí se llega al insignificante valor de 0,16. Con respecto a los países no árabes, la situación es levemente mejor: en Turquía el valor es 0,35 y en Irán 0,39.
Conclusiones
Por lo tanto, ¿qué muestra el Índice de Desarrollo Humano? La primera cosa que nos dice es que una renta alta no significa necesariamente un bienestar generalizado para la población, y en los países de Oriente Medio, especialmente los productores de petróleo, esto es un elemento importantísimo. Según los datos que hemos analizado, la riqueza garantizada, al menos por el momento, por los rendimientos petrolíferos no encuentra una salida hacia los servicios públicos, lo que significa escasos rendimientos de la sanidad y del sistema de educación. Sin embargo, significa también distribución absolutamente desigual de la riqueza, especialmente entre sexos. Hay que señalar que el índice no puede tener en cuenta todas las variables. La ausencia de referencias a la cualidad democrática de los estados y a la situación de los derechos humanos es evidente. Naturalmente la ausencia de estos elementos se debe a la imposibilidad de encontrar indicadores estadísticos fiables. Un problema grave de esta falta es que se corre el riesgo de hacer excesivamente “técnico” el concepto de desarrollo humano, relacionándolo con la idea de “buena gobernabilidad” que muchos analistas la identifican como la responsable del vacío de las instituciones representativas, especialmente en los países del tercer mundo. Un posterior problema de este índice es que anula las diferencias culturales, de hecho, permite un sólo modelo de desarrollo.
Etiquetas:
demografia,
Desarrollo,
Desarrollo humano,
Economía,
Economía 2.0,
Educación,
salud
jueves, 13 de marzo de 2008
Los excluidos incurables
Por Daniel Larriqueta
En la matrícula de las escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires con que empieza el año lectivo, un 23 por ciento de los inscriptos corresponde a niños que son hijos de padres que no trabajaron nunca. Como está dicho: no trabajaron nunca. Es una masa impresionante de niños argentinos hijos de padres argentinos que conforman, de este modo, otra cultura, otro sistema de valores, otra sociedad. ¿Otro país?
Niños que, sin duda, llegan a la escuela sin patrones culturales ligados al esfuerzo o a la disciplina. Y detrás de ellos están esos padres que conforman un grupo social amplísimo y claramente excluido, no sólo en lo económico, sino, probablemente, también en lo sociopsicológico.
Hace algunas semanas, el diario Los Andes, de Mendoza, publicó una información ligada a los problemas de seguridad, y dijo que en esa provincia, con una población de alrededor de 1,8 millones de personas, había 40.000 jóvenes que no trabajaban ni estudiaban; y que el paso de algunos de ellos por los centros urbanos resultaba en problemas graves de seguridad.
El dato me sorprendió por el volumen, pero ya unos meses antes, en una rueda con médicos que actúan en los hospitales del Gran Mendoza, había escuchado la aflicción por el desamparo y la anomia con que llegaba la gente a los centros de salud, y los problemas sociales y familiares que se podían advertir.
Si las cifras de Mendoza son buen indicador, se debe calcular que, en el conjunto nacional, la cantidad de jóvenes en tal situación de exclusión absoluta llega al millón, o sea, un poco más del 2 por ciento de la población total.
No necesito subrayarlo, se trata de un verdadero ejército de jóvenes excluidos, autoexcluidos, desesperanzados o definitivamente desenganchados del sistema de valores sobre el que se asienta la identidad de la Argentina y nuestro sistema convivencial.
Porque el aspecto dramático de la cuestión no es tanto la insuficiencia de las políticas de inclusión clásicas –educación, trabajo, asistencia social–, que podría ser superada por una gestión pública eficaz, sino la duda de si esos compatriotas tienen voluntad de reinsertarse en el modo de vida y el sistema de valores del país. Tendemos a pensar que estando todos sumidos en una sociedad de consumo trepidante, ella ha de proveer los estímulos para que este grupo social emprenda el camino de la reinserción. Nada más incierto.
Durante el verano, un amigo abogado laboralista tropezó en Mar del Plata con un grupo de muchachos que se refugiaban de la lluvia sentados en una esquina. Les preguntó por qué no cruzaban al shopping que estaba a un paso y recibió una respuesta cabal: “No hay nada para nosotros allí adentro”. Y articulando esta respuesta con las experiencias que ya lleva hechas Mendoza con sus excluidos, se entienden los resultados: los programas mendocinos de inclusión han tenido hasta ahora un éxito de sólo el 4 por ciento.
Pareciera que estamos ahora ante la manifestación ácida de lo que hemos venido temiendo en los últimos años: la anomia, la ruptura del sistema de valores, la pérdida de sentido para la vida de muchos argentinos, ese millón de jóvenes y sus hijos y acaso también otros mayores que no detectamos con tanta facilidad. Este asunto es un vitriolo para la sociedad argentina, un daño capaz de descalzar no sólo el anhelo de seguridad, sino la pervivencia del modelo de esfuerzo con que se construyó nuestro país y que la mayoría considera, aún, virtuoso. Y es un tema de la sociedad argentina, porque en otras sociedades de la región hay formas de exclusión crónica que llenan las páginas policiales, pero no parecen desestabilizar el conjunto.
Lo dicho no es una afirmación de orgullo, sino de desafío. Habrá quienes piensen que la política del garrote puede permitir encapsular territorial y socialmente a tales personas. Aparte de las consideraciones morales, esa política compromete el desarrollo social y condena a los países a permanecer en una doble legitimidad incompatible con el progreso. Se deteriora la paz interior, se pierden energías creadoras y, antes o después, se puede asistir al estallido de esas cápsulas que parecían tan ingeniosas.
Se me ocurre que el desafío hay que asumirlo con libertad creadora y una fuerte dosis de humildad. No se trata de llegar a esos compatriotas con el conjunto de valores que a nosotros nos parecen “correctos” y proponerlos con una actitud docente y jerárquica. El camino puede ser colocarse en el conjunto de emociones, sentimientos y gustos que ellos tienen para construir desde allí una reaproximación a los valores consagrados. Esta sería la tarea completamente novedosa para lo mejor de la inteligencia argentina, de la dirigencia política y del ánimo solidario.
Algo de esto conversé en Mendoza con el reflexivo periodista Carlos La Rosa, pensando que esos 40.000 jóvenes probablemente se interesen por las prácticas deportivas y algunas formas de actividades artísticas, que pueden ser ofrecidas y sistematizadas desde los numerosos clubes y entidades vecinales con que cuenta la provincia. Es a partir de esos atractivos como después se podrá proponer, de modo pausado y sin presión, el agregado de formación laboral o de educación más completa. Lo esbozado implica, por cierto, que el Estado provincial, en ese caso, rompa sus compartimientos estancos para que los ministerios de seguridad, deportes, cultura, educación y salud inventen con los voluntarios y las entidades intermedias programas múltiples, ricos, atractivos.
Esa conversación la he repetido en Buenos Aires con el dirigente de River Plate Rodolfo D’Onofrio. D’Onofrio ha llegado a conclusiones parecidas acompañando al equipo a presentaciones en el interior y me relató su experiencia en Jujuy, donde la gente más pobre y de todas las localidades se movilizaba no sólo para los partidos sino para acompañar los desplazamientos de los jugadores. La anomia de los excluidos no es absoluta, hay otros gustos y valores por los que se puede entrar en su interés y proponer llamadores completamente iconoclastas pero que acaso funcionen.
No hay que dar vuelta la cara. Los argentinos tenemos un problema dramático con nuestros excluidos incurables, un problema que nos debe avergonzar y que, querámoslo o no, nos amenaza. Pero, ¿por qué no podemos tener el ingenio y el coraje para encontrar soluciones no convencionales? ¿Por qué no podemos inventar remedios nuevos para esta enfermedad incurable con los métodos clásicos? ¿Y por qué no empezar ya mismo?
La exclusión anómica masiva es una enfermedad nueva en la sociedad argentina, pero si no actuamos bien y con energía, se puede volver crónica.
¿No es eso lo que nos están anunciando los miles de niños que llegan a la escuela sin conocer la cultura del trabajo en su propio hogar?
El autor es economista e historiador
En la matrícula de las escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires con que empieza el año lectivo, un 23 por ciento de los inscriptos corresponde a niños que son hijos de padres que no trabajaron nunca. Como está dicho: no trabajaron nunca. Es una masa impresionante de niños argentinos hijos de padres argentinos que conforman, de este modo, otra cultura, otro sistema de valores, otra sociedad. ¿Otro país?
Niños que, sin duda, llegan a la escuela sin patrones culturales ligados al esfuerzo o a la disciplina. Y detrás de ellos están esos padres que conforman un grupo social amplísimo y claramente excluido, no sólo en lo económico, sino, probablemente, también en lo sociopsicológico.
Hace algunas semanas, el diario Los Andes, de Mendoza, publicó una información ligada a los problemas de seguridad, y dijo que en esa provincia, con una población de alrededor de 1,8 millones de personas, había 40.000 jóvenes que no trabajaban ni estudiaban; y que el paso de algunos de ellos por los centros urbanos resultaba en problemas graves de seguridad.
El dato me sorprendió por el volumen, pero ya unos meses antes, en una rueda con médicos que actúan en los hospitales del Gran Mendoza, había escuchado la aflicción por el desamparo y la anomia con que llegaba la gente a los centros de salud, y los problemas sociales y familiares que se podían advertir.
Si las cifras de Mendoza son buen indicador, se debe calcular que, en el conjunto nacional, la cantidad de jóvenes en tal situación de exclusión absoluta llega al millón, o sea, un poco más del 2 por ciento de la población total.
No necesito subrayarlo, se trata de un verdadero ejército de jóvenes excluidos, autoexcluidos, desesperanzados o definitivamente desenganchados del sistema de valores sobre el que se asienta la identidad de la Argentina y nuestro sistema convivencial.
Porque el aspecto dramático de la cuestión no es tanto la insuficiencia de las políticas de inclusión clásicas –educación, trabajo, asistencia social–, que podría ser superada por una gestión pública eficaz, sino la duda de si esos compatriotas tienen voluntad de reinsertarse en el modo de vida y el sistema de valores del país. Tendemos a pensar que estando todos sumidos en una sociedad de consumo trepidante, ella ha de proveer los estímulos para que este grupo social emprenda el camino de la reinserción. Nada más incierto.
Durante el verano, un amigo abogado laboralista tropezó en Mar del Plata con un grupo de muchachos que se refugiaban de la lluvia sentados en una esquina. Les preguntó por qué no cruzaban al shopping que estaba a un paso y recibió una respuesta cabal: “No hay nada para nosotros allí adentro”. Y articulando esta respuesta con las experiencias que ya lleva hechas Mendoza con sus excluidos, se entienden los resultados: los programas mendocinos de inclusión han tenido hasta ahora un éxito de sólo el 4 por ciento.
Pareciera que estamos ahora ante la manifestación ácida de lo que hemos venido temiendo en los últimos años: la anomia, la ruptura del sistema de valores, la pérdida de sentido para la vida de muchos argentinos, ese millón de jóvenes y sus hijos y acaso también otros mayores que no detectamos con tanta facilidad. Este asunto es un vitriolo para la sociedad argentina, un daño capaz de descalzar no sólo el anhelo de seguridad, sino la pervivencia del modelo de esfuerzo con que se construyó nuestro país y que la mayoría considera, aún, virtuoso. Y es un tema de la sociedad argentina, porque en otras sociedades de la región hay formas de exclusión crónica que llenan las páginas policiales, pero no parecen desestabilizar el conjunto.
Lo dicho no es una afirmación de orgullo, sino de desafío. Habrá quienes piensen que la política del garrote puede permitir encapsular territorial y socialmente a tales personas. Aparte de las consideraciones morales, esa política compromete el desarrollo social y condena a los países a permanecer en una doble legitimidad incompatible con el progreso. Se deteriora la paz interior, se pierden energías creadoras y, antes o después, se puede asistir al estallido de esas cápsulas que parecían tan ingeniosas.
Se me ocurre que el desafío hay que asumirlo con libertad creadora y una fuerte dosis de humildad. No se trata de llegar a esos compatriotas con el conjunto de valores que a nosotros nos parecen “correctos” y proponerlos con una actitud docente y jerárquica. El camino puede ser colocarse en el conjunto de emociones, sentimientos y gustos que ellos tienen para construir desde allí una reaproximación a los valores consagrados. Esta sería la tarea completamente novedosa para lo mejor de la inteligencia argentina, de la dirigencia política y del ánimo solidario.
Algo de esto conversé en Mendoza con el reflexivo periodista Carlos La Rosa, pensando que esos 40.000 jóvenes probablemente se interesen por las prácticas deportivas y algunas formas de actividades artísticas, que pueden ser ofrecidas y sistematizadas desde los numerosos clubes y entidades vecinales con que cuenta la provincia. Es a partir de esos atractivos como después se podrá proponer, de modo pausado y sin presión, el agregado de formación laboral o de educación más completa. Lo esbozado implica, por cierto, que el Estado provincial, en ese caso, rompa sus compartimientos estancos para que los ministerios de seguridad, deportes, cultura, educación y salud inventen con los voluntarios y las entidades intermedias programas múltiples, ricos, atractivos.
Esa conversación la he repetido en Buenos Aires con el dirigente de River Plate Rodolfo D’Onofrio. D’Onofrio ha llegado a conclusiones parecidas acompañando al equipo a presentaciones en el interior y me relató su experiencia en Jujuy, donde la gente más pobre y de todas las localidades se movilizaba no sólo para los partidos sino para acompañar los desplazamientos de los jugadores. La anomia de los excluidos no es absoluta, hay otros gustos y valores por los que se puede entrar en su interés y proponer llamadores completamente iconoclastas pero que acaso funcionen.
No hay que dar vuelta la cara. Los argentinos tenemos un problema dramático con nuestros excluidos incurables, un problema que nos debe avergonzar y que, querámoslo o no, nos amenaza. Pero, ¿por qué no podemos tener el ingenio y el coraje para encontrar soluciones no convencionales? ¿Por qué no podemos inventar remedios nuevos para esta enfermedad incurable con los métodos clásicos? ¿Y por qué no empezar ya mismo?
La exclusión anómica masiva es una enfermedad nueva en la sociedad argentina, pero si no actuamos bien y con energía, se puede volver crónica.
¿No es eso lo que nos están anunciando los miles de niños que llegan a la escuela sin conocer la cultura del trabajo en su propio hogar?
El autor es economista e historiador
Etiquetas:
Brecha,
Brecha digital,
Economía,
Economía 2.0,
marginalidad,
Trabajo
domingo, 20 de enero de 2008
Se profundiza la brecha digital en la Argentina

Una computadora cada 51 alumnos. Ese es el promedio que se registra en los establecimientos educativos de la Argentina hasta 2005, según datos publicados en un reciente documento del Ministerio de Educación.
Mientras en las zonas urbanas, el 75,7% (17.265) de las escuelas públicas y privadas tiene, por lo menos, una computadora, en las zonas rurales la cifra se reduce a casi la mitad, dejando a casi el 60% de los establecimientos educativos rurales sin equipamiento informático.
La heterogeneidad de los resultados también se advierte dentro del propio ámbito urbano: en los colegios privados, el promedio es de 26 alumnos por computadora; en las escuelas públicas, el número asciende a 80. La brecha se intensifica en el nivel primario, donde los establecimientos públicos tienen, en promedio, 121 alumnos por computadora, mientras que en los privados ese número se reduce a 38. En el secundario, en tanto, el promedio en las aulas públicas es de 36 y en las privadas, de 14.
El contraste entre sectores se explica, según el informe, porque los colegios privados cuentan con mayores recursos informáticos. En las zonas rurales, en cambio, la dotación de equipamiento se desarrolló principalmente en los establecimientos de mayor tamaño, y persiste "una parte significativa de escuelas muy pequeñas, con organización multigrado, que carecen todavía de equipo informático".
Pero las cifras son más alarmantes si se considera que dentro el universo de los establecimientos educativos que poseen computadoras sólo el 37% (8529) dispone de conexión a Internet. Y considerando la totalidad de las escuelas, sólo el 23% tiene conectividad.
Particularmente en las zonas urbanas, un tercio de los establecimientos dispone de conexión a Internet, pero el número asciende al 50% (8632) si se toman sólo los colegios que cuentan con computadoras. En las zonas rurales, en cambio, sólo el 3,7% de las escuelas está conectado, lo que se transforma en menos de una décima parte si se calcula sólo entre los 5787 colegios que tienen por lo menos una computadora.
Las diferencias entre los colegios privados y públicos de zonas urbanas también son sustanciales: mientras que en los primeros uno de cada dos tiene conectividad, en los segundos el número desciende a uno de cada cuatro.
Según los especialistas en educación consultados por LA NACION, el acceso a Internet es fundamental para que las nuevas tecnologías, como las computadoras, se integren a los procesos de aprendizaje.
Estar conectados
"A estas alturas, tener computadoras sin conexión no sirve demasiado, ya que una de las potencialidades que ellas brindan es la conectividad, que permite vincularse con otros y lograr una diferencia cualitativa. Es esto lo que tiene impacto en el proceso educativo", explica a LA NACION la consultora para el área de proyectos TIC y Educación de la sede regional del Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (IIPE), de la Unesco, Valeria Kelly. "La gran posibilidad de Internet es la colaboración en el aprendizaje, entendiendo que el conocimiento se construye con otros. Como fuente de información, es una especie de biblioteca, pero con un acceso más rápido. Esta dinámica es innovadora para la escuela", continúa.
Con ella coincide la profesora titular de tecnología educativa de la UBA, Edith Litwin: "El problema no es tanto la cantidad de alumnos por computadora, sino la conectividad, que es lo que permite que el docente se conecte, baje información actualizada y transforme la explicación en el salón de clase. La pregunta sustantiva es cómo se resuelve la conexión".
Eso es lo que se preguntan en algunas escuelas de Salta. El colegio primario Joaquín Durand, en San Ignacio, tiene 14 computadoras para 2000 alumnos, repartidos en tres turnos. Pero ninguna cuenta con Internet. "No tenemos los recursos económicos para pagar ese servicio", dice a LA NACION la ex vicerrectora de esa institución Marta Fernández.
Los 1200 alumnos de la escuela Mariano Cabezón, en cambio, directamente no disponen de computadoras. Sólo hay dos, sin conectividad, que se emplean para trabajos administrativos. "Estamos gestionando con Buenos Aires la provisión de equipos", señala a LA NACION la ex vicedirectora del colegio Angélica Gómez de Zerda.
Estos datos reafirman la opinión de Litwin, quien sostiene que hablar de promedios en la Argentina es muy difícil, porque las diferencias son muy fuertes según se mire hacia el norte o hacia el centro del país. "En algunos lugares hay mucho y en otros no hay nada. Lo que queda claro es que hay una profunda heterogeneidad", dice.
Para el coordinador del posgrado en educación y nuevas tecnologías de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Fabio Tarasow, debe destacarse que las empresas de comunicaciones son, en parte, responsables de facilitar la conectividad de las escuelas. "Para ellas no es un gasto grande y abre puertas increíbles en pequeñas comunidades. En la ciudad no nos damos cuenta lo importante que es el acceso a Internet", recalca.
Según informó a LA NACION el Ministerio de Educación, la Campaña Nacional de Alfabetización Digital distribuyó, entre el 2005 y el 2007, 100.000 equipos informáticos en 10.400 establecimientos educativos, abarcando la totalidad de las escuelas técnicas y de nivel medio del país, y los 682 Institutos de Formación Docente (IFD). De estos últimos, 247 tienen conectividad. Además, aseguraron que 2500 escuelas que integran el Programa Integral para la Igualdad Educativa (PIIE) recibieron computadoras, en tanto que 12.000 escuelas rurales recibirán equipamiento a partir de este ano con el Programa de Mejoramiento de la Educación Rural.
Pero Kelly observa que, si bien contar con recursos informáticos es importante, no se trata de equipar aulas con computadoras, sino de investigar en qué medida esas tecnologías facilitan el proceso educativo: "No tiene sentido equipar las escuelas si no hay una línea de trabajo con los docentes para que medien entre las tecnologías y los alumnos".
Con la capacitación docente concuerdan todos los especialistas consultados. "Debe disociarse la idea de que con más computadoras mejora la calidad. Es el docente el que, con una o con 15, enseña el buen uso: poder utilizarla para amplificar nuestras capacidades cognitivas y superarnos. Allí, el trabajo del docente es fundamental", opina Tarasow, Y advierte que en la distribución de computadoras falta planificación. "Regalar computadoras sin pensar en el mantenimiento no sirve. La informática debe estar acompañada de soporte humano y técnico", dice.
Por Nathalie Kantt
Mientras en las zonas urbanas, el 75,7% (17.265) de las escuelas públicas y privadas tiene, por lo menos, una computadora, en las zonas rurales la cifra se reduce a casi la mitad, dejando a casi el 60% de los establecimientos educativos rurales sin equipamiento informático.
La heterogeneidad de los resultados también se advierte dentro del propio ámbito urbano: en los colegios privados, el promedio es de 26 alumnos por computadora; en las escuelas públicas, el número asciende a 80. La brecha se intensifica en el nivel primario, donde los establecimientos públicos tienen, en promedio, 121 alumnos por computadora, mientras que en los privados ese número se reduce a 38. En el secundario, en tanto, el promedio en las aulas públicas es de 36 y en las privadas, de 14.
El contraste entre sectores se explica, según el informe, porque los colegios privados cuentan con mayores recursos informáticos. En las zonas rurales, en cambio, la dotación de equipamiento se desarrolló principalmente en los establecimientos de mayor tamaño, y persiste "una parte significativa de escuelas muy pequeñas, con organización multigrado, que carecen todavía de equipo informático".
Pero las cifras son más alarmantes si se considera que dentro el universo de los establecimientos educativos que poseen computadoras sólo el 37% (8529) dispone de conexión a Internet. Y considerando la totalidad de las escuelas, sólo el 23% tiene conectividad.
Particularmente en las zonas urbanas, un tercio de los establecimientos dispone de conexión a Internet, pero el número asciende al 50% (8632) si se toman sólo los colegios que cuentan con computadoras. En las zonas rurales, en cambio, sólo el 3,7% de las escuelas está conectado, lo que se transforma en menos de una décima parte si se calcula sólo entre los 5787 colegios que tienen por lo menos una computadora.
Las diferencias entre los colegios privados y públicos de zonas urbanas también son sustanciales: mientras que en los primeros uno de cada dos tiene conectividad, en los segundos el número desciende a uno de cada cuatro.
Según los especialistas en educación consultados por LA NACION, el acceso a Internet es fundamental para que las nuevas tecnologías, como las computadoras, se integren a los procesos de aprendizaje.
Estar conectados
"A estas alturas, tener computadoras sin conexión no sirve demasiado, ya que una de las potencialidades que ellas brindan es la conectividad, que permite vincularse con otros y lograr una diferencia cualitativa. Es esto lo que tiene impacto en el proceso educativo", explica a LA NACION la consultora para el área de proyectos TIC y Educación de la sede regional del Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (IIPE), de la Unesco, Valeria Kelly. "La gran posibilidad de Internet es la colaboración en el aprendizaje, entendiendo que el conocimiento se construye con otros. Como fuente de información, es una especie de biblioteca, pero con un acceso más rápido. Esta dinámica es innovadora para la escuela", continúa.
Con ella coincide la profesora titular de tecnología educativa de la UBA, Edith Litwin: "El problema no es tanto la cantidad de alumnos por computadora, sino la conectividad, que es lo que permite que el docente se conecte, baje información actualizada y transforme la explicación en el salón de clase. La pregunta sustantiva es cómo se resuelve la conexión".
Eso es lo que se preguntan en algunas escuelas de Salta. El colegio primario Joaquín Durand, en San Ignacio, tiene 14 computadoras para 2000 alumnos, repartidos en tres turnos. Pero ninguna cuenta con Internet. "No tenemos los recursos económicos para pagar ese servicio", dice a LA NACION la ex vicerrectora de esa institución Marta Fernández.
Los 1200 alumnos de la escuela Mariano Cabezón, en cambio, directamente no disponen de computadoras. Sólo hay dos, sin conectividad, que se emplean para trabajos administrativos. "Estamos gestionando con Buenos Aires la provisión de equipos", señala a LA NACION la ex vicedirectora del colegio Angélica Gómez de Zerda.
Estos datos reafirman la opinión de Litwin, quien sostiene que hablar de promedios en la Argentina es muy difícil, porque las diferencias son muy fuertes según se mire hacia el norte o hacia el centro del país. "En algunos lugares hay mucho y en otros no hay nada. Lo que queda claro es que hay una profunda heterogeneidad", dice.
Para el coordinador del posgrado en educación y nuevas tecnologías de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Fabio Tarasow, debe destacarse que las empresas de comunicaciones son, en parte, responsables de facilitar la conectividad de las escuelas. "Para ellas no es un gasto grande y abre puertas increíbles en pequeñas comunidades. En la ciudad no nos damos cuenta lo importante que es el acceso a Internet", recalca.
Según informó a LA NACION el Ministerio de Educación, la Campaña Nacional de Alfabetización Digital distribuyó, entre el 2005 y el 2007, 100.000 equipos informáticos en 10.400 establecimientos educativos, abarcando la totalidad de las escuelas técnicas y de nivel medio del país, y los 682 Institutos de Formación Docente (IFD). De estos últimos, 247 tienen conectividad. Además, aseguraron que 2500 escuelas que integran el Programa Integral para la Igualdad Educativa (PIIE) recibieron computadoras, en tanto que 12.000 escuelas rurales recibirán equipamiento a partir de este ano con el Programa de Mejoramiento de la Educación Rural.
Pero Kelly observa que, si bien contar con recursos informáticos es importante, no se trata de equipar aulas con computadoras, sino de investigar en qué medida esas tecnologías facilitan el proceso educativo: "No tiene sentido equipar las escuelas si no hay una línea de trabajo con los docentes para que medien entre las tecnologías y los alumnos".
Con la capacitación docente concuerdan todos los especialistas consultados. "Debe disociarse la idea de que con más computadoras mejora la calidad. Es el docente el que, con una o con 15, enseña el buen uso: poder utilizarla para amplificar nuestras capacidades cognitivas y superarnos. Allí, el trabajo del docente es fundamental", opina Tarasow, Y advierte que en la distribución de computadoras falta planificación. "Regalar computadoras sin pensar en el mantenimiento no sirve. La informática debe estar acompañada de soporte humano y técnico", dice.
Por Nathalie Kantt
Etiquetas:
Brecha,
Brecha digital,
Economía,
Economía 2.0,
Educación,
Internet,
Internet 2.0
Los economistas estudian el mercado del sexo

El mercado del sexo pago tiene muchas y hasta insospechadas similitudes con otras actividades económicas. Se cumplen las leyes de la oferta y la demanda, como en cualquier actividad competitiva, y se maximizan los ingresos segmentando el mercado, como hacen muchos fabricantes de productos de consumo masivo. Y, al igual que en los mercados financieros, muchas veces se hacen negocios a pesar de que los riesgos son excesivos.
Las conclusiones surgen de tres estudios presentados en la última reunión anual de la prestigiosa Asociación Económica de los Estados Unidos. Una de las investigaciones pertenece a Steven Levitt, famoso coautor del best seller titulado Freakonomics . Las presentaciones atrajeron la atención de The Economist, que le dedicó un artículo que puede leerse en inglés en su sitio web .
Los datos muestran que las prostitutas corren más riesgos de salud o de sufrir violencia por parte de algún cliente que de ser perseguidas legalmente. "Tienen más probabilidades de tener sexo con policías que de ser arrestadas por ellos", afirmó Levitt en la nota publicada en el semanario inglés.
La información fue presentada durante la reunión anual de la Asociación Económica de Estados Unidos este mes en Nueva Orleans. Allí, Levitt, profesor de economía de la Universidad de Chicago presentó los resultados de la investigación realizada en conjunto con Sudhir Venkatesh, sociólogo de la Universidad de Columbia en tres distritos de Chicago. El trabajo se construyó a partir de actas de arrestos oficiales y de los informes de las propias trabajadoras. Aquí algunas de las observaciones publicadas:
Los ingresos son elevados comparados con otros trabajos, aunque resultan escasos considerando el estigma y los riesgos inherentes al trabajo: el relevamiento indica que las trabajadoras son víctimas de un ataque violento por mes.
Las tarifas varían de acuerdo con el servicio provisto. Las ganancias se maximizan segmentando el mercado: se cobra a los clientes de acuerdo con su capacidad percibida de pago.
Efectos de un shock puntual de demanda: el mercado absorbe el alza, en parte, por una oferta flexible y en parte porque las prostitutas trabajan más horas. Además, se suman nuevas trabajadoras de otros lugares.
Cuando tienen proxenetas trabajan menos horas y tienen menos probabilidades de ser arrestadas o molestadas
Las conclusiones surgen de tres estudios presentados en la última reunión anual de la prestigiosa Asociación Económica de los Estados Unidos. Una de las investigaciones pertenece a Steven Levitt, famoso coautor del best seller titulado Freakonomics . Las presentaciones atrajeron la atención de The Economist, que le dedicó un artículo que puede leerse en inglés en su sitio web .
Los datos muestran que las prostitutas corren más riesgos de salud o de sufrir violencia por parte de algún cliente que de ser perseguidas legalmente. "Tienen más probabilidades de tener sexo con policías que de ser arrestadas por ellos", afirmó Levitt en la nota publicada en el semanario inglés.
La información fue presentada durante la reunión anual de la Asociación Económica de Estados Unidos este mes en Nueva Orleans. Allí, Levitt, profesor de economía de la Universidad de Chicago presentó los resultados de la investigación realizada en conjunto con Sudhir Venkatesh, sociólogo de la Universidad de Columbia en tres distritos de Chicago. El trabajo se construyó a partir de actas de arrestos oficiales y de los informes de las propias trabajadoras. Aquí algunas de las observaciones publicadas:
Los ingresos son elevados comparados con otros trabajos, aunque resultan escasos considerando el estigma y los riesgos inherentes al trabajo: el relevamiento indica que las trabajadoras son víctimas de un ataque violento por mes.
Las tarifas varían de acuerdo con el servicio provisto. Las ganancias se maximizan segmentando el mercado: se cobra a los clientes de acuerdo con su capacidad percibida de pago.
Efectos de un shock puntual de demanda: el mercado absorbe el alza, en parte, por una oferta flexible y en parte porque las prostitutas trabajan más horas. Además, se suman nuevas trabajadoras de otros lugares.
Cuando tienen proxenetas trabajan menos horas y tienen menos probabilidades de ser arrestadas o molestadas
Etiquetas:
Economía,
Economía 2.0,
Freakonomics
miércoles, 26 de diciembre de 2007
Nicholas Negroponte: igualdad en el acceso a la información

Si no hay igualdad en el acceso a la riqueza, que por lo menos haya igualdad en el acceso a la información que -tal vez- un día genere esa riqueza. Animado por el mismo entusiasmo con el que soñó el Media Lab del MIT, Nicholas Negroponte presentó en el Davos de 2005 la solución al problema: la OX-1, una laptop con conexión a Internet lo suficientemente barata como para llegar a los niños más pobres del mundo.
Era fácil predecir que distribuir 150 millones de laptops en cuatro años era un poco mucho y que pedir US$ 100 por ellas era un poco poco (hoy cuestan US$ 180 en origen). Lo que pocos habrían adivinado es que, a pesar de ello, gigantes como Intel y Microsoft, con los que Negroponte no llegó a un acuerdo en su día, le iban a seguir los pasos con la Classmate, una laptop para chicos (por el diseño y la dureza de sus componentes) que ya se vende en la Argentina por US$ 480.
Negroponte le dijo a iEco que la llegada de estas empresas, a las que no ve como "competidoras", le producía sentimientos encontrados. Le alegraba alentar a "los otros a bajar sus precios, porque eso beneficia a todo el mundo" pero consideraba un fracaso el número de computadoras que en su opinión dejarían de llegar a los chicos. La tesis es que él tiene trato directo con los jefes de Estado y organiza pedidos de un millón de máquinas. En su opinión, Intel tiene que conformarse con ministros y directores generales, "porque la suya es una operación comercial", y estos siempre son más difíciles de embarcar en proyectos ambiciosos.
La Argentina fue de los primeros países en interesarse por la OX-1 si bien todavía no concretó ningún pedido. La Classmate compite con ella por los favores del Gobierno y en Intel esperan vender 50 mil unidades en 2008, con un enfoque radicalmente diferente al de Negroponte.
Como dijo el CEO de Intel, Paul Otellini, no forma parte de su labor filantrópica. Así lo confirmó Esteban Galluzzi, gerente general para el Cono Sur: "No hay filantropía que alcance para regalarle laptops a todos los niños del mundo".
Según Galluzzi, "lo que hace Negroponte es impulsar el nacimiento de esta categoría" que a Intel le interesa "socialmente y como negocio": "Después, todo el mundo va a querer entrar en un mercado que, de consolidarse, cuadruplicará el actual: en Argentina hay 11 millones de niños y el mercado de PCs hoy es de 2 millones".
La tercera en concurso por los colegios argentinos es la ITP-C de pantalla táctil, fabricada en Israel y comercializada por NEC Argentina "no para hacer grandes negocios sino para contribuir al desarrollo", según el responsable de producto, Sergio Romano.
Se moverá en un precio similar al de la Classmate y para 2008 esperan vender 30.000 equipos. La robustez es también una de sus variables clave: "Siempre que vamos a un lugar arrojamos una máquina al piso y demostramos que después sigue funcionando".
Otras empresas vieron el filón sin sentir la necesidad de comprometer en él su responsabilidad social. En MercadoLibre ya se vende la Eee PC de la fabricante taiwanesa Asustek por unos US$ 580, una PC que pueden usar niños (mientras no la arrojen al piso) y adultos. En la Argentina es la primera a ese precio pero en el mundo hay más ejemplos.
Hace tiempo que Wal-Mart vende la Everex en EE.UU. por un precio similar y Quanta -la fabricante de laptops asociada a la OX-1 de Negroponte- anunció en mayo que fabricaría sus propias máquinas por US$ 200. También preconizó la creación de un nuevo nicho de mercado: laptops de entre 200 y 600 dólares.
Sin llegar a esos niveles, en el país el precio también bajó. Según Intel, la notebook promedio pasó de 1.530 dólares a fines de 2005 a 1.012. Un movimiento paralelo al aumento de su consumo. Este año se espera llegar a las 300.000 notebooks vendidas, que según IDC ya representan el 15% de todas las PCs.
Como dice Pablo Tedesco, de Prince & Cooke, "pasar de 3 marcas a más de 10 hace que caigan los precios". Aunque sea por otro camino, parece que el sueño de Negroponte no era tan imposible.
Si una virtud tiene el proyecto One Laptop Per Child (Una Laptop Por Niño) es la de mantener a su impulsor, Nicholas Negroponte, en el candelero. "El padre de una de las causas con más sentido de la computación contemporánea, según el Economist" o una persona "bien intencionada" que desconoce las reglas de los negocios según el Financial Times, lo cierto es que todo el mundo habla de él. El mítico fundador del Media Lab en el Massachusetts Institute of Technology y autor del inspirador Being Digital es uno de los académicos con más presencia en los medios de todo el mundo. Con un precio que ha terminado oscilando entre los 180 y 190 dólares ya no es la laptop de 100 dólares que presumía ser. La meta del millón de laptops para Argentina ha quedado, cuando menos, pospuesta, y su competidor Intel está lanzando la ClassMate, un producto similar aunque más caro. Hijo del próspero armador griego Dimitri John y hermano del diplomático John Negroponte, Nicholas Negroponte no es una persona que se quede sin respuestas.
-¿Ven como un éxito o como un fracaso la entrada de la ClassMate de Intel al mercado de las laptop baratas para niños?
-Antes que nada, no los vemos como competidores porque no hay forma de que una compañía comercial pueda hacer laptops más baratas. El cincuenta por ciento del costo de cualquier laptop comercial se reparte entre ventas, marketing, distribución y beneficios. Nosotros no tenemos ninguno de esos costes así que por definición siempre vamos a ser más baratos porque somos una organización humanitaria. Cuando la gente dice que competimos con Intel para nosotros es un gran cumplido y bueno, porque si ellos bajan sus precios, termina beneficiando a todo el mundo. Donde está el problema no es tanto en la competición como en la distracción. Le doy un ejemplo: el jefe de Estado en Libia me dice, 'de acuerdo, compro un 1,2 millones de tus laptops' y después llega Intel a Libia y, como no se puede entrevistar con el jefe de Estado porque es una operación comercial, acude al ministro de Educación y le dicen: '¿Por qué un millón? ¿Cómo estás seguro de que va a funcionar? Mejor compra diez mil...'. Ahí es donde veo el problema. A los burócratas no les interesa tomar riesgos porque cuando los toman y tienen éxito, la gloria es para el jefe. Ahora bien, si se equivocan... Para nosotros esa ha sido la mayor desventaja. En el caso de Intel se complicó porque ahora además son socios. Te diría entonces que su entrada implica las dos cosas: un éxito y un fracaso.- La falta de costos de marketing y de distribución, ¿no será un inconveniente en vez de una ventaja?
-Bueno, eso depende de lo que creas que somos. Si crees que somos una empresa de laptops, sí, sería un error. Pero no lo somos. Somos como el World Food Program, que es muy activo y maravilloso. No tienen departamento de marketing y alimentan a 30 millones de personas todos los días. Nuestro modelo es ser como el World Food Program y no como una Dell a la que no le interesan los beneficios, pero eso es algo que la prensa no termina de entender.- A diferencia del World Food Program, ustedes están vendiendo un producto.- Estamos vendiendo un producto...- Sí, alguien tiene que pagar por las laptops.- Sí, es verdad, alguien tiene que pagar por ellas pero con el programa Give One Get One no las vendemos, las donamos. Eso cambia la ecuación y lo convierte en algo similar al World Food Program. Es verdad que estas donaciones no son para todos los países sino para aquellos con menor gasto por niño en educación. En el resto de casos, sí, podríamos decir que estamos vendiendo una laptop. Estoy completamente de acuerdo en que si una compañía comercial hace algo verdaderamente competitivo sea considerado por los gobiernos. Yo no necesito vender laptops, lo que necesito es que lleguen las laptops a los chicos. No me importa si Libia compra nuestras laptops o las de algún otro pero sí me importa que 1,2 millones de laptops se conviertan en 50 mil, por el millón de niños que se está quedando sin computadora.- ¿En qué medida la llegada de las laptops independiza la formación de los niños del presupuesto en educación de sus países?- En la mayoría de los países en desarrollo, se usa el doble turno en las escuelas, por la mañana para un grupo de estudiantes y la tarde para otros, entre otras razones porque normalmente estos chicos trabajan también con las familias. En este tipo de escuelas, la jornada comienza a las siete, en teoría, y a las siete y media en la práctica. Se termina entre las once y media y las doce. Al final, son solo entre doce horas y media y catorce horas por semana en la escuela, y eso es muy poco tiempo, de modo que una de las cosas que queremos es que los chicos se lleven la laptop a casa y la usen para otras cosas, juegos, música, escribir cosas.. De ese modo ampliamos el tiempo disponible para la educación de los chicos. Cuando se conectan a Internet reciben toda esta educación informal que, en función de la curiosidad y motivación del chico, puede darle mucha educación de forma independiente y con otros chicos que no necesariamente tienen que ser vecinos de la aldea sino del país, de forma que estás ampliando notablemente lo que el chico puede hacer.- Después de la educación, ¿qué viene? ¿El desarrollo económico o el de las libertades políticas?- La educación es siempre lo primero. Por ejemplo el caso de Irlanda, que en los años 50 y 60 le dio mucha importancia a la educación. Es un ejemplo de desarrollo económico. El desarrollo pol
ítico es un tema más complicado porque en algunos países significa moverse hacia la democracia y no hay nada peor que una democracia prematura, porque la democracia es un sistema muy ineficiente. Si miras a los casos de India y China puedes observar cómo se están separando. China sigue subiendo a toda velocidad mientras que India va a un ritmo menor, en algunos casos incluso negativo. Una de las razones es que la de India es una democracia prematura. Esta es una afirmación muy controvertida pero por el desarrollo político hay que pagar un precio.
Era fácil predecir que distribuir 150 millones de laptops en cuatro años era un poco mucho y que pedir US$ 100 por ellas era un poco poco (hoy cuestan US$ 180 en origen). Lo que pocos habrían adivinado es que, a pesar de ello, gigantes como Intel y Microsoft, con los que Negroponte no llegó a un acuerdo en su día, le iban a seguir los pasos con la Classmate, una laptop para chicos (por el diseño y la dureza de sus componentes) que ya se vende en la Argentina por US$ 480.
Negroponte le dijo a iEco que la llegada de estas empresas, a las que no ve como "competidoras", le producía sentimientos encontrados. Le alegraba alentar a "los otros a bajar sus precios, porque eso beneficia a todo el mundo" pero consideraba un fracaso el número de computadoras que en su opinión dejarían de llegar a los chicos. La tesis es que él tiene trato directo con los jefes de Estado y organiza pedidos de un millón de máquinas. En su opinión, Intel tiene que conformarse con ministros y directores generales, "porque la suya es una operación comercial", y estos siempre son más difíciles de embarcar en proyectos ambiciosos.
La Argentina fue de los primeros países en interesarse por la OX-1 si bien todavía no concretó ningún pedido. La Classmate compite con ella por los favores del Gobierno y en Intel esperan vender 50 mil unidades en 2008, con un enfoque radicalmente diferente al de Negroponte.
Como dijo el CEO de Intel, Paul Otellini, no forma parte de su labor filantrópica. Así lo confirmó Esteban Galluzzi, gerente general para el Cono Sur: "No hay filantropía que alcance para regalarle laptops a todos los niños del mundo".
Según Galluzzi, "lo que hace Negroponte es impulsar el nacimiento de esta categoría" que a Intel le interesa "socialmente y como negocio": "Después, todo el mundo va a querer entrar en un mercado que, de consolidarse, cuadruplicará el actual: en Argentina hay 11 millones de niños y el mercado de PCs hoy es de 2 millones".
La tercera en concurso por los colegios argentinos es la ITP-C de pantalla táctil, fabricada en Israel y comercializada por NEC Argentina "no para hacer grandes negocios sino para contribuir al desarrollo", según el responsable de producto, Sergio Romano.
Se moverá en un precio similar al de la Classmate y para 2008 esperan vender 30.000 equipos. La robustez es también una de sus variables clave: "Siempre que vamos a un lugar arrojamos una máquina al piso y demostramos que después sigue funcionando".
Otras empresas vieron el filón sin sentir la necesidad de comprometer en él su responsabilidad social. En MercadoLibre ya se vende la Eee PC de la fabricante taiwanesa Asustek por unos US$ 580, una PC que pueden usar niños (mientras no la arrojen al piso) y adultos. En la Argentina es la primera a ese precio pero en el mundo hay más ejemplos.
Hace tiempo que Wal-Mart vende la Everex en EE.UU. por un precio similar y Quanta -la fabricante de laptops asociada a la OX-1 de Negroponte- anunció en mayo que fabricaría sus propias máquinas por US$ 200. También preconizó la creación de un nuevo nicho de mercado: laptops de entre 200 y 600 dólares.
Sin llegar a esos niveles, en el país el precio también bajó. Según Intel, la notebook promedio pasó de 1.530 dólares a fines de 2005 a 1.012. Un movimiento paralelo al aumento de su consumo. Este año se espera llegar a las 300.000 notebooks vendidas, que según IDC ya representan el 15% de todas las PCs.
Como dice Pablo Tedesco, de Prince & Cooke, "pasar de 3 marcas a más de 10 hace que caigan los precios". Aunque sea por otro camino, parece que el sueño de Negroponte no era tan imposible.
Si una virtud tiene el proyecto One Laptop Per Child (Una Laptop Por Niño) es la de mantener a su impulsor, Nicholas Negroponte, en el candelero. "El padre de una de las causas con más sentido de la computación contemporánea, según el Economist" o una persona "bien intencionada" que desconoce las reglas de los negocios según el Financial Times, lo cierto es que todo el mundo habla de él. El mítico fundador del Media Lab en el Massachusetts Institute of Technology y autor del inspirador Being Digital es uno de los académicos con más presencia en los medios de todo el mundo. Con un precio que ha terminado oscilando entre los 180 y 190 dólares ya no es la laptop de 100 dólares que presumía ser. La meta del millón de laptops para Argentina ha quedado, cuando menos, pospuesta, y su competidor Intel está lanzando la ClassMate, un producto similar aunque más caro. Hijo del próspero armador griego Dimitri John y hermano del diplomático John Negroponte, Nicholas Negroponte no es una persona que se quede sin respuestas.
-¿Ven como un éxito o como un fracaso la entrada de la ClassMate de Intel al mercado de las laptop baratas para niños?
-Antes que nada, no los vemos como competidores porque no hay forma de que una compañía comercial pueda hacer laptops más baratas. El cincuenta por ciento del costo de cualquier laptop comercial se reparte entre ventas, marketing, distribución y beneficios. Nosotros no tenemos ninguno de esos costes así que por definición siempre vamos a ser más baratos porque somos una organización humanitaria. Cuando la gente dice que competimos con Intel para nosotros es un gran cumplido y bueno, porque si ellos bajan sus precios, termina beneficiando a todo el mundo. Donde está el problema no es tanto en la competición como en la distracción. Le doy un ejemplo: el jefe de Estado en Libia me dice, 'de acuerdo, compro un 1,2 millones de tus laptops' y después llega Intel a Libia y, como no se puede entrevistar con el jefe de Estado porque es una operación comercial, acude al ministro de Educación y le dicen: '¿Por qué un millón? ¿Cómo estás seguro de que va a funcionar? Mejor compra diez mil...'. Ahí es donde veo el problema. A los burócratas no les interesa tomar riesgos porque cuando los toman y tienen éxito, la gloria es para el jefe. Ahora bien, si se equivocan... Para nosotros esa ha sido la mayor desventaja. En el caso de Intel se complicó porque ahora además son socios. Te diría entonces que su entrada implica las dos cosas: un éxito y un fracaso.- La falta de costos de marketing y de distribución, ¿no será un inconveniente en vez de una ventaja?
-Bueno, eso depende de lo que creas que somos. Si crees que somos una empresa de laptops, sí, sería un error. Pero no lo somos. Somos como el World Food Program, que es muy activo y maravilloso. No tienen departamento de marketing y alimentan a 30 millones de personas todos los días. Nuestro modelo es ser como el World Food Program y no como una Dell a la que no le interesan los beneficios, pero eso es algo que la prensa no termina de entender.- A diferencia del World Food Program, ustedes están vendiendo un producto.- Estamos vendiendo un producto...- Sí, alguien tiene que pagar por las laptops.- Sí, es verdad, alguien tiene que pagar por ellas pero con el programa Give One Get One no las vendemos, las donamos. Eso cambia la ecuación y lo convierte en algo similar al World Food Program. Es verdad que estas donaciones no son para todos los países sino para aquellos con menor gasto por niño en educación. En el resto de casos, sí, podríamos decir que estamos vendiendo una laptop. Estoy completamente de acuerdo en que si una compañía comercial hace algo verdaderamente competitivo sea considerado por los gobiernos. Yo no necesito vender laptops, lo que necesito es que lleguen las laptops a los chicos. No me importa si Libia compra nuestras laptops o las de algún otro pero sí me importa que 1,2 millones de laptops se conviertan en 50 mil, por el millón de niños que se está quedando sin computadora.- ¿En qué medida la llegada de las laptops independiza la formación de los niños del presupuesto en educación de sus países?- En la mayoría de los países en desarrollo, se usa el doble turno en las escuelas, por la mañana para un grupo de estudiantes y la tarde para otros, entre otras razones porque normalmente estos chicos trabajan también con las familias. En este tipo de escuelas, la jornada comienza a las siete, en teoría, y a las siete y media en la práctica. Se termina entre las once y media y las doce. Al final, son solo entre doce horas y media y catorce horas por semana en la escuela, y eso es muy poco tiempo, de modo que una de las cosas que queremos es que los chicos se lleven la laptop a casa y la usen para otras cosas, juegos, música, escribir cosas.. De ese modo ampliamos el tiempo disponible para la educación de los chicos. Cuando se conectan a Internet reciben toda esta educación informal que, en función de la curiosidad y motivación del chico, puede darle mucha educación de forma independiente y con otros chicos que no necesariamente tienen que ser vecinos de la aldea sino del país, de forma que estás ampliando notablemente lo que el chico puede hacer.- Después de la educación, ¿qué viene? ¿El desarrollo económico o el de las libertades políticas?- La educación es siempre lo primero. Por ejemplo el caso de Irlanda, que en los años 50 y 60 le dio mucha importancia a la educación. Es un ejemplo de desarrollo económico. El desarrollo pol
ítico es un tema más complicado porque en algunos países significa moverse hacia la democracia y no hay nada peor que una democracia prematura, porque la democracia es un sistema muy ineficiente. Si miras a los casos de India y China puedes observar cómo se están separando. China sigue subiendo a toda velocidad mientras que India va a un ritmo menor, en algunos casos incluso negativo. Una de las razones es que la de India es una democracia prematura. Esta es una afirmación muy controvertida pero por el desarrollo político hay que pagar un precio.
Etiquetas:
Brecha digital,
Economía,
Economía 2.0,
Educación
viernes, 21 de diciembre de 2007
Entrevista a Bernardo Kliksberg

Creó el concepto de gerencia social, que cambió radicalmente el manejo de los planes contra la pobreza. Son famosas sus innovaciones sobre capital social. Bernardo Kliksberg es autor de 47 libros, asesor de la ONU, la Cepal y el BID. Aquí, analiza el fenómeno en el continente, destaca el papel de los nuevos gobiernos y advierte que el mayor desafío es la exclusión de los jóvenes.
–¿Los gobiernos progresistas que asumieron como parte de esa ola posneoliberal cambiaron la forma de manejar la pobreza?
–Lo primero que hay que destacar es que hay un mandato muy claro de la ciudadanía latinoamericana, que explica en parte los cambios políticos que se produjeron en el último tiempo, y que es la lucha contra la pobreza. Según el último Latinobarómetro, la encuesta que se hace en toda América latina, el 89 por ciento de los latinoamericanos dice que está en total desacuerdo o en desacuerdo con los niveles de desigualdad. Hoy la pobreza es superior a la de 1980, a pesar de los cambios políticos y los últimos cuatro años de bonanza económica.
–¿El porcentaje o la pobreza total?
–Los números absolutos, que es lo importante, porque es la vida de la gente. No es contar caramelos. En 1980, había 137 millones de pobres. Actualmente hay 205. Porcentualmente se redujo de 40 a 38,5, pero desde el punto de vista de la vida de la gente hay 70 millones de pobres más. En 1980 había 72 millones de indigentes y actualmente son 79 millones.
–¿Y qué ocurre con la desigualdad?
–La gente es cada vez más consciente de que América latina es muy desigual, que es la región más desigual del planeta. No la más pobre; sí la más desigual. Los datos son muy claros. La distancia entre el diez por ciento de mayores ingresos y el diez por ciento de menores ingresos es de 50 a 1. En España es de 10 a 1, y en Noruega de 6 a 1. Eso significa que un porcentaje vive como en Europa, tiene las mejores condiciones de acceso a la salud, las mejores universidades, tiene todo, y un porcentaje no tiene agua potable, ni alcantarillas, no come y se muere. Y no es sólo una cuestión de distribución del ingreso. América latina tiene la tercera parte del agua limpia del planeta y en este momento hay 128 millones de personas sin instalacione sanitarias. Esto significa la muerte de niños por falta de condiciones de salud. Y es un costo sobre la política de salud, una irracionalidad económica total. Lo que se “ahorra” por no poner una instalación sanitaria se gasta por el otro lado. Hay además 60 millones de personas sin agua potable y 210 millones que reciben aguas servidas. La diarrea infantil en estas zonas es un factor de riesgo de salud tremendo. Y eso ocurre en el continente más rico del mundo en agua limpia. Otra contradicción: América latina produce alimentos para alimentar tres veces a su población, y en este momento el 16 por ciento de todos los chicos de América latina sufre de desnutrición crónica y hay 53 millones de personas con hambre. Esas son desigualdades profundas, que no son solo las desigualdades de ingreso: la falta de acceso a agua, a alimentación, a educación. El Coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, es el más alto del mundo: 0,56. Pero si se toma el Coeficiente de Gini de distribución de la tierra, de acceso a la salud, de acceso a la educación, de acceso a Internet, los valores son aún peores.
–Teniendo en cuenta esta situación, ¿qué han hecho los gobiernos?
–A eso iba. El agotamiento del neoliberalismo abrió una primavera de discusión. Hay un mandato social claro de combatir la pobreza, aunque sea tumultuoso. Recordemos que, desde 1993 hasta hoy, 13 presidentes latinoamericanos no pudieron completar sus períodos de gobierno. En este contexto, las políticas sociales que llevan a cabo los nuevos gobiernos son claramente mejores que las anteriores. Y los resultados avalan esto. En términos porcentuales y absolutos, hubo mejoras. Y hay buenas intenciones. El eje de la política social en muchos países, como Argentina, Brasil, Chile o México, son los programas de transferencia de renta condicionada. Esto significa que el Estado transfiere dinero a las familias a cambio de una contraprestación, que en general es la educación de los niños y la asistencia al médico. Esto ha demostrado ser bastante eficiente. Actualmente hay 80 millones de latinoamericanos que están recibiendo transferencias condicionadas.
–¿80 millones?
–Sí. El programa Bolsa Familia, en Brasil, llega a 12 millones de familias, 44 millones de personas.
–¿Y cómo funcionan?
–Bastante bien. Un aspecto central es que han cambiado el foco. Antes, el foco era individual: se trabajaba con los niños, con las madres, a veces con los jóvenes. Hoy estos programas apuntan a la familia. Bolsa Familia, el programa argentino Jefas y Jefes, que ahora es el Plan Familias, el programa chileno, que implica un contrato entre el Estado y las familias, o el Plan Oportunidades de México. Todos apuntan a las familias.
–¿Por qué es mejor que el foco sea la familia?
–Porque los seres humanos viven en familia. La economía se olvidó de las familias. El neoliberalismo solo ve consumidores o productores sueltos, como si la gente viviera sola. Pero las decisiones de la gente, aun las de consumo y producción, se toman en familia. Entonces que los planes vayan a las familias, en general a través de las madres, tiene un efecto de empoderamiento sobre ellas.
–¿Cómo surgieron estos programas?
–De un planteo básico. La idea fue preguntarse por qué los pobres desertan de la escuela. Hoy la escuela es pública en toda América latina y hay un aumento de la matrícula escolar, lo cual es muy positivo. Pero de cada 10 chicos, solo 4 terminan el secundario. Seis desertan, casi todos ellos pobres. ¿Por qué? Básicamente, porque trabajan. Hay 22 millones de chicos que trabajan en América latina. Para que los chicos sigan en la escuela hay que evitar que trabajen. Entonces, lo que se hizo fue simple: se le preguntó a las familias cuánto ganaba por el trabajo de los chicos. Eran monedas, claro, pero para ellos era muchísimo. El Estado, entonces, con estos planes de transferencia, les da el equivalente a lo que obtendrían por el trabajo de los niños, y un poquito más. A cambio de ese dinero, los padres tienen que garantizar que los chicos vayan a la escuela y al médico. Y funciona, porque toca un aspecto real. Frente a la queja neoliberal de que los chicos pobres no van a escuela porque los padres no los estimulan, se buscó una solución racional. La deserción escolar tiene causas complejas: el trabajo infantil, la desnutrición, la familia desarticulada. Todas son efecto de la pobreza. Los nuevos gobiernos están trabajando en eso. El caso de Kirchner es especialmente significativo.
–¿Por qué?
–Argentina pasó de un 58 por ciento de pobreza en 2000 a un 26 por ciento ahora. Una mejora fenomenal, que a nivel internacional registra pocos antecedentes. Pocos países redujeron tanta pobreza en tan poco tiempo. Se ha aumentado la inversión en salud pública y en educación. Se ha logrado la alfabetización casi total. Y la esperanza de vida ha aumentado casi un año en el último tiempo. Es un dato impresionante. Hubo avances importantes en términos de calidad de la política social, luego de una primera etapa de respuesta inmediata a la crisis. Se incorporó la descentralización, los consejos comunales. Hay resultados, en Argentina y en otros países. Pero la magnitud del problema es tan grave, la combinación de pobreza con la peor desigualdad del planeta es tan explosiva, que crea un problema muy complejo. Y eso que estamos en un período de bonanza económica de todo el continente, desde hace unos años.
–Argentina, igual que la mayoría de los países de la región, crece a buen ritmo. ¿El crecimiento económico no alcanza para combatir la pobreza?
–El crecimiento del PBI incide en la pobreza, pero de forma muy limitada si persisten grandes desigualdades. La desigualdad permea todo. En cambio, una mejora en los índices de desigualdad, aunque sea leve, tiene un enorme impacto sobre la pobreza, mucho más que el crecimiento.
–¿Qué ocurre con la pobreza extrema, la marginalidad, la pobreza más dura?
–Es lo que yo llamo las trampas de la pobreza, los destinos marcados. Un chico que nace en una villa, en una favela, en un pueblo joven de Perú, está virtualmente condenado si no hay políticas públicas agresivas que lo saquen de esa trampa. No va a terminar la primaria, no va a conseguir un empleo estable y va a sobrevivir toda la vida haciendo changuitas. Uno de los grandes desafíos de los nuevos gobiernos, que tienen apoyo popular, un mandato social claro y líderes con una trayectoria de preocupación por estos temas, donde no se han logrado avances hasta ahora, es el de los jóvenes. Es hoy una de mis grandes preocupaciones. Hoy en América latina hay un 25 por ciento de jóvenes que está fuerza del mercado de trabajo y del sistema educativo, totalmente excluidos. Son más de 50 millones. Si quieren saber de dónde viene la inseguridad, hay que mirar en esa dirección.
–¿Allí está la causa de la inseguridad?
–Claro. La cifra de homicidios por año en América latina es el doble que en los ’60. Pasó de 12 a 26 por cada 100 mil habitantes. América latina ha sido invadida y dominada por el paradigma de la mano dura, que propone un enfoque policial: si se pasa la policía de un lugar a otro, si se les dan armas largas, si se baja la edad de imputabilidad. Y la evidencia en todos los países en que se ha aplicado la mano dura es que no funciona. Por ejemplo, en El Salvador, donde hubo un plan mano dura, que por supuesto falló, ahora hay otro, al que llaman “super mano dura”. En El Salvador basta tener un tatuaje para poder ser detenido legalmente, porque se supone que esos tatuajes son los que usan las bandas, las maras. La población carcelaria creció geométricamente. Y las tasas de criminalidad siguen creciendo. No hay correlación estadística entre llenar las cárceles de gente y bajar la criminalidad. El foco tiene que estar puesto en ese 25 por ciento de jóvenes que no trabaja ni estudia. La desocupación juvenil en América latina es el doble que la general: 8,5 contra 20 por ciento. De cada 10 jóvenes, solo 4 terminan la secundaria. Y hoy, sin secundaria, no hay posibilidad entrar al mercado laboral, incluso para trabajos no calificados. Y luego el tema de la familia desarticulada. No me refiero a la familia nuclear, o las nuevas formas de familia, en esa discusión no me meto. Hablo de tener un entorno familiar, que es el mejor tutor para que los jóvenes no caigan en la delincuencia. Una investigación indica que el 67 por ciento de los jóvenes delincuentes de Uruguay vienen de familias desarticuladas. La alternativa es un enfoque integral, porque es el sistema social el que genera inclusión. Los países nórdicos tienen la tasa de delincuencia más baja del planeta y también la proporción más baja de policías por habitante.
–¿Es posible enfrentar con una mirada progresista las teorías de la mano dura?
–Sí, con un enfoque integral. No estamos entendiendo que la criminalidad va a seguir subiendo si no se resuelven estas cosas. Se ven todos los días los casos aislados, crueles. La televisión muestra caso por caso, pero no se ve el conjunto. Por eso tienen fuerza las propuestas como la de Blumberg. Pero si no se encara de forma integral el problema, sobre todo el de los jóvenes excluidos, no habrá soluciones. Eso no quiere decir que todos los jóvenes pobres sean delincuentes, pero sí que son vulnerables, se transforman en mano de obra disponible, se juntan entre ellos, porque no hay otro lugar que los acoja. Una encuesta en Guatemala consultó a los integrantes de las bandas, las maras, por qué estaban allí si sabían que los iba a matar la policía, sus compañeros, la mara rival. Y la respuesta es: ¿dónde quiere que esté? No tienen otro lugar. En El Salvador, una investigación llegó a la conclusión de que el único contacto que tienen los jóvenes de las maras con el Estado es la policía. Ni la escuela, ni el hospital, ni el maestro. La policía. Es lo único que conocen del Estado. Entonces, una de las prioridades de las políticas sociales debería ser ésta. Los gobiernos progresistas de América latina han avanzado mucho, pero aún faltan muchas cosas por hacer. Este universo de jóvenes excluidos debería ser una de sus prioridades.
Fuente: Página 12 Por: José Natanson
–¿Los gobiernos progresistas que asumieron como parte de esa ola posneoliberal cambiaron la forma de manejar la pobreza?
–Lo primero que hay que destacar es que hay un mandato muy claro de la ciudadanía latinoamericana, que explica en parte los cambios políticos que se produjeron en el último tiempo, y que es la lucha contra la pobreza. Según el último Latinobarómetro, la encuesta que se hace en toda América latina, el 89 por ciento de los latinoamericanos dice que está en total desacuerdo o en desacuerdo con los niveles de desigualdad. Hoy la pobreza es superior a la de 1980, a pesar de los cambios políticos y los últimos cuatro años de bonanza económica.
–¿El porcentaje o la pobreza total?
–Los números absolutos, que es lo importante, porque es la vida de la gente. No es contar caramelos. En 1980, había 137 millones de pobres. Actualmente hay 205. Porcentualmente se redujo de 40 a 38,5, pero desde el punto de vista de la vida de la gente hay 70 millones de pobres más. En 1980 había 72 millones de indigentes y actualmente son 79 millones.
–¿Y qué ocurre con la desigualdad?
–La gente es cada vez más consciente de que América latina es muy desigual, que es la región más desigual del planeta. No la más pobre; sí la más desigual. Los datos son muy claros. La distancia entre el diez por ciento de mayores ingresos y el diez por ciento de menores ingresos es de 50 a 1. En España es de 10 a 1, y en Noruega de 6 a 1. Eso significa que un porcentaje vive como en Europa, tiene las mejores condiciones de acceso a la salud, las mejores universidades, tiene todo, y un porcentaje no tiene agua potable, ni alcantarillas, no come y se muere. Y no es sólo una cuestión de distribución del ingreso. América latina tiene la tercera parte del agua limpia del planeta y en este momento hay 128 millones de personas sin instalacione sanitarias. Esto significa la muerte de niños por falta de condiciones de salud. Y es un costo sobre la política de salud, una irracionalidad económica total. Lo que se “ahorra” por no poner una instalación sanitaria se gasta por el otro lado. Hay además 60 millones de personas sin agua potable y 210 millones que reciben aguas servidas. La diarrea infantil en estas zonas es un factor de riesgo de salud tremendo. Y eso ocurre en el continente más rico del mundo en agua limpia. Otra contradicción: América latina produce alimentos para alimentar tres veces a su población, y en este momento el 16 por ciento de todos los chicos de América latina sufre de desnutrición crónica y hay 53 millones de personas con hambre. Esas son desigualdades profundas, que no son solo las desigualdades de ingreso: la falta de acceso a agua, a alimentación, a educación. El Coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, es el más alto del mundo: 0,56. Pero si se toma el Coeficiente de Gini de distribución de la tierra, de acceso a la salud, de acceso a la educación, de acceso a Internet, los valores son aún peores.
–Teniendo en cuenta esta situación, ¿qué han hecho los gobiernos?
–A eso iba. El agotamiento del neoliberalismo abrió una primavera de discusión. Hay un mandato social claro de combatir la pobreza, aunque sea tumultuoso. Recordemos que, desde 1993 hasta hoy, 13 presidentes latinoamericanos no pudieron completar sus períodos de gobierno. En este contexto, las políticas sociales que llevan a cabo los nuevos gobiernos son claramente mejores que las anteriores. Y los resultados avalan esto. En términos porcentuales y absolutos, hubo mejoras. Y hay buenas intenciones. El eje de la política social en muchos países, como Argentina, Brasil, Chile o México, son los programas de transferencia de renta condicionada. Esto significa que el Estado transfiere dinero a las familias a cambio de una contraprestación, que en general es la educación de los niños y la asistencia al médico. Esto ha demostrado ser bastante eficiente. Actualmente hay 80 millones de latinoamericanos que están recibiendo transferencias condicionadas.
–¿80 millones?
–Sí. El programa Bolsa Familia, en Brasil, llega a 12 millones de familias, 44 millones de personas.
–¿Y cómo funcionan?
–Bastante bien. Un aspecto central es que han cambiado el foco. Antes, el foco era individual: se trabajaba con los niños, con las madres, a veces con los jóvenes. Hoy estos programas apuntan a la familia. Bolsa Familia, el programa argentino Jefas y Jefes, que ahora es el Plan Familias, el programa chileno, que implica un contrato entre el Estado y las familias, o el Plan Oportunidades de México. Todos apuntan a las familias.
–¿Por qué es mejor que el foco sea la familia?
–Porque los seres humanos viven en familia. La economía se olvidó de las familias. El neoliberalismo solo ve consumidores o productores sueltos, como si la gente viviera sola. Pero las decisiones de la gente, aun las de consumo y producción, se toman en familia. Entonces que los planes vayan a las familias, en general a través de las madres, tiene un efecto de empoderamiento sobre ellas.
–¿Cómo surgieron estos programas?
–De un planteo básico. La idea fue preguntarse por qué los pobres desertan de la escuela. Hoy la escuela es pública en toda América latina y hay un aumento de la matrícula escolar, lo cual es muy positivo. Pero de cada 10 chicos, solo 4 terminan el secundario. Seis desertan, casi todos ellos pobres. ¿Por qué? Básicamente, porque trabajan. Hay 22 millones de chicos que trabajan en América latina. Para que los chicos sigan en la escuela hay que evitar que trabajen. Entonces, lo que se hizo fue simple: se le preguntó a las familias cuánto ganaba por el trabajo de los chicos. Eran monedas, claro, pero para ellos era muchísimo. El Estado, entonces, con estos planes de transferencia, les da el equivalente a lo que obtendrían por el trabajo de los niños, y un poquito más. A cambio de ese dinero, los padres tienen que garantizar que los chicos vayan a la escuela y al médico. Y funciona, porque toca un aspecto real. Frente a la queja neoliberal de que los chicos pobres no van a escuela porque los padres no los estimulan, se buscó una solución racional. La deserción escolar tiene causas complejas: el trabajo infantil, la desnutrición, la familia desarticulada. Todas son efecto de la pobreza. Los nuevos gobiernos están trabajando en eso. El caso de Kirchner es especialmente significativo.
–¿Por qué?
–Argentina pasó de un 58 por ciento de pobreza en 2000 a un 26 por ciento ahora. Una mejora fenomenal, que a nivel internacional registra pocos antecedentes. Pocos países redujeron tanta pobreza en tan poco tiempo. Se ha aumentado la inversión en salud pública y en educación. Se ha logrado la alfabetización casi total. Y la esperanza de vida ha aumentado casi un año en el último tiempo. Es un dato impresionante. Hubo avances importantes en términos de calidad de la política social, luego de una primera etapa de respuesta inmediata a la crisis. Se incorporó la descentralización, los consejos comunales. Hay resultados, en Argentina y en otros países. Pero la magnitud del problema es tan grave, la combinación de pobreza con la peor desigualdad del planeta es tan explosiva, que crea un problema muy complejo. Y eso que estamos en un período de bonanza económica de todo el continente, desde hace unos años.
–Argentina, igual que la mayoría de los países de la región, crece a buen ritmo. ¿El crecimiento económico no alcanza para combatir la pobreza?
–El crecimiento del PBI incide en la pobreza, pero de forma muy limitada si persisten grandes desigualdades. La desigualdad permea todo. En cambio, una mejora en los índices de desigualdad, aunque sea leve, tiene un enorme impacto sobre la pobreza, mucho más que el crecimiento.
–¿Qué ocurre con la pobreza extrema, la marginalidad, la pobreza más dura?
–Es lo que yo llamo las trampas de la pobreza, los destinos marcados. Un chico que nace en una villa, en una favela, en un pueblo joven de Perú, está virtualmente condenado si no hay políticas públicas agresivas que lo saquen de esa trampa. No va a terminar la primaria, no va a conseguir un empleo estable y va a sobrevivir toda la vida haciendo changuitas. Uno de los grandes desafíos de los nuevos gobiernos, que tienen apoyo popular, un mandato social claro y líderes con una trayectoria de preocupación por estos temas, donde no se han logrado avances hasta ahora, es el de los jóvenes. Es hoy una de mis grandes preocupaciones. Hoy en América latina hay un 25 por ciento de jóvenes que está fuerza del mercado de trabajo y del sistema educativo, totalmente excluidos. Son más de 50 millones. Si quieren saber de dónde viene la inseguridad, hay que mirar en esa dirección.
–¿Allí está la causa de la inseguridad?
–Claro. La cifra de homicidios por año en América latina es el doble que en los ’60. Pasó de 12 a 26 por cada 100 mil habitantes. América latina ha sido invadida y dominada por el paradigma de la mano dura, que propone un enfoque policial: si se pasa la policía de un lugar a otro, si se les dan armas largas, si se baja la edad de imputabilidad. Y la evidencia en todos los países en que se ha aplicado la mano dura es que no funciona. Por ejemplo, en El Salvador, donde hubo un plan mano dura, que por supuesto falló, ahora hay otro, al que llaman “super mano dura”. En El Salvador basta tener un tatuaje para poder ser detenido legalmente, porque se supone que esos tatuajes son los que usan las bandas, las maras. La población carcelaria creció geométricamente. Y las tasas de criminalidad siguen creciendo. No hay correlación estadística entre llenar las cárceles de gente y bajar la criminalidad. El foco tiene que estar puesto en ese 25 por ciento de jóvenes que no trabaja ni estudia. La desocupación juvenil en América latina es el doble que la general: 8,5 contra 20 por ciento. De cada 10 jóvenes, solo 4 terminan la secundaria. Y hoy, sin secundaria, no hay posibilidad entrar al mercado laboral, incluso para trabajos no calificados. Y luego el tema de la familia desarticulada. No me refiero a la familia nuclear, o las nuevas formas de familia, en esa discusión no me meto. Hablo de tener un entorno familiar, que es el mejor tutor para que los jóvenes no caigan en la delincuencia. Una investigación indica que el 67 por ciento de los jóvenes delincuentes de Uruguay vienen de familias desarticuladas. La alternativa es un enfoque integral, porque es el sistema social el que genera inclusión. Los países nórdicos tienen la tasa de delincuencia más baja del planeta y también la proporción más baja de policías por habitante.
–¿Es posible enfrentar con una mirada progresista las teorías de la mano dura?
–Sí, con un enfoque integral. No estamos entendiendo que la criminalidad va a seguir subiendo si no se resuelven estas cosas. Se ven todos los días los casos aislados, crueles. La televisión muestra caso por caso, pero no se ve el conjunto. Por eso tienen fuerza las propuestas como la de Blumberg. Pero si no se encara de forma integral el problema, sobre todo el de los jóvenes excluidos, no habrá soluciones. Eso no quiere decir que todos los jóvenes pobres sean delincuentes, pero sí que son vulnerables, se transforman en mano de obra disponible, se juntan entre ellos, porque no hay otro lugar que los acoja. Una encuesta en Guatemala consultó a los integrantes de las bandas, las maras, por qué estaban allí si sabían que los iba a matar la policía, sus compañeros, la mara rival. Y la respuesta es: ¿dónde quiere que esté? No tienen otro lugar. En El Salvador, una investigación llegó a la conclusión de que el único contacto que tienen los jóvenes de las maras con el Estado es la policía. Ni la escuela, ni el hospital, ni el maestro. La policía. Es lo único que conocen del Estado. Entonces, una de las prioridades de las políticas sociales debería ser ésta. Los gobiernos progresistas de América latina han avanzado mucho, pero aún faltan muchas cosas por hacer. Este universo de jóvenes excluidos debería ser una de sus prioridades.
Fuente: Página 12 Por: José Natanson
Etiquetas:
Economía,
Economía 2.0,
Kliksberg,
Responsabilidad social
